"Hemos
visto casos insólitos, con la más exagerada forma de pensamiento por reducción
al absurdo: una subasta al revés. No ganan los que ofertan más ni los que
ofertan menos –que ya sería cuestionable– sino los que ofertaron de acuerdo a lo
que el gobierno deseaba".
No
espere el ilusionado lector encontrar en este artículo el resultado de su
esperanza. Por el contrario, es una solicitud ansiosa y perentoria que hago a
los habitantes de este casi desbaratado país, para que asumamos esa tarea. Si
nos ponemos de acuerdo unos cuantos cientos de venezolanos, inmigrantes y
visitantes, quizá podamos juntar reglas y buenos consejos, que permitan a los
futuros lectores de ese necesario manual, afrontar la vida diaria y los
acontecimientos legales, económicos y de su salud, así como los papeleos,
entender las noticias políticas, económicas y sociales, y comprender las
estadísticas y, por supuesto, aceptar con serenidad piadosa, bien aventurada y
esperanzada, las decisiones judiciales o la falta de ellas.
Trataré
hoy de transmitir a ustedes esa expectativa de cómo hacer para vivir mejor en
Venezuela con sobresaltos, temores, carencias, desconfianza en las
instituciones y el gobierno.
Sugiero
que el manual comience por explicar que aquí un asunto puede significar lo
contrario de lo que significaría en otra parte del mundo. Ejemplos: “mayoría de
votos” significa minoría de candidatos investidos, tanto en la Asamblea como en
la Presidencia de la República; un cargo público ganado por votación electoral,
es inmediatamente desconocido y supeditado a otro cargo inmediatamente
decretado, no electoral y de mayor poder; una persona es detenida para
averiguación penal por más de 45 días y “no está presa”, pero tampoco tiene
medidas que le permitan estar en otro régimen legal y así puede durar años y
sin saber porqué está allí; hay libertad de expresión pero se graban las
conversaciones personales con impunidad y complacencia “legal”. Nadie puede
tener paz en sus conversaciones y expresiones en intimidad, pronto no habrá
amistad que soporte la sospecha.
Hemos
visto casos insólitos, con la más exagerada forma de pensamiento por reducción
al absurdo: una subasta al revés. No ganan los que ofertan más ni los que
ofertan menos –que ya sería cuestionable– sino los que ofertaron de acuerdo a
lo que el gobierno deseaba.
Aquí
se llama protección de los derechos humanos a la desidia para con aquellos
ahora desvalidos por razones viscerales de los gobernantes.
Y
en salud, la atención médica pública es deficitaria y es mejor a nivel privado,
pero le fijan precios a las clínicas y sus servicios. Precios que no han sido
auditados ni discutidos y por tanto llevarán al cierre o a la quiebra a esos
institutos, empeorando la asistencia a los ciudadanos. A esa imposición el
gobierno la llama “regulación”.
Gradúan
“médicos” que creen que hicieron estudios suficientes, pero luego entran en
frustración porque no tienen los
conocimientos mínimos necesarios para su práctica profesional y sienten en
carne propia su incompetencia.
Como
ven, ese manual es necesario…
alvarogrequena@gmail.com
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