El 23 de Junio de 1943 egresó la Primera
Promoción de Profesores del querido Instituto Pedagógico de Caracas.
Se están cumpliendo Setenta años de la
histórica fecha.
HOY PATRIMONIO HISTORICO NACIONAL
El corazón del hombre está poblado de
vivencias y recuerdos que nos proyectan hacia el futuro. De vez en cuando
abrimos el baúl de los recuerdos para vivir y contagiar los sueños y las
fecundas ilusiones.
Es feliz la memoria que retiene, conserva,
mantiene y sustenta los recuerdos. En esa memoria vive la bondad y la verdad, allí no cabe especie alguna
contraria al amor y la justicia.
El Día del Egresado representa una hermosa
celebración para iluminar el momento que vive la patria. Este año vamos a
compartir el Primer Encuentro de Egresados. Desde la vieja casona del Paraíso podemos rescatar algunas luces para encontrar
y abrir caminos a nuestra dolorida sociedad.
La celebración es una oportunidad para
reencontrar la utopía que bebimos en las
fuentes del Pedagógico; esa opción que nos seduce y nos ayuda a soñar un mundo
más justo y solidario, pero al mismo tiempo nos convoca a luchar por construirlo sin desánimo.
Con justificado orgullo, comparto contigo
nuestra reflexión sobre el Instituto Pedagógico que te envío adjunta y a la
cual puedes acceder desde la siguiente dirección:
«Pedagogos de pie, que la marcha / ascendente
de nuestro ideal / nos inspire las notas del canto / nuestro canto triunfal».
Con esta trova eterna y gloriosa iniciamos
nuestra generosa marcha magisterial. Todavía resuenan las armonías impresas en
el pentagrama por David Acosta bajo el extraordinario arreglo coral del maestro
Ernesto Ortiz.
Esos versos que salieron de la pluma
brillante de Ramón González nos dieron la bienvenida a la vieja casona del
Instituto Pedagógico de Caracas.
En este instante, no puedo impedir que el
recuerdo, que es como un río caudaloso que uno lleva constantemente por dentro,
me retrotraiga a través de la muselina
gris de la melancolía, a la época de la gloriosa juventud cuando abandonamos la
provinciana niñez, de la patria chica y del recinto familiar para partir en
busca de los sueños. Hace muchas lunas, descendimos de los páramos andinos así
como descienden furiosas las ventiscas; un abrigo de neblina y una ruana de
esperanza arropaban nuestra juvenil ilusión magisterial.
Así llegamos a la capital, la Caracas de las
millonarias lejanías, la Caracas síntesis de la nacionalidad, la Caracas de los
sutiles amaneceres en donde las palabras no son suficientes para describirla,
ya que su significado está más allá de lo descriptible...
En la capital, con la conducción de una mano
misteriosa llegamos al Paraíso y encontramos el abrazo generoso de imberbes
muchachos, en cuyos rostros se dibujaban los signos identificadores de su
herencia zuliana, llanera, andina, oriental o guayanesa… Era en definitiva el
dibujo de la totalidad de la patria.
Y… todos nos congregamos en la añeja casona
para cantar al unísono, por la muchachada estudiantil, sin pentagrama, ni
trompetas ni clarinetes: «Que una viva lección de esperanza / brote siempre del
pecho jovial / para hacer con arcilla de espíritu / nuestro pueblo inmortal».
Este hogar del civismo y de la libertad abrió
sus puertas en el año 1936 y entregó a la patria los frutos de su primera
cosecha el 23 de Junio de 1943, razón por la cual el alma mater de la formación
de educadores del país decidió celebrar el
23 de Junio de cada año el Día del Egresado en honor a la histórica
fecha.
Los aniversarios constituyen siempre
ocasiones en que nos detenemos a escuchar el rumor de lo acontecido y sus posibles
resonancias en el presente. Hoy, cuando celebramos setenta años de centenares
de vendimias, reconocemos con sobrado orgullo que cualquier intento de balance
resulta altamente positivo.
Son siete décadas de hondo compromiso con los
principales procesos, angustias y anhelos del devenir venezolano; siete décadas
en las que la historia de la nación y la del Instituto se han confundido hasta
hacerse una sola, intercambiando e intercalando personajes, debates, problemas
y realizaciones. Siete décadas que, naturalmente, no han estado exentas de
turbulencia, pero que siempre muestran a sus egresados comprometidas con las
más altas banderas de la colectividad. No en vano muchos de los nombres
fundamentales de la Venezuela contemporánea pasaron por sus aulas, como
alumnos, como profesores o como ambas cosas.
Buena la fecha para reencontrarnos en la
añeja casona del Paraíso, bueno el momento para volver a los anclajes
centrales, recordando a Rómulo Gallegos quien señaló que: «desde aquí brilló
para toda Venezuela, una luz serena, sin parpadeos precarios ni chisporroteos
alardosos en una personificación de brillantes virtudes y reposada dignidad».
«Que esa obra gloriosa proclamen / las
montañas, los llanos y el mar / cuando en voz de los vientos exclamen: /
educar, educar, educar».
felipeguerrero11@gmail.com
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