La
primera semana de julio siempre ha sido importante. No sólo porque el día 5 se
conmemora un nuevo Aniversario de nuestra Independencia. También es el tiempo
en que desembocan todas las aspiraciones, maniobras, conflictos de intereses y
todo cuanto podamos imaginar, en quien ejerce, por ahora, el cargo de
Presidente de la República. Se trata de los siempre controversiales ascensos y
de la ratificación o sustitución de los mandos militares.
Normalmente deja
heridas que no cicatrizan jamás. Distanciamientos entre compañeros, amigos y
hasta parientes que atribuyen sus estancamientos o retrocesos a movimientos
hábiles de otros. También ocurren sorpresas para bien y para mal, entre algunos
oficiales “corcho”, esos que flotan en todas las aguas.
Este
año la situación es peor que los
anteriores. La Constitución del 99 y la legislación militar del régimen, han
dado un tono personalista exagerado al proceso. Las consecuencias no se han
hecho esperar en estos catorce años. La mayoría de los mandos actuales dejaron
de estar al servicio de la nación. Nunca habían estado tan alejados de sus
deberes y obligaciones concretas. Jamás la soberanía había estado más
interferida y menos garantizada la integridad territorial del país.
Chávez,
al menos tuvo un liderazgo aunque fuese muy cuestionable. Mantuvo la cohesión
de la fuerza armada por las buenas o por las malas. Pero, quien pretende
sucederlo, no da pié con bolas. Ignorante enciclopédico en todo, especialmente
en lo militar, genera rechazo en amplios sectores. Ha estado al margen del
proceso interno que administran otros para imponerle las decisiones.
Como
en PDVSA, las industrias básicas de Guayana, las empresas expropiadas y todo
cuanto depende del Estado-gobierno, también las fuerzas armadas han sido destruidas
gracias a la política de sustituir la meritocracia por la lealtad perruna de
quienes son designados para dirigir las tareas fundamentales. Hay excepciones,
pero los mejores oficiales, los más calificados profesionalmente, están pasados
a retiro, están en la disponibilidad o gozando del sueldo sin cargos o con
posiciones secundarias humillantes. No es casual. Venía siendo así con
dirección férrea. Ahora continúa lo mismo, pero en medio de un insólito
despelote.
oalvarezpaz@gmail.com
Lunes,
1° de julio de 2013
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