Conocer cómo ve el gobierno brasileño la marcha de los acuerdos
comerciales en la región y el futuro de ellos es un asunto imprescindible.
Brasil es la economía emergente más importante en nuestro espacio geográfico
más inmediato, y su proyección planetaria la coloca en lugar de privilegio
relativo.
Desde Venezuela, resulta sin duda pertinente hacer el seguimiento de las
opiniones e iniciativas que se vierten en ese país, con vistas a alimentar un enfoque
propio de una futura política exterior de Estado, hoy ausente en nuestra
nación.
Recientemente, el canciller Antonio Patriota, compareció ante la
Comisión de Relaciones Exteriores y Defensa del senado de su país, para
presentar un balance sobre Mercosur y la integración comercial en general.
Allí, comienza Patriota señalando los logros de Mercosur durante los
años de su existencia. Lo hace, sobre todo, para desvirtuar las críticas que
desde su país y otros, se formulan acerca de la marcha de ese bloque. Dice que,
entre otros asuntos, los volúmenes del comercio intrabloque bastarían para
desmontar las críticas.
Sin embargo, en el balance, Patriota omite mencionar los incumplimientos
reiterados, las quejas frecuentes de los pequeños (Uruguay y Paraguay), el
retroceso que implica el creciente proteccionismo y las violaciones a los
Tratados (suspensión de Paraguay e ingreso de Venezuela).
El canciller defiende los positivos resultados que para Brasil ha tenido
Mercosur. Señala que éste es destino importante de sus exportaciones de
manufacturas. Según él, el 90% de las exportaciones al bloque son de ese tipo
de mercaderías; aun cuando sólo el 9% de sus exportaciones totales van a ese
mercado.
Por otro lado, afirma que ya se puede decir que existe libre comercio
entre Brasil y casi todos los países de América del Sur. En el caso de
Mercosur, las tarifas arancelarias están en cero en 90% de los productos. Para
él, habrá comercio libre con casi todos los países de Sudamérica a partir de
2009, excepto Colombia.
Según el ministro, no habría razones significativas para decir que
Mercosur es un proyecto anticuado o desventajoso. El interés manifestado por
Bolivia, Ecuador y Venezuela de ingresar al bloque habría demostrado el
atractivo y el éxito de éste. En este punto, olvida, como elementos de peso
determinantes de tal interés, las afinidades político-ideológicas entre los
gobiernos.
Patriota da también su opinión sobre otros acuerdos de libre comercio
del hemisferio (Chile –EEUU, por ejemplo), los cuales “cuestiona”
sutilmente para contrastar. Llama la atención el largo espacio que dedica en su
exposición al Acuerdo del Pacífico (AP). Pareciera que la sombra que le está
haciendo este bloque novedoso al Mercosur lo obliga a explayarse en
explicaciones.
Dice, para restarle significación real, que, además de “la
inexistencia práctica del acuerdo” (incumplimiento aun de las formalidades
de aprobación legislativa), la liberalización comercial total anunciada por los
miembros del AP, para el 90% de los productos, no es tal. Que ella ya está
vigente en virtud de los acuerdos de ALADI; por tanto, tal anuncio no aportaría
nada nuevo.
En las materias de facilitación del comercio, cooperación aduanera,
inversiones y otros temas, Patriota ve con buenos ojos los compromisos de AP,
toda vez que la homogeneización en tales asuntos podría beneficiar el comercio
de Brasil y de Mercosur con ese grupo.
Ve en la discontinuidad geográfica de AP importantes y costosos
obstáculos, y finaliza, como para tranquilizar a los senadores, diciendo: “Con
todo, sus metas no se materializarán de la noche a la mañana”.
Respecto de UNASUR, proyecto impulsado desde Brasil, y según Patriota
muy ambicioso, subraya lo de los proyectos de infraestructura física. En los
más importantes, por cierto, participa Brasil (salidas al Pacifico y el
Caribe).
Finalmente, el canciller, después de hablar de la necesidad de
convergencia de los distintos procesos de integración regional y saludar la
creación de AP como una oportunidad y no como amenaza, expresa su opinión sobre
el modelo futuro integrador, que debería prevalecer.
Para él, la opción debe ser la de una inserción internacional que
responda a una estrategia en favor de la diversificación productiva y del
comercio. Y afirma: “Se está llegando al agotamiento de la dimensión
puramente comercial de la integración. El comercio probablemente no será
más el vector de apoyo del avance de la integración suramericana en los años
futuros. Mantener la integración suramericana en movimiento significará tomar
acciones más allá del comercio. Serán necesarias iniciativas en el campo
propiamente económico" (inversiones productivas, tecnología,
financiamientos, infraestructuras, etc).
En este propósito, Patriota enfatiza la importancia de que los sectores
económicos privados asuman la dimensión regional como espacio capaz de agregar
valor a sus inversiones, producción y ventas.
La opinión que hemos resumido en estas líneas convoca a un análisis más
detallado y profundo de las perspectivas económicas de la región en un mundo de
interdependencia global creciente.
Sin duda, para los venezolanos, no deja de tener un interés particular.
Sobre los temas comentados por Patriota, seguiremos ahondando en otras
oportunidades.
emilio.nouel@gmail.comEL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,
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