Las
autoridades panameñas pasaron varios días escarbando la montaña de sacos
cargada en el Chong Chon Gang para encontrar contenedores con viejo y abundante
material militar. Entrega tan azucarada como ilícita, de Cuba a Corea del
Norte. Leídas desde nuestro patio las noticias sobre este caso, resuenan dos
observaciones.
Ante el equipaje soviético, un inevitable déjà vu: la
irresponsabilidad de Fidel Castro cuando, inconforme ante el arreglo pacífico
de la crisis de octubre de 1962 entre Nikita Kruschev y Jonh F. Kennedy,
insistía en la utilización de misiles nucleares contra Estados Unidos desde
Cuba. La otra observación: las semejanzas entre dos regímenes históricamente
tan diversos como los de los Castro y la dinastía Kim: dos burbujas de
anacronismo y opresión siempre necesitadas del pretexto de la amenaza exterior
e incapaces de producir por sus propios medios progreso y bienestar para su
gente; excepción hecha, por supuesto, de los medios que generosamente se
concentran en sostener la cúpula del poder.
Después
de idas y venidas de altos funcionarios de gobierno, chinos y venezolanos,
fueron anunciados en febrero catorce nuevos acuerdos de cooperación bilateral
con los que se sumarían 10 millardos de dólares adicionales a los ya acordados
con Pekín; el total, se dijo entonces, eran 38 millardos de dólares. Después de
5 meses se habla de la negociación de un nuevo préstamo por 5 millardos de
dólares, muy próximos a lograrse. No está claro si esos millardos se sumarían a
los 10 de febrero o directamente a los fondos de antes que, se dice ahora,
totalizan cerca de 36 millardos. Tampoco nos son dadas a conocer a los
venezolanos las garantías otorgadas al Gobierno chino, seguramente aumentadas
ante la sucesión de escándalos de corrupción y denuncias de incumplimiento en
el manejo de los fondos. Lo que sí está claro es que hay una hipoteca de
recursos que evidencia nuestra enorme vulnerabilidad y acelerada pérdida de
capacidad ya no digamos para producir, sino siquiera para negociar la oportuna
importación de bienes esenciales de consumo.
Ocurrió
en los mismos días en que, por tercera o cuarta vez en quince años, se
relanzaban las relaciones con Colombia. En medio de un acto militar y rodeado
por oficiales activos y retirados en uniforme, el presidente Nicolás Maduro
anunció una política de “tolerancia cero” frente a Estados Unidos. Allí mismo
insistió en que se estaba desplegando un sistema nacional de defensa antiaérea.
Lo cierto es que las formas y el discurso que emulan poco menos que una suerte
de ultimátum son fundamentalmente para el público venezolano que lo quiera oír.
Al imperio, que, al fin y al cabo, recibe menos descalificaciones y ofensas que
las que no cesan de dirigirse al liderazgo democrático, ya se le hizo llegar la
señal para el reacomodo.
Quizá
una lista de palabras y frases clave ayude a atar estos cabos sueltos:
anacronismo, deshumanización, irresponsabilidad, militarización, ineficiencia,
opacidad en las cuentas, necesidad de divisas, vivir de prestado, escasez de
bienes y derechos, abundancia de cuentos, azúcar fuera y armas dentro.
ecardozo@neblina.reacciun.ve
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