martes, 16 de julio de 2013

FERNANDO OCHOA ANTICH, ¿QUIÉN GOBIERNA EN VENEZUELA?

En realidad, estoy ingratamente sorprendido por el camino que ha tomado este gobierno. Yo llegué a pensar que la audiencia de Nicolás Maduro con el papa Francisco, la entrevista del canciller Jaua con el secretario de Estado norteamericano, y fundamentalmente la larga reunión de los integrantes de la Conferencia Episcopal con el ministro del Interior, eran claras demostraciones de que el gobierno nacional había entendido que era imposible enfrentar la grave situación política de nuestro país sin establecer una amplia negociación con la oposición. 

Este convencimiento surge de la realidad: es un suicidio político querer establecer una hegemonía ideológica sin tener una amplia mayoría electoral y un firme liderazgo dentro del chavismo.

Esa es exactamente la situación de Nicolás Maduro. La mitad de los venezolanos cuestiona su origen electoral y sus seguidores conocen que la diferencia, si es que la hubo,  entre uno y otro candidato apenas fue de 220.000 votos. Además es público, no sólo por la grabación de Mario Silva, sino que se percibe en los actos públicos, la lucha existente en el chavismo entre el sector civil y militar, es decir entre Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. Para colmo, la situación económica y social sigue complicándose cada día a un nivel tal que pareciera que el gobierno ya no tiene capacidad de respuesta. De manera inexplicable, en lugar de buscar negociar con la oposición, el gobierno nacional ha empezado una ofensiva que parece tener por objetivo destruir a sus principales dirigentes. .
En un artículo anterior insinué algunas de las medidas que, a mi criterio, era imprescindible realizar si realmente el  gobierno de Nicolás Maduro quería modificar los distintos factores que por catorce años han imperado en Venezuela y que, sin ninguna duda, son la causa de la inmensa crisis política, social y económica que enfrenta nuestro país: libertar a los presos políticos, permitir el regreso de los exiliados, designar un nuevo Consejo Nacional Electoral realmente equilibrado entre gobierno y oposición, nombrar un nuevo contralor general de la República, revisar la Ley de Responsabilidad en Radio y Televisión  para evitar el abuso de propaganda del Estado y  limitar totalmente las manifestaciones políticas de miembros de la Fuerza Armada Nacional.
Si Nicolás Maduro se decidiese a tomar estas medidas de orden político crearía un ambiente favorable para poder enfrentar los problemas estructurales que presenta la grave crisis económica y social venezolana. Además, fortalecería de tal manera su independencia y liderazgo  dentro del chavismo, que le pondría punto final a la conseja popular existente de que él no ejerce realmente esas funciones, sino que lo hace un grupo de altos dirigentes del chavismo. 
Eso sí,  para demostrar que ha logrado ese liderazgo debería continuar su lucha contra la corrupción, pero dirigiendo su vista hacia los altos funcionarios del gobierno, líderes y empresarios chavistas que son responsables del saqueo de los millones y millones de dólares que ingresaron a Venezuela durante el régimen de Hugo Chávez.
Tiene otros dos problemas: el primero, convencer a una gran mayoría de venezolanos que él ejerce la presidencia de la República sin la tutela cubana. Eso no es fácil, ya que justamente una de las fortalezas de Diosdado Cabello surge de ser percibido como un líder independiente de esa coyunda. La única manera de lograrlo  es tomando un conjunto de medidas que elimine la presencia cubana en la Fuerza Armada, en los cuerpos de seguridad del Estado, en los registros y notarías, en el sistema de identificación y en los aeropuertos El segundo, es mucho más complejo. Lograr recuperar la institucionalidad de la Fuerza Armada. Eso podría hacerse, si Maduro respalda a los sectores institucionales que desean recuperar los valores que caracterizan a una fuerza armada profesional.
Este artículo saldrá publicado después de conocerse la designación de los Altos Mandos Militares y los ascensos a general y a coronel. Esa decisión marcará el destino político de Nicolás Maduro. Si decide escoger a los candidatos entre aquellos oficiales con una hoja de servicio intachable y que hayan guardado discreción en los asuntos políticos, demostrará una libertad de acción que le hará entender a los venezolanos que va a ejercer la presidencia de la República según le dicte su consciencia, sin aceptar la más mínima  presión de ningún sector militar ni político. Si así lo hace, y logra además establecer un diálogo constructivo con la oposición, es posible que alcance un puesto relevante en nuestra historia, si no terminará tristemente como el presidente Julián Castro.
fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich

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