La
manera en la cual usualmente evaluamos la acción ajena es poniéndonos en el lugar de la persona y preguntarnos: que
haríamos nosotros de estar en sus zapatos?
Si
yo estuviera en los zapatos de Edward Snowden, trabajando para el gobierno de
los Estados Unidos con un permiso dado por el gobierno, y hubiera encontrado
documentos que considerara tan dañinos para la nación que debían ser revelados,
probablemente hubiera tratado de hacerlo por vía de organismos del gobierno del
país, antes de ir a la prensa.
Cuales? Si no confiara en el poder ejecutivo,
iría al Congreso donde existen comités bipartidistas o iría a la Corte Suprema.
Hubiera
considerado la naturaleza de los documentos a ser revelados. Si ellos son
clasificados, si están protegidos legalmente y son de naturaleza confidencial
entonces sabría que al revelarlos estoy violando las leyes de mi país.
Si
yo estuviera bajo un compromiso o juramento legal y ético de mantener la
confidencialidad de tales documentos a ser revelados, entonces sabría que debo
traicionar ese compromiso o juramento para seguir adelante.
Si
después de considerar estos aspectos decidiese hacer públicos los documentos,
lo haría a través de organismos del
gobierno tales como los descritos arriba y, sobre todo, no hubiera huído. Si
estoy haciendo algo que considero justo
, decidiría enfrentar las consecuencias ante la opinión púlica de mi país.
El
acto de denunciar lo que se considera dañino para la nación puede ser un acto
de heroísmo cívico si está acompañado de una postura digna. La fuga es un acto
de cobardía moral. Como fugitivo me convierto en un peón en el perverso juego
de ajedrez que juegan las naciones, desvirtuo
la naturaleza de mi acto. Seré usado para fines de la propaganda de
naciones forajidas.
Si
tengo que huír por proteger la democracia y la libertad de mis conciudadanos,
adonde iría? Iría a los países donde
está libertad y democracia están garantizadas: Dinamarca, Finlandia, Nueva
Zelanda. No iría a países que pisotean lo que estoy tratando de defender. No
iría ni a Rusia, ni a Cuba, ni a Nicaragua, ni a Venezuela.
Eso
es lo que pensaría yo de ser Edward Snowden.
gustavocoronelg@hotmail.com
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