La
disertación que a continuación se explaya, no trata de contrariar lo imposible o
de exhortar lo absurdo.
El problema a explicar aborda la crisis política que
padece Venezuela, toda vez que ésta presenta distintas lecturas. Aunque todas
tienen un denominador común. Un factor de tendenciosa naturaleza cuya
incidencia tiende a empeorar las realidades nacionales. Es así que bajo esta
perspectiva, puede advertirse aquella razón según la cual, acogiéndose al
principio de supervivencia, cualquier grupo social busca obviamente perseverar
en función de su estabilidad emocional. En consecuencia, es razonable
considerar que en medio de tan difícil situación existen sectores sociales que
se ven forzados a establecer algún tipo de acuerdo con los factores políticos
dominantes a fin de restablecer o recobrar algo de lo perdido.
Entretanto,
podrían recuperarse las fuerzas necesarias no sólo para seguir resistiendo los
embates del poder político. Sino que también, podría avanzarse en términos de
la reconquista de espacios de libertad y de oportunidades necesarias para
reivindicar posturas y validar derechos. No obstante, estas actitudes devienen
en riesgos de inmensurables proporciones por cuanto no hay garantía de que
estos grupos sociales respondan homogéneamente a las perversiones incitadas por
el régimen con propósitos maniqueos o perversos. En este caso, las reacciones
son totalmente distintas. Podrían derivar en difíciles situaciones de violencia
política que sólo redundarían en perjuicio de toda posibilidad de alcanzar un
sistema político capaz de mediar hacia un estado de hechos donde domine la
moderación, la tolerancia y el pluralismo.
Un
análisis en esta dirección, da cuenta de la complejidad en la cual se maneja el
país. Particularmente, luego de comprender las dificultades y contradicciones
que pululan de lado y lado. En el fragor de estas circunstancias, no resulta
complicado percatarse de individuos que buscan “pescar en río revuelto”. O
aquellos, que aborreciendo la situación, intentan adaptarse a los mandamientos
gubernamentales presionados por inaplazables necesidades económicas. Sin embargo,
en estos casos, son múltiples los peligros que se corren pues se vive ante la
posibilidad de que queden expuestos principios, sentimientos o valores que
determinan, en última instancia, reacciones personales.
Estas
realidades se convierten en contingencias de las cuales es engorroso salir bien
porque se debilitan virtudes o porque se quiebran compromisos. Algunas veces,
contra la voluntad personal. Otras, impelido por el miedo que ocasiona el
terrorismo de Estado empleado como criterio político a la hora de obligar la
genuflexión. O lo que en palabras del régimen, es simple y vulgarmente “rodilla
en tierra”.
Pretender
pensar como el régimen, conduce a graves contradicciones que sólo terminan en
angustia crítica y agobio espiritual. Más, cuando hay que imaginar la
justificación argumentada para proceder a cometer las torpezas inoculadas bajo
el ridículo artificio ideológico del “socialismo criollo” debido al grado de
contagio que sus imposiciones cunden cuando el autoritarismo es utilizado para movilizarse
desde el poder a través del laberinto político.
Y precisamente, es acá que se vive de cara al peligro de penar. Sobre
todo, cuando atropellan la dignidad.
VENTANA
DE PAPEL
EL
FUTURO NO SE HIPOTECA, TAMPOCO LA UNIVERSIDAD
La
lucha no sólo sigue, sino que cada día es más cuesta arriba. La situación por
la cual atraviesan las universidades públicas, críticas y democráticas
venezolanas, es sumamente enrevesada. Ello ni es nuevo, ni tampoco sencillo de
comprender. Aunque hay quienes entienden la situación con mirada miope y
neuronas infantiles. De entrada debe saberse que aun cuando el presente
conflicto sea superado, siempre quedarán rezagos que obligarán luego a mantener
la protesta en principio organizada. Quizás, de otra manera, o con otros medios.
Pero una posible solución, no será óbice para pensar que estos gobiernos de
estirpe autoritaria y despótica aplacaran su hambre de resentimiento y agresión
contra cualquier otro pensamiento que ose contrariar o resistirse a las
amenazas que históricamente han descargado en contra de la autonomía
universitaria.
Sin
embargo, es importante aludir ahora a lo que ha significado la actual crisis
universitaria. No hay duda de que el actual régimen esté intentando vulnerar
las libertades académicas propiciando el arrebato de la conciencia de quienes
han podido involucrarse en las negociaciones que el mismo Ejecutivo Nacional ha
incitado mediante llamados no muy ajustados a la diplomacia. El caso es que la
Universidad venezolana está parada en un punto de inflexión. Es decir, en una
cuerda floja de la cual puede resbalar de no enfrentar con entereza y criterios
sólidos las encubiertas manipulaciones que acostumbra el régimen realizar con
el oscuro propósito de quebrar la unidad de lucha.
Con
el adagio de “divide y vencerás”, busca imponerse para así desarreglar la
Universidad en función de brutales consideraciones. De perderse esta lucha por
justas reivindicaciones institucionales, se pederá también parte de la
República que exalta la Constitución cuando exhorta una vida política, social y
económica ajustada a derechos y libertades que bien refleja el artículo 109 al
reconocer la autonomía universitaria como “principio y jerarquía”. Lo que está
en juego, es el futuro. Y aunque se valgan de conmovedoras frases revolucionarias,
la Universidad no va a doblegarse ante falsas prebendas. El futuro no se
hipoteca, tampoco la Universidad.
¡A
PUNTO DE REVENTAR!
Los
indicios son cada vez mayores. El país político está sucumbiendo y las alarmas
comenzaron a hacerse oír y sentir. Desde el primer momento, luego del viaje de
no-retorno del presidente Chávez rumbo a su cadalso, en el Cimeq, el más
moderno hospital de La Habana, la crisis política que venía afectando al país,
se acentuó aceleradamente. En principio, las explicaciones sobre el estado de
salud del Jefe del Estado, crearon profunda suspicacia por cuanto no eran
convincentes dado el peloteo que con las mismas jugaban quienes fungían como
portavoces del alto gobierno. Luego de hacerse público su fallecimiento, el país
ha venido en franca picada. No sólo en los referente a su economía. Igualmente,
ha visto colapsar la administración pública.
Las
demandas y protestas por incumplimiento en la cancelación de pagos atrasados al
personal de diferentes empresas e instituciones públicas, es revelador del
inepto manejo de los fondos nacionales. Tanto que el Ejecutivo Nacional ha
tomado en los últimos días, decisiones en materia económica que son
demostrativas de la resignación o retractación política que vive el régimen ante
los problemas que con suma incompetencia maneja. La situación se le ha
complicado más aún al régimen cuando advierte una seria carencia de dólares
para importar, efecto dólares éstos que le permitieron navegar sobre un
espejismo de gobernabilidad y gasto que ya nadie lo cree.
Por
más que siga pretendiéndose usurpar y hacerse de medios de comunicación con la
única intención de evitar que la disidencia tenga una ventana de expresión. Por
consiguiente, el destino no parece favorecer la codicia o apetencia de quienes
resguardados por un “generalato” revestido de una enorme vocación de poder
político y económico, continúan aferrados a los mandos nacionales de manera
ilegítima y casi ilegal. En el marco de cuanto sucede por esta causa de vulgar
cuño, hay que sumar el creciente influjo de la inseguridad, la escasez, el
desempleo y la inflación para hacer del país, un verdadero tormento en el cual
todo apunta a que ya no haya cuerpo que aguante esta situación. A decir por lo
que dicen las tendencias , esto pareciera estar ¡a punto de reventar!
Antonio
José Monagas
@ajmonagas 19 jun 2013
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