El
conflicto que libran los universitarios de dieciséis universidades en todo el
país contra la barbarie oficialista tiene un componente épico, que le da un
tono especial a esa lucha. Los profesores y los estudiantes han sido
maltratados por unos gamberros que desprecian el trabajo intelectual, al que
consideran - siguiendo la fórmula aplicada por Mao Zedong durante la Revolución
Cultural china - una excrecencia de la división capitalista del trabajo.
Con
el fin de someter las universidades y convertirlas en apéndices de ese modelo
fracasado que es el socialismo del siglo XXI, caricatura del comunismo
tradicional del siglo XX, tendieron un cerco financiero que las mantiene al
borde de la bancarrota. Las universidades se han transformado en liceos
grandes, sin capacidad de enseñar, investigar e innovar de acuerdo con las
altas exigencias que impone la sociedad del conocimiento. La ciencia y la
tecnología han sido marginadas, a pesar de los enormes esfuerzos realizados por
el personal docente para mantenerse al día en un mundo donde los conocimientos
se renuevan constantemente. Por ejemplo, en medicina se calcula que después del
descubrimiento del genoma humano, una facultad se desactualiza en apenas cinco
años si no renueva continuamente su bibliografía. Las universidades han
declinado hasta convertirse en cajas de resonancia donde se retransmiten
saberes que se desarrollan en países donde se les da al conocimiento la
dignidad que merece.
La
crisis universitaria ha golpeado al personal docente con una brutalidad feroz.
Los docentes venezolanos son los peores pagados de toda América Latina, cuando
hace apenas algunos años competían en condiciones ventajosas con los del resto
de la región. En este punto los dirigentes gremiales han colocado el énfasis.
No puede ser de otro modo. La actividad docente y de investigación exige
condiciones mínimas de tranquilidad mental, que no pueden alcanzarse si el
profesor se la pasa todo el día devanándose los sesos para ver cómo hace para
que el dinero le alcance hasta el final de la quincena. Un sueldo digno es lo
mínimo que puede aspirar un educador que solo puede escalar en el escalafón
universitario mediante la presentación y defensa exitosa de trabajos de ascenso
y la obtención de títulos de cuarto y quinto nivel –Maestría, Doctorado y
Postdoctorado- que demandan una gran concentración mental. El docente
universitario no eleva su status académico por antigüedad. El ascenso por
inercia no existe. La Universidad es una institución jerárquica y
meritocrática, y así debe serlo. Es un centro de enseñanza donde unos docentes
evalúan la calidad, consistencia y rigor científico del trabajo de otros
situados en un rango inferior. De allí que la igualdad que algunos maoístas y cheguevaristas
trasnochados proponen no puede existir. Tal igualitarismo resultaría letal para
su misión esencial: producir y transmitir conocimientos altamente
especializados. La democracia en este plano tiene que limitarse a que todas las
personas con las aptitudes requeridas, tengan la oportunidad,
independientemente de su condición socioeconómica, de acceder a esos centros de
formación intelectual.
El
Gobierno insiste en degradar las instituciones de educación superior, con el
fin de alinearlas con el proyecto de ideologización contemplado para todos los
niveles de la educación venezolana. Este plan incluye eliminar la diversidad
teórica y doctrinaria que debe caracterizarlas, y, desde luego, empobrecer a
los docentes. Los estudiantes han entendido que el derecho al estudio y la
formación intelectual incluye una dimensión ética insustituible. Los alumnos no
pueden recibir clases ni orientaciones profesionales si sus docentes son
vejados. La solidaridad con el humillado, especialmente cuando este es el maestro,
forma parte de las obligaciones morales de los estudiantes. ¿Qué clase de
educación es esa que se desentiende de los principios y se ocupa solo de los
conocimientos instrumentales? Tal educación no sería para desarrollar, sino
para amputar.
La
huelga de hambre emprendida por estudiantes y profesores de varias
universidades, la caminata desde la UCLA de Barquisimeto hacia Caracas y los
numerosos actos de apoyo de diversos sectores nacionales, constituyen ejemplos
de coraje que los bárbaros desestiman. La justicia se encuentra del lado de los
universitarios y pronto se impondrá.
@trinomarquezc
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