Creímos haber tocado fondo, el sistema
instalado por el difunto expresidente había dividido los venezolanos, desatado
la delincuencia en el país y cercenado los derechos humanos de los ciudadanos.
Los mensajes de odio hacia una parte de
población, los 200.000 muertos impunes, las expropiaciones ilegales y el abuso
de poder, parecían índices insuperables. Caer más bajo era imposible.
Los venezolanos no salimos del asombro,
existen niveles insospechados del desastre, que jamás imaginamos pudieran
alcanzarse.
No contábamos con los Castro y su capacidad
de generar odio, destrucción, dependencia y sometimiento. Desconocíamos lo que
era tener un traidor con las riendas del gobierno y no previmos las
consecuencias de una penetración sistemática en las esferas de la seguridad
nacional.
No calculábamos la ruina a la que seriamos
conducidos, cuando presenciamos regalos millonarios, financiamiento de campañas
electorales extranjeras, la destrucción de nuestra empresa petrolera y las
industrias básicas.
Ni siquiera cuando fuimos testigos de
contratos sin respeto a los procedimientos legales, comprando armas por sumas
millonarias, recibiendo créditos para mantener el gasto público que
comprometían el futuro de las nuevas generaciones.
Presenciamos como se comprometió para siempre
los recursos del estado venezolano, sustrayendo las reservas nacionales de Oro
para colocarlas en Rusia, China y la Habana, las dos primeras como garantía de
deuda y la tercera como bote salvavidas cuando llegue la hora.
Cada vez creímos que no podíamos descender
más, de ahora en adelante solo podemos subir, argumentábamos con paciencia.
Pero en cada ocasión nuevas aberraciones
venían a golpear nuestra capacidad de asombro, hasta completar 15 años de
pérdidas de los espacios democráticos y de posibilidades de desarrollo.
Hoy con Maduro a la cabeza, el gobierno
comienza a quitarse la careta, tener que fingir lo que no es molesto a la gente
del PSUVE. Las reglas democráticas fastidian a quienes huelen un fin cercano y
están dispuestos a radicalizarse y a cercenar derechos, para mantener el
usufructo de las riquezas del pueblo venezolano.
Siempre fue ese el proyecto de Chávez y bien
lo reconoce el diputado Freddy Bernal recordando sus “enseñanzas”, “él nos
llamaba a ser radicales, volver a la raíces”. El cinismo del amor del difunto por
el pueblo, queda bien al descubierto con la conducta de sus herederos, más
“simples y primarios” en su comportamiento político.
Frente a un régimen que se agota, el
venezolano seguirá sufriendo atropellos, ya que la violencia será el único
camino que les queda para sustituir la falta de afecto y de pueblo.
Seremos testigo de que se puede caer más
bajo, hasta perder la condición de ser humano. La historia nos muestra como en
el pasado, gobiernos autoritarios y dictadores utilizaron los medios más
barbaros para sostenerse en el poder.
A medida que avancemos el fraude les será
insuficiente para justificar resultados electorales, y faltaran ciudadanos para
crear falsos votantes. La opinión pública internacional ha tomado la dimensión
de la situación que vivimos y ha presenciado en directo la conducta autoritaria
de los socios del Presidente “mientras tanto”.
La incompetencia del pretendido, sus
destempladas declaraciones contra otros países y organizaciones
internacionales, el comportamiento público de ministros, funcionarios y
diputados del gobierno han sido el mejor medio de comunicación, para
presentarle al mundo la verdadera cara violenta y antidemocrática, del sistema
implementado por los Castro y quienes les han entregado nuestra soberanía.
Se vislumbra una confrontación, como lo
señalan muchos analistas de la situación, ella viene cargada de violencia. Los
hechos brutales y cobardes (por la espalda), protagonizados por la bancada
oficial del PSUVE en el parlamento, son una pequeña muestra. Los diputados de
la oposición son el símbolo de que los valores democráticos no se transigen ni
se negocian.
La amenazas, la persecución política, la
calumnia, la cárcel los golpes y las balas causaran más dolor y más tragedia,
servirán para medir los niveles de pérdida de confianza del gobierno. Mientras
más débiles se sientan, más salvaje será la respuesta y mayor la impunidad que
les permitirán los agentes castristas que controlan los organismos del estado.
Será también la hora de la valentía, del
coraje de nuestros dirigentes, de nuestros diputados y la de todos los
venezolanos libres, que continuaran dando la pelea, en sus curules, en sus
alcaldías, en las universidades, en los sindicatos, en la prensa y en la calle.
El deterioro en Venezuela es palpable. La
escases de alimentos, que va acentuar en los meses por venir, la falta de
servicios, el hampa desbordada, en tantos años de incompetencia administrativa,
nos arrastran al colapso interno.
Las deudas, el incumplimiento de las
sanciones internacionales, las agresiones a otros gobiernos, el irrespeto a los
derechos humanos, a los valores democráticos. La amistad con factores de
desestabilización internacional, terminaran por aislar paulatinamente al
régimen, incapaz de seguir comprando voluntades, como consecuencia de la baja
renta petrolera.
En Venezuela se acaba el tiempo y se cierran
los espacios. Para el trabajo, para estudiar, para disfrutar de la ciudad, para
la investigación, para la cultura, todo eso es posible solo en un país libre,
organizado, con dirigentes preparados y respetuosos de las leyes, de nuestros
valores y con respeto a los otros.
Ser popular y sencillo no consiste en ser
vulgar, guapetón de barrio y hacer las cosas porque me da la gana, tarde o
temprano al más “pintao” le sale su “tate quieto” y “a todo cochino le llega su
sábado”, afirma la sabiduría popular. La frustración existente en los
ciudadanos, producto de la distancia que existe entre el país que somos y el
que deberíamos ser, se convertirá en fuente de inspiración al tribunal que
impartirá la justicia cuando llegue la hora de pedir cuentas.
El temor que invade a Maduro y su combo, los
hace peligrosos y traicioneros. Ellos no trabajan para los venezolanos, unos
trabajan para enriquecerse lo más rápido posible y presienten que les falta
tiempo. Los otros están al servicio de los intereses de la fuerza extranjera
que nos tiene invadidos.
nelsoncastellano@hotmail.com
Ex
Cónsul de Venezuela en Paris
Presidente
de Venezuela-Futura, Francia
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