jueves, 16 de mayo de 2013

PEDRO PAÚL BELLO, REFLEXIONES SOBRE EL LIBRO DE LA DICTADURA A LA DEMOCRACIA DE GENE SHARP, XIV

 “La desintegración de la dictadura es, por supuesto, causa de gran celebración. La gente que por tanto tiempo ha sufrido y que ha pagado un precio tan alto, merece un tiempo de gozoso relajamiento y reconocimiento. Debe sentirse orgullosa de sí misma y de todos los que con ella lucharon para ganar la libertad política. No todos habrán vivido para celebrar este día. Vivos y muertos serán recordados como héroes que ayudaron a moldear la historia de la libertad en su país.”
Sin embargo, no será ésta ocasión para bajar la guardia y reducir la vigilancia. Es tan sólo un comienzo y, como tal, no es de suponer que el enemigo derrotado vaya a quedarse tranquilo y pasivo, puede ser todo lo contrario. En el caso de nuestra Venezuela, no es ocioso recordar los primeros días posteriores a la caída de Marcos Pérez Jiménez después del 23 de enero de 1958. En la propia Junta Militar de gobierno que se constituyó ese día, habían sido incluidos dos conocidos militares que apoyaban al régimen recién derrocado.
Es por ello, precisamente que “se deben tomar muchas precauciones para impedir que surja un nuevo régimen opresivo durante la confusión que acompaña el derrumbamiento del viejo.” En razón de eso, apunta Gene Sharp, “Nadie debe creer que con la caída de la dictadura inmediatamente va a aparecer una sociedad ideal. La desintegración de la dictadura simplemente facilita el punto de partida, en condiciones de una libertad revalorada, para realizar esfuerzos a largo plazo por mejorar la sociedad y responder más adecuadamente a las necesidades humanas.” Y continúa: “Los serios problemas políticos, económicos y sociales seguirán durante años, y hará falta la cooperación de muchas personas y grupos para buscarles solución. El nuevo sistema político debe dar una oportunidad para que las personas con puntos de vista diferentes y medidas que lo favorezcan continúen el trabajo constructivo y el desarrollo de las políticas orientadas a encarar los problemas del futuro.”
Amenazas de una nueva dictadura.
En esta parte del último capítulo de su obra que hemos venido sintetizando, nuestro autor nos recuerda circunstancias que históricamente se han presentado para sustituir una dictadura derrocada por otra: “en Francia (los jacobinos y Napoleón), en Rusia (los bolcheviques), en Irán (el Ayatollah), en Birmania (SLORC), y en otras partes en que algunas personas o grupos consideraron el derrumbamiento de un régimen opresivo meramente como la oportunidad de convertirse en los nuevos amos. Sus motivos podrán variar, pero los resultados son a menudo muy similares. La nueva dictadura puede ser aún más cruel que la anterior y ejercer un control más asfixiante.”… “Aún antes del desplome de la dictadura, miembros del pasado régimen pueden intentar acortar el proceso de la lucha desafiante por la democracia dando un golpe de Estado a fin de escamotear la victoria que lograría la resistencia popular. Pueden proclamar que han expulsado a la dictadura, pero de hecho buscan sólo imponer un modelo más o menos renovado de la anterior.”
Cerrándoles el paso a los golpes de Estado.
Es posible derrotar golpes de Estado intentados contra una Nación recientemente liberada. A veces basta un conocimiento previo de esa capacidad de defenderse para impedir el intento. La preparación intelectual puede prevenirlos. Puesto en marcha el golpe, los golpistas tienen que legitimarse, valga decir, que el país acepte que poseen algún derecho político y moral para poder gobernar. Entonces, lo primero que se debe esgrimir para rechazarlos es negarles la legitimidad. Para que los golpistas tengan éxito en sus aventuras necesitaran que los líderes civiles y la población los apoye, o que estén confundidos, o que se mantengan pasivos. No se debe olvidar que los golpistas necesitarán la colaboración de la mayor parte de la población y la asistencia de consejeros, burócratas y funcionarios gubernamentales, y que las instituciones sociales, la economía, las policías y las fuerzas militares se les sometan pasivamente y, esto, no lo podrán lograr si esos sectores se han identificado profundamente con el nuevo gobierno constituido.
También, los golpistas, van a tener que confrontarse con la no colaboración y el desafío político que fueron factores fundamentales para el derrocamiento de la anterior dictadura.
“Esencialmente  --dice Sharp--   los mismos medios de lucha que se usaron contra la dictadura se pueden emplear ante la nueva amenaza, siempre que se apliquen inmediatamente. Si se les niega tanto la legitimidad como la cooperación, el golpe puede morir de inanición política, y se habrá restaurado la oportunidad de construir una democracia.”
ppaulbello@gmail.com

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