jueves, 2 de mayo de 2013

NELSON ACOSTA ESPINOZA, EL RUIDO DE LAS CACEROLAS DEBE CONTINUAR

Bien, a riesgo que se me califique de fastidioso y reiterativo, insisto: el ruido de las cacerolas debe continuar. Son diversos los argumentos que  respaldan esta necesidad de mantener en alto el espíritu de resistencia y protesta de la ciudadanía. 

Los de carácter  electoral son obvios. En la población (oficialista y opositora) existe consenso sobre la necesidad de dilucidar la duda razonable que se cierne sobre la verdad de los resultados electorales.  
Despejar esta incertidumbre implica la realización de una auditoria que permita esclarecer si en realidad hubo fraude. Para ello sería necesario chequear los libros y las huellas. Ya sabemos que CNE se niega a llevar a cabo este tipo de auditoría. Pareciera que la preservación de la tranquilidad entre los venezolanos no se encuentra entre los objetivos de esta institución. Sin embargo, este reclamo electoral es necesario, pero no suficiente. ¿Suficiente para qué? Se preguntará nuestro lector. Vamos a intentar responder esta interrogante.
En estas elecciones no fue previsto un resultado. Sin lugar a dudas,  con estos comicios se inicia la construcción de una nueva identidad política  que  competirá con la del oficialismo. En otras palabras,  ha comenzado el derrumbe de la férrea  identificación existente entre clase media y oposición. 
Se desmorona, por así decirlo,  el “círculo de tiza”, dentro del cual estaba arrinconada esta parcialidad política. HCR ha logrado resignificar temáticas que, ahora sí,  son importantes para los sectores populares. Y, lo que es más importante, ha iniciado la disolución del nexo que unía  a estos grupos con la propuesta chavista. El madurismo, tengámoslo claro,  no entusiasma y tampoco  interpela a la población empobrecida.  Se abre la posibilidad, entonces,  de construir una realidad discursiva capaz de generar una identidad política alternativa. ¿Cómo alcanzar plenamente esta meta?
Aquí entramos de lleno a despejar la incógnita formulada en el primer párrafo de este breve escrito. Veamos. En primer lugar, se debería ampliar el reclamo electoral con el de las demandas sociales. 
Todos los venezolanos sufrimos la consecuencia de la devaluación, inflación y el déficit fiscal. Es una realidad indiscutible que la producción nacional se ha reducido dramáticamente y que esto redunda en escases de productos de primera necesidad; no alcanzan los dólares para importar y el desempleo aumenta dramáticamente. El madurismo no puede dar repuestas a estas exigencias. Su modelo no lo permite.
En fin, lo que se propone es encadenar lo electoral con  lo social y, de esta manera, construir y solidificar esta nueva identidad política. Por otra parte, a través de estos encadenamientos (lo electoral con lo social y lo político) se abre la posibilidad de fomentar una nueva cultura donde la primacía de lo popular y nuevos referentes simbólicos y afectivos se irían aglutinando en torno a este nueva apuesta democrática.
El ruido de las cacerolas debe continuar. La MUD debería ampliar su campo de lucha. Evitar la confrontación no constituye una apuesta estratégica. Por el contrario,  parecería necesario estimularla. Es en este ámbito donde se forjaría los cimientos de esta nueva identidad democrática.
Que el árbol electoral no impida ver el bosque político.
autonomiaspoliticas@gmail.com

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