Tábano Informa
Río Negro - 29-Jul-13 - Opinión
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Columnistas
El "milagro" bolivariano y sus
consecuencias
por Gustavo Chopitea (*)
La destrozada economía de la Venezuela
bolivariana, como era de suponer, está acumulando extraños récords mundiales.
Entre ellos, uno que parece insuperable: el de dejar –de pronto– toda una
nación sin papel higiénico. Circunstancia que luce, quizás, cómica. Pero que no
lo es. Para nada. Piense usted, lector, como se sentiría si, de pronto, fuera
un protagonista más de semejante situación. No le gustaría, sin duda alguna.
El manejo –autoritario, centralizado y por
cierto absolutamente caprichoso– de la economía venezolana ha provocado
situaciones y generado extremos realmente insólitos. Todo lo cual está
sucediendo en medio del desabastecimiento y de una inflación totalmente
desbocada. Los venezolanos, no obstante, tratan de sobrevivir. Como pueden,
naturalmente.
Mientras tanto, los funcionarios públicos
bolivarianos, cual dueños de la verdad subidos a sus púlpitos, pontifican sobre
todo, urbi et orbi. Sin descanso. Escuchándose a sí mismos. Frente a aplausos
alquilados. Pero sin credibilidad alguna. Y sin generar un ápice de confianza.
Entre ellos Eduardo Samán –el nuevo director
del llamado Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes
y Servicios (ente que responde al poco atractivo nombre de Indepabis)–, quien
acaba de llamar, en una entrevista televisada, a "detener esta locura que
se desató con la especulación, con el tema del abuso hacia la gente, en todos
los niveles".
Como si hubiera sido un evento repentino e
impredecible, del que nadie en el gobierno venezolano –claro está– es
responsable. Una casualidad, quizás.
Olvidando la responsabilidad de quienes,
insistiendo en planteos económicos absurdos, han destrozado y arruinado sin
empacho la economía venezolana. Lo que ha sucedido pese a la magnitud de los
recursos hidrocarburíferos venezolanos irresponsablemente dilapidados.
Para combatir la –para Samán– sorprendente
"especulación", el gobierno de Venezuela ha decidido crear un cuerpo
de "vigilantes amigos", pertenecientes a algunos "movimientos
sociales", conformado esencialmente con representantes de la "clase
media". Así se controlarán los precios de los bienes de primera necesidad
en los comercios, en lo que Samán pomposamente califica como "transferencia
de poder al pueblo organizado". ¿Suena conocido?
El propio Samán, asumiendo protagonismo,
encabezó personalmente uno de esos operativos. En plena ciudad de Caracas,
rodeado de cámaras de la televisión estatal –mal llamada, por algunos,
"pública"–. Allí impuso, "on the spot", una serie de multas
por algo más de 8.000 dólares.
Mientras tanto, Samán nada dice acerca del
resultado del control de cambios instaurado por los bolivarianos, que hace que
la cotización del dólar oficial sea ahora de apenas la cuarta parte de lo que
debe pagarse en el mercado "libre", circunstancia que contribuye a
distorsionar –aún más– los precios relativos. Lo cierto es que pocos, muy
pocos, acceden –recostados en el poder– al dólar "oficial" –barato–.
El resto debe naturalmente recurrir al dólar del mercado "libre"
–caro–.
Samán, luego de ser secretario de Comercio,
acaba de reemplazar a Consuelo Cerrada, su predecesora, destituida en torno a
un escándalo que involucró a uno de sus directores "de
fiscalización", acusado de extorsionar a algunos comerciantes. Mientras
pontifica, la inflación desatada –sólo entre los meses de enero y mayo pasados–
alcanzó un 19,4%.
Solidario con Samán, el canciller Elías Jaua
–en un momento de llamativa desatención de sus responsabilidades específicas–
se refirió a la grave situación del escenario socioeconómico doméstico,
señalando proféticamente: "Aún hay mucho que mejorar". Como si los
bolivarianos hubieran empezado a gobernar ayer. Y como si el caos provocado no
fuera hijo directo de sus tremendos desaciertos.
Ante todo esto resulta necesario encontrar un
"chivo expiatorio". O más bien un "chivo empresario". Y
Samán, cual experto, nos explica que lo que ocurre en Venezuela es que
"los empresarios están ganando más que nunca". Y que el gobierno
–después de más de una década en el poder– "no ha tenido éxito en su lucha
contra los monopolios y oligopolios". Increíble.
Poniendo enseguida sobre la mesa una
sorprendente "receta mágica", Samán aprovechó la ocasión para señalar
a los empresarios que, "si creen que la reposición de los inventarios los
va a descapitalizar", "deben pedir un préstamo". Ésa es, según
Samán, la solución. De no creer. Pero es fácil abusar de la ignorancia de los
demás.
Siempre frente a las cámaras sumisas de las
estaciones de televisión estatales, con rostro entre afectado y pícaro, Samán
preguntó: "¿Quién ha dejado de tomarse un café?". Evitando averiguar
nada respecto del uso del papel higiénico, seguramente advertido de cual sería,
en ese caso, la respuesta inmediata.
Acto seguido, siempre en la misma entrevista,
Samán reconoció que hay "irregularidades" en la red de supermercados
estatales, así como en los hoteles estatales. Razón por la cual ahora comienza,
advirtió, "la etapa de la fiscalización de todo".
Como si ésa, la de la intimidación, fuera una
herramienta apta para, de pronto, enderezar el fracaso de un modelo económico
grotesco que ha comenzado a naufragar por todas partes. Porque el caos
venezolano se extiende y se profundiza aceleradamente.
(*) Analista del Grupo Agenda Internacional
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