Las
hegemonías políticas más importantes y prolongadas de la historia republicana
de Venezuela la constituyen el liberalismo amarillo, Comandado por Antonio
Guzmán Blanco; el poder andino militar instaurado por Cipriano Castro y Juan
Vicente Gómez y la llamada democracia civil fundada por Rómulo Betancourt y
Rafael Caldera. La primera se enseñoreó en el país desde 1870 hasta 1899. La
segunda duró de 1899 hasta 1945 y la tercera se mantuvo desde 1959 a 1999.
Tales períodos tuvieron una prolongación en el tiempo sin que fuera necesaria
siempre la presencia de sus fundadores y mentores en el gobierno. A parte de
las anteriormente mencionadas, la otra hegemonía política venezolana que ha
sido más prolongada en el tiempo es la que comienza con el ascenso de Hugo
Chávez a la Presidencia de la República. Está por verse si ella puede ir más
allá de los límites que la biología le impuso a su fundador.
En
Venezuela, para que una hegemonía política sea longeva, es menester que se
produzcan dos condiciones: La primera, que el sector que obtiene el poder haya
vencido militarmente a las fuerzas que le antecedieron. La segunda, que lo
mismo haya ocurrido en el terreno económico. Dicho de otra forma, el monopolio
de las armas y el dinero deben cambian radicalmente de manos.
Hay
razones para pensar que la revolución socialista bolivariana, como forma de
hegemonía política instaurada por Hugo Chávez, puede desafiar la ausencia
física de su principal líder y mentor, tal y como lo hicieron las hegemonías
precedentes. En los últimos 14 años, se ha dado un lento pero sostenido y
sistemático proceso de transferencia de poder militar y económico, desde
quienes lo tenían a principios de 1999 a quienes lo detentan hoy. Ahora bien:
¿Que tan efectivo e irreversible ha sido el proceso de trasferencia de ese poder
militar y económico? Esa es la pregunta clave que tendrá que ser respondida en
los próximos meses y años por venir.
Por
ahora, el gobierno de Nicolás Maduro parece estabilizarse luego sus turbulentos
momentos iniciales. Una gran dosis de pragmatismo económico (cuyos resultados
están por verse), motivado más por la necesidad que por la convicción, junto a
un eficiente lobby internacional, han ayudado a este propósito, a pesar de que
se mantiene una retórica revolucionaria agresiva, tal y como lo demuestra el
episodio del asilo al ex agente de la CIA Edward Snowden. En lo militar, la
designación del nuevo Alto Mando de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y
particularmente la de la Almirante Carmen Teresa Meléndez como nueva Ministra
de la Defensa, crea un ambiente positivo en el mundo de los profesionales de
las armas y en el político, ya que tal designación ha sido bien vista incluso
por algunos sectores opositores. Es de hacer notar que el cargo de la cartera
castrense nuevamente dejó de pertenecerle al Ejército y recae otra vez en un
integrante del mismo componente militar: La Armada.
Hace
dos años año, cuando Chávez anunció al país por primera vez lo de su
enfermedad, el asunto de la sucesión presidencial era realmente un problema
grave. A la vista no había para ese instante ningún líder del chavismo que
tuviera las características necesarias para asumir su reemplazo. Pero desde ese
momento hasta el día de hoy las cosas cambiaron y el ungido Nicolás Maduro ha
venido consolidando alianzas internas y externas importantes. La muerte de
Chávez no fue cualquier cosa y el haber sorteado esta difícil circunstancia en
el marco del estrechísimo y polémico triunfo electoral obtenido el pasado 14 de
abril, hablan de una persona que aprendió a mover los hilos del poder.
Hugo
Chávez, que hasta mediados de 2011 suponía indefinida y sin trastornos su
permanencia al frente del gobierno, construyó a toda prisa una línea de
sucesión que le permitiera a su designado reemplazante superar lo que muy
posiblemente iba a venir. Estamos hablando de nuevas elecciones presidenciales,
como en efecto ocurrió, y un proceso de reacomodo interno en el liderazgo
chavista.
Es
probable que los últimos movimientos políticos hechos por Chávez antes de
morir, algunos conocidos y otros por conocerse, ayudaran a instalar
inicialmente a Maduro al frente de Miraflores y con ello tratar de asegurar que
la hegemonía política bolivariana iniciada en 1999 sea tan longeva como las que
la precedieron. Salvo algún trastorno impredecible, el chavismo aspira a
cumplir su segunda década en el poder. Amanecerá y veremos.
pedroeliashb58@yahoo.com
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