Esta patria rica, llena de hijos pobres y
enclenques, incapaces de asumir la responsabilidad por manejar sus propias
resultas petroleras, siempre dispuestos a permitir que otros se las manejen,
aun intuyendo de que solo les devolverán una fracción, puede ser definida como
una Sociedad de Irresponsabilidad Ilimitada. La alternativa es que fuésemos
simplemente una Sociedad de Gafos. ¿La verdad? Probablemente un poco bastante
de las dos.
Toda la podrida podredumbre que oímos en las
grabaciones de Mario Silva tiene, antes que nada, su explicación en la
centralización en el Estado de una increíble capacidad adquisitiva
internacional. Los enchufados de turno se quedan con toda esa capacidad para
negociar... y nos entregan unos papelitos los cuales, no obstante su nombre,
cada día valen menos.
Y no somos los únicos. Por ejemplo he visto
que el término "Sociedad de Irresponsabilidad Ilimitada" ha sido
manejado en algunos debates en Argentina, Uruguay y Paraguay; aun cuando estoy
seguro que por lo menos en términos de la abundancia de recursos financieros
con relación a la pobreza de los resultados, los superamos ampliamente.
Y no somos los únicos. Cuando pienso en la
poca productividad marginal que se obtiene de los impuestos que se pagan en
tantos países del mundo... la sociedad de irresponsabilidad ilimitada parece
ser una de las más frecuentes formas de asociación nacional.
Amigos, de nuevo les aseguro que el mejor
plan económico, plan político y plan social para el país, comienza con los
ciudadanos cuidando nuestras propias resultas petroleras... para así terminar
de ser solo un buen negocio de otros, o una tribu que depende de un cacique, y
finalmente constituirnos en una nación.
PS. Asamblea
"Mami... ¿qué hizo abuelito en la
Asamblea Nacional por allá en 2013?".
"Hijo... aprobó la importación de 39
millones de rollos de papel higiénico, 50 millones de toallas sanitarias, tres
millones de cremas dentales, 17 millones de pañales desechables y 10 millones
de jabones de tocador".
Mamá e hijo, en silencio.
PS. Globovisión.
Alienar a la audiencia natural de
Globovisión, no puede obedecer a ninguna razón empresarial. Por lo que queda
evidente que los intereses que obedecen esos nuevos dueños de Globovisión, son
los del bajo mundo, sean estos políticos u de otra naturaleza. Deberían sentir
vergüenza, pero los creo faltos de esa capacidad.
Aun cuando reconozco no conocer detalles de
lo que pueda haber por detrás de la compra de Globovisión, les admito que me
resulta imposible reprimir las ganas de escupirles a los pies de esos tres
vulgares sicarios de la libertad de expresión... puesto que no me cabe la menor
duda que de una manera u otra, Globovisión ha sido castrada.
No tengo por qué dudar de Leopoldo Castillo
cuando nos pide que mantengamos la confianza en Globovisión, pero eso es
invertir la carga de las pruebas. Si Globovisión nos demuestra mantener la
independencia, esa que en algo ayudaba equilibrar el desequilibrio informativo
nacional tan a favor del Gobierno, encantados confiaremos en ella... y,
pidiendo excusas, hasta podría llegar a recoger la escupida.
Ahora bien, no olvidemos que pocas cosas
pueden tranquilizar tanto, ante tantos problemas que afligen al país, que la
existencia de válvulas de escape, como del tipo: "¡Qué rabia siento!...
¡Qué bien que ya lo denunciaron por Globovisión". En tal sentido, es
claramente suicida la presión ejercida por el Gobierno para silenciar a
Globovisión. Por supuesto... allá ellos.
perkurowski@gmail.com
Per Kurowski
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