jueves, 30 de mayo de 2013

FELIPE GUERRERO, INSTITUTO PEDAGÓGICO, PRIMERA PROMOCION, DIA DEL EGRESADO

El 23 de Junio de 1943 egresó la Primera Promoción de Profesores del querido Instituto Pedagógico de Caracas.
Se están cumpliendo Setenta años de la histórica fecha.
HOY PATRIMONIO HISTORICO NACIONAL

El corazón del hombre está poblado de vivencias y recuerdos que nos proyectan hacia el futuro. De vez en cuando abrimos el baúl de los recuerdos para vivir y contagiar los sueños y las fecundas ilusiones.
Es feliz la memoria que retiene, conserva, mantiene y sustenta los recuerdos. En esa memoria vive la bondad y  la verdad, allí no cabe especie alguna contraria al amor y la justicia.
El Día del Egresado representa una hermosa celebración para iluminar el momento que vive la patria. Este año vamos a compartir el Primer Encuentro de Egresados. Desde la vieja casona del Paraíso  podemos rescatar algunas luces para encontrar y abrir caminos a nuestra dolorida sociedad.
La celebración es una oportunidad para reencontrar  la utopía que bebimos en las fuentes del Pedagógico; esa opción que nos seduce y nos ayuda a soñar un mundo más justo y solidario, pero al mismo tiempo nos convoca a luchar  por construirlo sin desánimo.
Con justificado orgullo, comparto contigo nuestra reflexión sobre el Instituto Pedagógico que te envío adjunta y a la cual puedes acceder desde la siguiente dirección:
«Pedagogos de pie, que la marcha / ascendente de nuestro ideal / nos inspire las notas del canto / nuestro canto triunfal».
Con esta trova eterna y gloriosa iniciamos nuestra generosa marcha magisterial. Todavía resuenan las armonías impresas en el pentagrama por David Acosta bajo el extraordinario arreglo coral del maestro Ernesto Ortiz.
Esos versos que salieron de la pluma brillante de Ramón González nos dieron la bienvenida a la vieja casona del Instituto Pedagógico de Caracas.
En este instante, no puedo impedir que el recuerdo, que es como un río caudaloso que uno lleva constantemente por dentro, me retrotraiga  a través de la muselina gris de la melancolía, a la época de la gloriosa juventud cuando abandonamos la provinciana niñez, de la patria chica y del recinto familiar para partir en busca de los sueños. Hace muchas lunas, descendimos de los páramos andinos así como descienden furiosas las ventiscas; un abrigo de neblina y una ruana de esperanza arropaban nuestra juvenil ilusión magisterial.
Así llegamos a la capital, la Caracas de las millonarias lejanías, la Caracas síntesis de la nacionalidad, la Caracas de los sutiles amaneceres en donde las palabras no son suficientes para describirla, ya que su significado está más allá de lo descriptible...
En la capital, con la conducción de una mano misteriosa llegamos al Paraíso y encontramos el abrazo generoso de imberbes muchachos, en cuyos rostros se dibujaban los signos identificadores de su herencia zuliana, llanera, andina, oriental o guayanesa… Era en definitiva el dibujo de la totalidad de la patria.
Y… todos nos congregamos en la añeja casona para cantar al unísono, por la muchachada estudiantil, sin pentagrama, ni trompetas ni clarinetes: «Que una viva lección de esperanza / brote siempre del pecho jovial / para hacer con arcilla de espíritu / nuestro pueblo inmortal».
Este hogar del civismo y de la libertad abrió sus puertas en el año 1936 y entregó a la patria los frutos de su primera cosecha el 23 de Junio de 1943, razón por la cual el alma mater de la formación de educadores del país decidió celebrar el  23 de Junio de cada año el Día del Egresado en honor a la histórica fecha.
Los aniversarios constituyen siempre ocasiones en que nos detenemos a escuchar el rumor de lo acontecido y sus posibles resonancias en el presente. Hoy, cuando celebramos setenta años de centenares de vendimias, reconocemos con sobrado orgullo que cualquier intento de balance resulta altamente positivo.
Son siete décadas de hondo compromiso con los principales procesos, angustias y anhelos del devenir venezolano; siete décadas en las que la historia de la nación y la del Instituto se han confundido hasta hacerse una sola, intercambiando e intercalando personajes, debates, problemas y realizaciones. Siete décadas que, naturalmente, no han estado exentas de turbulencia, pero que siempre muestran a sus egresados comprometidas con las más altas banderas de la colectividad. No en vano muchos de los nombres fundamentales de la Venezuela contemporánea pasaron por sus aulas, como alumnos, como profesores o como ambas cosas.
Buena la fecha para reencontrarnos en la añeja casona del Paraíso, bueno el momento para volver a los anclajes centrales, recordando a Rómulo Gallegos quien señaló que: «desde aquí brilló para toda Venezuela, una luz serena, sin parpadeos precarios ni chisporroteos alardosos en una personificación de brillantes virtudes y reposada dignidad».
«Que esa obra gloriosa proclamen / las montañas, los llanos y el mar / cuando en voz de los vientos exclamen: / educar, educar, educar».
felipeguerrero11@gmail.com

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