Ciertos
dirigentes opositores han manifestado su preocupación de parecerse a Andrés
Manuel López Obrador (AMLO), el candidato presidencial mexicano que se la pasa
denunciando fraude electoral. Creen que si Capriles sigue hablando de fraude,
puede perder credibilidad y convertirse en un nuevo AMLO.
En
realidad, estos dirigentes cometen un grave error, porque la diferencia entre
Capriles y López Obrador es del cielo a la tierra.
AMLO
siempre ha sido un agitador y un irresponsable. Los fraudes que ha denunciado
no tienen asidero, ni cuentan con credibilidad dentro o fuera de México. Hasta
sus propios partidarios del PRD le han dado la espalda.
Capriles,
en cambio, ha mantenido una trayectoria seria e intachable en todos los cargos
que ha desempeñado, desde que era diputado, luego alcalde y finalmente
gobernador. Además, el pasado 7 de octubre reconoció su derrota poco después de
anunciarse los resultados oficiales.
La
ilegitimidad de Maduro no es un invento de la oposición. Importantes
personalidades e instituciones han cuestionado la decisión del TSJ que lo
nombró presidente luego del fallecimiento de Chávez. Días antes de las
elecciones del 14A, cuatrocientos parlamentarios y varios ex presidentes
latinoamericanos advirtieron públicamente que el PSUV cometería fraude. Unasur
se vio obligada a condicionar su reconocimiento a Maduro a un recuento de
votos, que en la práctica no ocurrió. La misión europea que observó los
comicios declaró que el triunfo del PSUV fue nulo. Y ahora surgen dudas hasta
de la nacionalidad de Maduro.
Por
otra parte, es evidente que AMLO no cuenta con el respaldo del pueblo mexicano.
Las protestas en su favor se limitan a unos cientos de manifestantes, muchos de
ellos tarifados. Casi nadie habla de López Obrador, excepto para burlarse de su
actitud.
En
cambio, es público y notorio el apoyo popular que tiene Capriles. En todas las
ciudades donde asiste, los actos son emotivos y multitudinarios. El propio
gobierno se la pasa hablando de Capriles y haciendo todo lo posible para
impedir que aparezca en los medios.
Se
trata, pues, de personajes y circunstancias muy diferentes, por lo cual es
absurdo dejarse dominar por el síndrome de López Obrador.
Capriles
y la MUD deben asumir una posición firme, seguir denunciando el fraude y la
ilegitimidad de Maduro, hacer valer el triunfo del 14 de abril, convocar la
gente a protestas de calle, y no caer bajo ningún motivo en el chantaje del
gobierno. La meta debe ser que Maduro se vaya antes de las elecciones
municipales.
@LuisSemprumH
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