miércoles, 29 de mayo de 2013

SUSANA MORFFE, VENDER POLÍTICA CON MERCADERIA BARATA, ENTRE CIELO Y TIERRA,

Nadie conoce el futuro, pero recordar el pasado es necesario cuando nos acechan  las consecuencias de las fallas cometidas. Y en Venezuela no se debe olvidar el comienzo de esta tragicomedia actual, la cual se inició cuando escuchamos la sentencia: "Juro delante de mi pueblo que, sobre esta moribunda constitución, haré cumplir, impulsaré las transformaciones democráticas necesarias para que la República nueva tenga una carta magna adecuada a los nuevos tiempos". Ahí comenzó el desastre, defenestrando  la constitución de 1961, con el pitazo de arrancada para gobernar con todos los poderes arrodillados.
Entre el apoderamiento de la nueva Carta Magna se extendió el periodo presidencial, se eliminó la Cámara del Senado en el Congreso de la República, que a diferencia de Inglaterra, compuesta por Cámara de Los Lores y Cámara de Los Comunes, en Venezuela tenemos una partida de loros que son comunes fieras para repartir puñetazos, incluida las damas, si el calificativo se le puede atribuir a la desenfrenada actuación de púgil femenino o del hombre de la era de piedra, arrastrando a su “adversaria” por los cabellos.  La vida humana está amparada, pero desobedecida en el socialismo-comunismo del siglo XXI.                                                                            
Todos los males que confronta Venezuela actualmente vienen de la  deformada constitución de 1999, cuando la contaminaron con nuevos artículos y diabólicas interpretaciones,  para terminar con una Carta al estilo del personalismo que se gestaba al inicio de la década. El haber eliminado la Cámara del Senado, restó gobernabilidad democrática al país. La cámara alta, infundía respeto, era el cierre de las confrontaciones políticas cuando se discutía una ley que debía encaminarse al interés público.
Hoy día lo que ha hecho el gobierno, en su obra trascendental, es armar a la población y recientemente a una descabellada tropa de obreros armados. En la Isla de Margarita Los Carapaicas y Tupamaros tienen poder en las calles. Mientras tanto, todo gira alrededor de las mesas de trabajo,  porque con la crisis los menos calificados o flojos han tenido que inventarse algo para justificar sus espacios de poder. Así tenemos, mesas de trabajo para alimentación, mesas de trabajo para el turismo, mesas de trabajo para salvar al puerto libre ¿Donde queda la mesa de comida que día a día se encuentra como adorno porque no hay nada que servir en la tabla? Todo se diluye en ofertas a manera de gotas para calmar el dolor y pinceladas para adornar lo que está presente en la realidad cotidiana: Hambre y pobreza.
En el estado Nueva Esparta la vida se ha convertido en un infierno;  primero, con la inseguridad que no ha podido vencer el gobierno regional de turno y  en segundo lugar, se suma la muerte del puerto libre asfixiado por falta de divisas. Nunca se había visto la región insular tan empobrecida como ahora. Por citar un ejemplo, la emblemática calle Igualdad presenta un panorama  que da tristeza, cada día amanece una tienda cerrada y también  a lo largo de la  Avenida Santiago Mariño o la 4 de mayo. A los transeúntes se les escucha decir: ¡Que asquerosidad, revolución para la destrucción! El ministro de la  electricidad se vanagloria al revelar que “solamente el 1% de los venezolanos no disfruta el servicio eléctrico”, todo para terminar en un posible aumento por el pago del servicio.
Importar alimentos y generar delincuentes es el hándicap de este país hundido en las más grandes calamidades de la historia. El líder eterno dejó hijos regados por todas partes y de su semilla germinaron los malandros, los corruptos, los que apuntan como bobalicones, los que parecen jarrones chinos que no terminan de arrancar y se disuelven en promesas falsas. Hay un criadero de insectos que no contribuyen en nada a mejorar la situación del país. Las larvas terminan siendo más útiles que los insectos. Lo mas reprochable en un político es hacer política barata, además no hacer nada por la población que gobierna y  que diluya su tiempo en el poder con promesas a bajo precio.
Lamentablemente el capítulo anterior terminó  con  una nueva sentencia: "Mi opinión firme, plena, como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que en un escenario que obligaría a convocar de nuevo a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Yo se los pido desde mi corazón".
En este punto, Eudomar Santos, Por estas Calles, nos recuerda la frase: “Como vaya viniendo vamos viendo” ¡Entiéndelo, bichito!
www.desdelaisla.hazblog.com
@susanamorffe

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