Ante una victoria democrática de la
oposición, fraude electoral del gobierno, y como expresión de esa frustración,
emboscada en la Asamblea Nacional a los diputados de la Unidad. En esta
ecuación queda exhibida la lógica de la derrota del proyecto político chavista
que sus herederos han mostrado ante el mundo con pruebas fehacientes en la mano
que son fotos, videos, narraciones, audios, silencios y cadenas oficiales
cómplices. No tienen argumento, usan la fuerza que no tienen.
Y este hecho de oprobio, perpetrado con
premeditación y alevosía, el de los coñazos del botiquín rocolero en el que ha
convertido nuestro militarizado congreso, no debe ser entendido cual un ultraje
más a los principios democráticos, sino como la dentellada premonitoria de que
las acciones de violencia del gobierno ilegítimo atornillado en el poder con la
villanía compinche del Consejo Nacional Electoral, son expresión del fascismo
real y creciente ya salido de jaula.
Mientras estas hordas más hablan de amor, más
se asemejan a los heraldos negros. Cuánto más enseñan la Constitución es porque
la están violando con ahínco; en tanto más expectoran de dignidad, más enseñan
su chequera de petróleo con la que tapan la voz a tantos miserables comprados,
unos más fáciles y baratos que otros, seamos objetivos.
A esta periquera que llamamos América Latina
debería al menos darle vergüenza que la mayoría de sus líderes y gobiernos se
hagan de la vista gorda ante tanta tropelía continuada y sistemática. A los
Estados Unidos, siempre pensando con la mano en el bolsillo, tendría que darle
también pena hacerse de vista tan obesa. A las naciones de Europa convendría
mirar más allá de su ombligo lejano y ya en caída. Y más allá también. Porque
lo que aquí ocurre es cuestión de principios pisoteados, de democracia contra
dictadura o a la inversa, de derechos humanos frente a impunidad, de
legitimidad y dignidad frente a trampa e ilegalidad.
Mas aquí adentro, después de quince años que
ya de tan largos parecen todo un siglo en retroceso, se ha levantado un dique
de contención frente a tanto desasosiego y marramuncia. Millones de ciudadanos,
a pesar o en razón de tantas calamidades e infortunios, nos hemos levantado en
voz y acciones unitarias para luchar por el país en el que creemos puede ser.
Contamos para ello con un liderazgo digno, capaz y unido encabezado por
Henrique Capriles que, acompañado por unos diputados elegidos sí por el pueblo,
capaces y valientes, organizan y alumbran a una ciudadanía que crece diariamente
y se defiende con las uñas de un proyecto manipulado desde La Habana, que
cabroneado por las instituciones del Estado venezolano, no expresa sino el
barranco de dictadura y pobreza por el que nos han lanzado los que no tienen
razón ni mayoría.
La crisis existencial que vive Venezuela se
destapa a los ojos de todos. Después no digan que no sabían; que no entendían;
que allá ustedes. ¡Cobardes!
leandro.area@gmail.com
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