A “carajazos” aspiran los oficialistas
resolver la crisis institucional del país. En ese terreno, señala el presidente
Maduro, el PSUV tiene ventaja. Sus diputados y dirigentes tienen mayor
capacidad como “camorreros” que los de la oposición. Ello se debe, Nicolás
dixit, a que estos señores provienen de los sectores populares. Desde luego,
esta lectura no tan solo es errónea sino que asume una visión indigna de lo
medular de nuestro pueblo. Pendencieros son estos oficiantes del llamado
Socialismo del Siglo XXI. No en balde, es vertiginosa la caída del respaldo
popular al gobierno.
Traigo a colación estas infelices expresiones
con la finalidad de ilustrar el carácter agonal que presenta la coyuntura
política en el país. En estas situaciones límite vale la pena reflexionar sobre
el tipo de liderazgo que la nación requiere. Existen modelos a imitar. Veamos.
Winston Churchill ofreció a los ingleses
“sangre, sudor y lágrimas”. No se dejó tentar por consideraciones tácticas. Fue
sincero. Por esa razón, pudo encarnar el sentimiento patriótico de toda la
población inglesa. Charles de Gaulle, a contrapelo de la opinión mayoritaria de
la población francesa que apoyaba al Mariscal Pétain, decide no reconocer la
capitulación ante los alemanes y proseguir la resistencia. Ese gesto valiente
lo convirtió en el símbolo de la nación francesa. Nelson Mandela entendió que
debía ser el líder de los surafricanos; de todos los habitantes de esa nación.
Así pudo superar los obstáculos que imponían la brutal segregación racial
existente en ese país. Todos estos ejemplos poseen un común denominador:
liderazgos fuertes que supieron empinarse sobre sus circunstancias.
Me parece que estos modelos ayudan a ilustrar
la calidad de liderazgo que se requiere para superar la crisis que confronta el
país. El “madurismo” comienza a derretirse al calor de su propia incompetencia
y rivalidades internas. La oposición, por su parte, ha crecido electoral y
políticamente. Hoy no tengo dudas sobre el liderazgo de HCR. Capriles expresa,
no tan sólo al grupo de venezolanos que tradicionalmente se ha opuesto a este
régimen, sino a todos los venezolanos. Vale decir, a la nación que conocemos
como Venezuela.
Una preocupación. La historia enseña que la
“muchedumbre” por sí sola no acierta en relación a estas urgencias históricas.
Se requiere de un liderazgo que oriente energías y canalice pulsiones. Fuerte e
individualizado y que propicie una transformación de los presupuestos
compartidos por nuestra élite política. Las direcciones colectivas no son
eficientes. HCR no debe dar concesiones. Ojo con la práctica política que
apuesta al corto plazo. La tarea es más compleja. Desconocer al régimen y
batallar por unas nuevas elecciones.
No olvidar que es el líder quien ayuda a los
ciudadanos a convertirse en sujetos de acción política.
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