El presidente Vargas y el Vicepresidente
Narvarte se hallan en San Tomas echados por la fuerza de aquel país que
presenta un aspecto bastante triste…”.
Jose Antonio Páez, “Caudillo de la Constitución” |
El 24 de marzo de 1835, don Pablo Morillo, escribía
a don Francisco Martínez de la Rosa, sobre sus sentimientos, no de odio por los
hechos pasados en la guerra, sino considerando: “de la mayor importancia”, la
gestión de los generales Carlos Soublette y Daniel Florencio O’ Leary ante la
Corte de Madrid.
Expresaba Morillo sobre Venezuela que: “Sus
habitantes son muy análogos a nuestro carácter y costumbres, y sus producciones
de comercio no sólo nos son muy interesantes y casi de primera necesidad…”, y
además que:
“Conocía al general Soublette de reputación
en el ejército del Sr. Bolívar, y al Sr. O’Leary personalmente, por haber
venido a mi cuartel general de parlamentario y como Edecán de aquel: Ambos se
los recomiendo a usted con el mayor interés por lo mismo que en otros tiempos
nos hicimos la guerra con mucha actividad y calor; muy en el día nos miramos
como buenos amigos y camaradas”.
SIMON BOLIVAR Y PABLO MORILLO, |
La comisión patriota solicitaría ante España
el reconocimiento de la independencia de Venezuela. Nadie podía imaginarse en
aquellos tiempos de la guerra a muerte, que el general Morillo iba a recomendar
aquella misión, admitiéndose así la superación de los rencores y el avance de
la historia, como corresponde a las naciones civilizadas, a los hombres y
políticos sabios que no comprometen el destino de una nación.
Mientras la diplomacia pretendía persuadir,
el militarismo destruía la credibilidad del país. El gobernador y capitán
general de Puerto Rico daba noticias alarmantes al secretario de Estado del Rey
sobre: “el mal estado en que se encuentran las provincias de Venezuela, puestas
en nueva revolución por el general Mariño para derrocar a Vargas de la
presidencia… a cuyo destino ambiciona y para lograrlo intrigó mucho al tiempo
de hacerse la elección, pero el partido de Vargas ganó los votos a su favor…
Este lance perdido para Mariño lo irritó en
tales términos que no perdió medios ni ocasión para seducir y hacer entrar en
su proyecto a muchos militares que unidos a sus adictos han dado el grito
vitoreándolo en Caracas y otras provincias.
El presidente Vargas y el Vicepresidente
Narvarte se hallan en San Tomas echados por la fuerza de aquel país que
presenta un aspecto bastante triste…”.
El comandante Pedro Carujo, entre otros,
había irrumpido contra la autoridad del presidente Vargas exigiendo su
renuncia, pretendiendo imponer el capricho autoritario y caudillesco.
La llamada “Revolución de las Reformas” quiso
justificar con el federalismo las ambiciones de la fuerza, insurreccionando el
occidente, el centro y el oriente.
El 28 de julio de 1835, fecha del civilismo,
Páez entró a Caracas, derrotando a los alzados para que el presidente Vargas
continuase su gobierno de derecho y civilización:
“Todo otro medio que no sea éste, - expresó
Vargas- el único, eficaz y establecido por la nación toda, lleva el sello de la
injusticia, de las miras individuales o de partido, que sólo pueden triunfar
por la violencia y el crimen, con la opresión del pueblo y la subversión total
de nuestras instituciones libres”. Páez, “Caudillo de la Constitución”,
restableció así el poder civil.
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