El Ilegítimo pretende que, ante su
incapacidad, se silencie el tema de los alimentos para intentar ocultar su
responsabilidad. La duda de Hamlet de
“ser o no ser” (to be or not to be) no tiene cabida en este tema. Le guste o no
al régimen, la producción, importación y
consumo de alimentos es un tema político por antonomasia. Si los
anaqueles están vacios es porque no ha habido una política adecuada de
suministro. Si los consumidores no
pueden comprar alimentos por falta de
poder adquisitivo es porque las políticas oficiales no han incentivado empleos bien remunerados.
El desabastecimiento se presenta por desincentivos a la producción
nacional tales como: invasión de fincas, inseguridad personal, escasez de
herbicidas, insecticidas, fungicidas, fertilizantes, semillas, crédito ( apropiación
indebida de Agroisleña e incapacidad de
Agropatria), no suministro de dólares para la importación de productos tales
como sorgo y soya para la alimentación de aves y cerdos, precios que no
remuneran el arduo y riesgoso trabajo en el campo e importaciones en tiempo
coincidente con la cosecha nacional y a precios más bajos por la sobrevaluación
de nuestra moneda. También por sabotaje
como el del sindicato rojo contra helados Efe. Ocasionalmente el descenso de la
producción nacional podría ser por razones climáticas, pero este no es el caso.
Desde luego que la seguridad alimentaria no
implica que todos los alimentos sean producidos en el país, sino que los mismos
estén disponibles en la cantidad, calidad y
momento que lo requieran los consumidores y que estos tengan la
capacidad financiera para adquirirlos. Por ejemplo, pretender autoabastecernos
de trigo, leche y aceites no tiene sentido, aunque los dos últimos rubros pueden producirse en cantidades limitadas. Importar café, arroz y azúcar es un crimen y
una estupidez, ya que pueden producirse localmente en forma competitiva e
incluso exportarse. Lo ideal sería
tener una balanza comercial agrícola equilibrada, donde las importaciones sean
compensadas con exportaciones de plátanos, cambures, arroz, azúcar, café,
cacao, carne de bovino y otros rubros. Podemos producir maíz blanco para
nuestras arepas e importar ciertas cantidades de maíz amarillo para la
alimentación animal.
Por otra parte, no logramos nada con producir
o importar si no tenemos consumidores que puedan adquirir los alimentos para
una dieta sana. Lamentablemente, por las políticas perversas del régimen, el
venezolano ha perdido poder adquisitivo
por efecto de la inflación y por la destrucción de empresas privadas.
La confrontación no es
entre una eficiente empresa Polar y un gobierno ineficiente, sino entre
los venezolanos que creemos y defendemos la propiedad privada y un régimen
atropellador que quiere reducir el sector privado a una mínima expresión y
sujeto a la voluntad revolucionaria. ¡No
más prisioneros políticos, ni exiliados!
eddiearamirez@hotmail.com
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