La
horda que asoló Venezuela en el comienzo del siglo XXI la dejó a merced de todo
el vecindario
Los
amapuches entre Jaua y Kerry son un misterio, un enigma en ambas cancillerías.
Menos desde el punto de vista venezolano, porque después de cogerse tanto real
en la piñata del 7-O y dilapidar el resto de la bonanza, ahora hay que olvidar
ideologías y principios, porque pronto Maduro tendrá que aceptar el ácido del
Fondo Monetario para poder pagar la nómina. Por supuesto, eso pasa primero por
los debidos honores y sumisión frente a la Casa Blanca. Era de esperarse,
cuando el guapetón se queda sin dinero, a pedir se queda.
El
misterio mayor es lo que está pasando en Washington. Un país que cada vez
depende menos del petróleo extranjero por sus descubrimientos de shale gas, y
menos todavía del petróleo venezolano porque se lo hipotecamos a los chinos y
el resto se lo regalamos a los Castro. Entonces, no se ve claro por qué ahora
acepta conversar con el gobiernito del papel toilette. Como siempre, ante la
duda, hay que irse por lo seguro en materia de política exterior
norteamericana: Estados Unidos busca negocios. En Venezuela, negocio petrolero.
Nunca más fácil, además, ya que Pdvsa es ahora un hueco negro, nadie sabe qué
pasa; y carece completamente de capacidad operativa, tanto que no ha podido
recuperar la refinería que Chávez dejó dañar hace casi un año, tenemos que
importar gasolina y no exportamos productos refinados.
El
paraíso de las transnacionales, pues. Atendidas espléndidamente en los
restaurantes de Las Mercedes por los negociadores de siempre, ahítos de
comisiones por Cantv, EdC y ahora Pdvsa, lograrán condiciones no vistas desde
Gómez. La debilidad moral, ética e institucional de esta cosa que nos
desgobierna ha dejado al país proclive a cualquier saqueo, saqueo hábilmente
dirigido por Lula, antes, y sus asesoradas empresas, (que además tenían que
sobornar en su nombre a los diputados, el gobierno de Lula hedía). Ahora,
destruida Pdvsa, volverán las grandes empresas petroleras, pero sin ningún
interlocutor inteligente de este lado. Todo acompañado de versos de César
Vallejo y lecturas dramatizadas de Ignacio Ramonet (el Gran Periodista fue
maestro de una generación de fablistanes).
Así
que los estadounidenses vienen con todo. Por supuesto, ello logrará que las
empresas transnacionales con décadas en el país trabajen con un poco más de
libertad (ha habido una verdadera persecución en estos años, mientras el
guapetón tenía real). La escasez es una política de Estado, lograda con
esfuerzo por genios desde el Ministerio de Comercio y Cadivi, mediante una
mezcla de empresas del Estado intensamente corruptas e incompetentes y
controles rayanos en el capricho. Ahora habrá que dejar hacer a los que saben
producir y vender, entre ellos a los del país del nuevo mejor amigo Obama.
Se
entiende mejor la audaz jugada de Santos al recibir a Henrique Capriles.
Obviamente el hábil presidente colombiano, quien terminó íntimo de Chávez luego
de derrotar a sus camaradas (de Chávez, claro) de la guerrilla, consultó
debidamente a los norteamericanos, quienes le confirmaron lo obvio: la extrema
debilidad del gobierno venezolano no le permite más que desplantes e
histerismos. (El internacionalista Diosdado se lució especialmente reaccionando
con la visita de Capriles). Paradójicamente, nunca habíamos estado tan débiles
frente a Colombia, luego de tres lustros de Aló Presidente jugando a Mambrú se
fue a la guerra. Gran beneplácito en Washington, por supuesto.
En
breve veremos a Kerry en Ecuador. A Venezuela no vendrá, porque ya no
importamos mucho que se diga. En cambio el vivo de Correa, con sus camisitas
estampadas pero el dólar como moneda, ha logrado lo mejor de dos mundos,
retórica de izquierda y economía de derecha. Su popularidad es mucho mayor que
la de Chávez y así seguirá: es el nuevo líder de la América Latina
"bolivariana". Y ahora, Raúl Castro.
Marx
ya decía que la historia comenzaba con tragedia y terminaba en farsa. De la
Sierra Maestra a los green de Varadero, Castro invicto (en golf). Cuatro vuelos
diarios desde Miami no los aguantan las baladas de Silvio Rodríguez. Cuba
también vuelve a la órbita norteamericana, pero aún más débil que en la época
de Batista (igual que nosotros, luego de catorce años del peor gobierno de la
historia). Venezuela en bancarrota, se le acabó el tiempo extra a la dictadura
de los Castro y también se entregarán a los duros brazos del hegemón del Norte.
Era
de esperarse. La horda que asoló Venezuela en el comienzo del siglo XXI la dejó
postrada y a merced de todo el vecindario. La verdadera fuerza, la Venezuela
fuerte, es mucho más discreta. Los patoteros están pasando.
glinares@cjlegal.net
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