jueves, 18 de julio de 2013

OSWALDO PÁEZ-PUMAR, INFORMACIÓN VERAZ

         Desde que vi en la Constitución de 1999 (art.58) la frase “toda persona tiene derecho a la información oportuna, veraz e imparcial, sin censura…” me asaltó la sospecha; y me pregunté si se trataba de la consagración de un derecho o de la administración de una dosis. El asalto sistemático a los medios de difusión de información y la política sostenida durante catorce años y medio, que se cumplen el próximo 2 de  agosto, para tratar de monopolizarla, han venido a confirmar mis sospechas.

        
Escucho a diario en la radio nacional el concierto matinal y no puedo evitar oír la presentación que hace de sí misma una emisora destinada a radiar propaganda del gobierno como transmisora de información “veraz e imparcial”. No se hace allí referencia a la oportunidad, quizá porque una de las políticas más eficazmente desarrolladas por el gobierno, mientras Chávez vivió y ahora muerto, ha sido la de mantener desinformada a la población. Oportunamente desinformada.
         Esta es una verdad comprobada por la enfermedad y muerte de Chávez, pero para no abrir espacio a una polémica colateral bastaría invocar la desinformación reinante en materias como la epidemia AH1N1, el nuevo florecer del paludismo, la malaria y la tuberculosis y sobre todo el número de víctimas diarias de la violencia desatada, que se pretende combatir con el programa “patria segura” que no es sino otra manifestación de violencia.
         Cuando la información se califica, deja de ser derecho de quien la reclama para convertirse en poder de quien la administra. El gobierno dirá cuando la información es veraz, como la recogida en las estadísticas alimentarias que le valieron el premio de la FAO, por haber alcanzado la meta “hambre cero”, a pesar de que el país está desabastecido y la llegada a los mercados de harina, azúcar o pollo genera una transmisión incontrolada de información.
Dirá cuando es imparcial, como la ofrecida por el CNE en cada evento electoral cuando prohíbe la circulación de información alguna hasta que no haya establecido de manera definitiva lo que ocurrió. Eso que eufemísticamente llama la “tendencia irreversible”.
No necesito repetir cuando es oportuna, pero sí que la inoportunidad de un informante como Bocaranda muestra que no es un derecho sino una dosis; y a quien la sobrepase se le persigue por incitar a la violencia “subliminalmente”.
opaezpumar@menpa.com  

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