El almirante Diego Molero, ministro de la
Defensa, ha estado en estos días en primer plano nacional. Eso es normal. Las
delicadas funciones que ejerce y la complicada situación política venezolana lo
justifican. Eso es verdad, pero el interés mostrado por José Vicente Rangel
para invitarlo a su programa el domingo y después dedicarle su columna
periodística tiene otras razones. Ellas fueron claramente definidas en la
sorprendente grabación de la conversación entre Mario Silva y el G-2 cubano,
teniente coronel Aramís Palacios: la lucha por el poder existente entre Nicolás
Maduro, respaldado por el almirante Molero y los hermanos Castro, y el grupo de
oficiales pertenecientes al Ejército, liderados por el mayor general Carlos
Alcalá Cordones, comandante del Ejército, y Diosdado Cabello.
Esta afirmación mía queda claramente
demostrada en las primeras afirmaciones de José Vicente Rangel antes de pasar a
las preguntas: "estoy convencido de la fortaleza de las actuales
instituciones venezolanas. De la amplia aceptación que tiene la democracia y el
proceso bolivariano en el seno del pueblo, en la organización social que hoy
existe y en la lealtad de la Fuerza Armada" y en la permanente presencia de Nicolás
Maduro en actos militares. Si no hubiera dudas no se hablara del tema.
Otro aspecto a tomar en cuenta para entender
el riesgo de estabilidad que enfrenta el gobierno de Nicolás Maduro, ante su
débil legitimidad, son los importantes cambios que se observan, tanto en la
política nacional como internacional, con el inicio de un diálogo con
empresarios y en la reciente apertura hacia Estados Unidos.
Creo de interés analizar algunos de los
planteamientos realizados por el almirante Molero para valorarlos y criticarlos
con severidad. Ante la pregunta: "¿Dicen que usted no es institucionalista
porque se define como chavista?", su respuesta es inaceptable: "si
había un hombre que verdaderamente respetaba las instituciones era Hugo Chávez,
ser institucionalista es respetar las instituciones, ser institucionalista es
ser chavista".
El almirante Molero conoce perfectamente que
Hugo Chávez violó la Constitución de 1961 al insurreccionarse el 4 de Febrero y
desde la Presidencia de la República irrespetó flagrantemente la Constitución
bolivariana, de 1999, al dictar la mayoría de
las leyes habilitantes. Al declararse chavista, el almirante Molero
incumple sus deberes militares y es un mal ejemplo para sus subalternos.
Rangel le pregunta sobre la presencia cubana
en Venezuela. La respuesta del almirante Molero produce indignación. "Aquí
en la IV República teníamos en nuestros cuarteles grupos norteamericanos que
dirigían las políticas militares. Aquí se compraba el armamento que ellos
querían".
El almirante Molero sabe que miente
descaradamente para justificar la actividad cubana en la Fuerza Armada. En nuestro tiempo, la misión militar
americana sólo tenía una presencia más que simbólica y el armamento era
mayoritariamente europeo. No creo que ese sea el caso cubano. La opinión
pública señala que controlan los organismos de inteligencia, le prestan
seguridad al presidente de la República y se llega hasta el extremo de afirmar
que están presentes en reuniones en
donde se discuten y deciden los planes militares para la defensa nacional.
El final de la entrevista la dedica Rangel a
preguntarle sobre una presunta conspiración. "¿Está garantizada la
estabilidad democrática en Venezuela? La respuesta del almirante Molero es de
una simplicidad que realmente sorprende: "Totalmente. Tenemos una Fuerza
Armada que está comprometida. Nada más el intento de algún pequeño grupo que
pudiera existir que quiera contravenir el orden constitucional, sería un
embarazo utópico con muerte por aborto".
Si ha leído algo de sociología militar y de
historia venezolana y latinoamericana debería conocer que las crisis militares
surgen como consecuencia de los procesos de deslegitimación del poder político
y al creciente descontento popular. Esos dos factores penetran en los cuadros
militares a través de los permanentes vasos comunicantes que existen entre la sociedad civil y la Fuerza Armada.
Rangel insiste en el tema: "¿Hay ruido de
sables en este momento?" La respuesta del almirante Molero muestra un
total desconocimiento de la realidad militar.
"Yo no diría que hay ruido de sables. Yo
estoy seguro que ese ruido de sables lo han creado grupos fascistas. Si hubiese
algún intento moriría antes de formarse".
Sencillamente, está equivocado... La
oposición democrática no conspira. Prefiere una solución electoral. Esa es la
verdad, pero la historia muestra que si se cierran las soluciones políticas,
como está haciendo Nicolás Maduro, surge de manera natural la opción violenta.
En Venezuela, esa opción siempre ha sido militar. Así ocurrió en 1945, en 1948,
en 1958 y en el 2002. La única solución
política es convocar a nuevas elecciones presidenciales, con un equilibrado
Consejo Nacional Electoral.
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