lunes, 27 de mayo de 2013

CARLOS E. AGUILERA A., UN APÓSTOL DEL PERIODISMO


(A la memoria de Miguel Quevedo, propietario y director de la Revista Bohemia)
Muchos periodistas le hicieron al autócrata el canto de las sirenas, seduciendo al electorado a su autodestrucción. Muchos recapacitaron y trataron desesperadamente de rectificar su craso error, sin admitir que lo cometieron y el daño que le hicieron a Cuba, su país. Para algunos fue muy tarde, para otros aún había tiempo de rectificar. En Venezuela, se está generando temor, miedo, desesperanza y horror en el pueblo, por los vientos huracanados que desde el gobierno están soplando en contra de la libertad de expresión.
No se debe olvidar que en Cuba, muchos fueron los medios que se unieron al canto de sirena de la revolución socialista, entre ellos la influyente revista Bohemia. Su director, luego de ser capitalista a ultranza, no tuvo el menor empacho de cambiarse a la revolución, engañado como tantos otros por las tentadoras ofertas de los barbudos revolucionarios, que asomaban esperanzas democráticas al pueblo cubano.
Miguel Ángel Quevedo y de la Lastra, heredó de su padre del mismo nombre, la revista Bohemia la más longeva de Cuba e Hispanoamérica fundada en el año 1908. En 1940 a partir de los cambios políticos que experimentaba su país natal con la nueva Constitución, su propietario y editor no vaciló en ningún instante en convertirse en defensor de la democracia representativa recién instalada. Su revista pasó a constituirse en un fenómeno editorial y la publicación tuvo un tiraje para la época de 100.000 ejemplares que se distribuían no sólo en Cuba, sino también en países latinoamericanos.
Una vez instalado en el poder la revolución castrista Quevedo no vaciló en ningún instante en apoyar a Fidel Castro, en la creencia de que su país experimentaría un cambio luego de la caída del régimen de Fulgencio Batista. Al poco tiempo salió a relucir la verdad y se encontró con un ambiente político ajeno al que había apoyado. Ya era muy tarde y Bohemia se convirtió en un instrumento más del totalitarismo que regenta a Cuba. Quevedo, acosado por su propia conciencia tomó el camino del exilio en el año 1960, un año justo después de la instalación del régimen comunista. Exilado en Venezuela, reeditó la revista Bohemia, y sin recursos para hacer frente al compromiso editorial se sintió solo y abandonado, y en medio de la desesperación tomó la trágica decisión de suicidarse.
En carta que envió a un amigo anunciando su propia muerte, hizo un recuento de su experiencia periodística, de la cual citaremos unos cuantos párrafos dado el momento político que vivimos, ante las evidentes manifestaciones del gobierno empeñado en limitar el derecho de expresión y la libertad de prensa. 
He aquí parte de su contenido:
 “Fidel no es más que el resultado del estallido de la demagogia y de la insensatez. Todos contribuimos a crearlo. Y todos, por resentidos, por demagogos, por estúpidos o por malvados, somos culpables de que llegara al poder (…) Bohemia no era más que un eco de la calle. Aquella calle contaminada por el odio que aplaudió a Bohemia cuando inventó ‘los veinte mil muertos’. (…) Fueron culpables los millonarios que llenaron de dinero a Fidel (…) Fueron culpables los curas de sotanas rojas (…) Fueron culpables los políticos abstencionistas, que cerraron las puertas a todos los cambios electoralistas. Y los periódicos que como Bohemia, le hicieron el juego a los abstencionistas, negándose a publicar nada relacionado con aquellas elecciones. Todos fuimos culpables. Todos. Por acción u omisión. Viejos y jóvenes. Ricos y pobres. Blancos y negros. Honrados y ladrones. Virtuosos y pecadores. Claro, que nos faltaba por aprender la lección increíble y amarga: que los más ‘virtuosos’ y los más ‘honrados’ eran los pobres. (…) Fuimos un pueblo cegado por el odio. Y todos éramos víctimas de esa ceguera. Nuestros pecados pesaron más que nuestras virtudes. Nos olvidamos de Núñez de Arce quien dijo: ‘Cuando un pueblo olvida sus virtudes, lleva en sus propios vicios su tirano’. Adiós (…) que me perdonen todo el mal que he hecho”.
Estamos en el camino hacia el paraíso del socialismo utópico. Ese camino no será democrático, como ya lo ha demostrado el autócrata ratificado. Pero es el pueblo el que le ha dado su mandato a sabiendas de lo que hemos vivido los dos años ya pasados. Será el pueblo el que cosechará los frutos de lo que ha sembrado, sean estos dulces o amargos. Pero, ¿qué rol jugará la prensa en ese camino?”
Deben entender quienes tienen en sus manos los hilos del poder que la profesión del periodista no es una actividad circense, ni los medios de comunicación un anfiteatro para exhibirse, tampoco un tribunal para juzgar, y menos para asesorar a ineptos, sino un instrumento y una herramienta para mantener informada a la opinión pública. Hay quienes en el gobierno pretenden tener como cómplice el silencio de los medios, y es por ello que a menudo el periodista soporta presiones y oposiciones. Y no se diga del verbo agresivo e intolerante de voceros del oficialismo contra quienes ellos califican como voceros de la prensa privada, por el simple hecho de no apoyar su mal llamada “revolución bonita”, o por criticar su nefasta gestión.
Dejamos  constancia de nuestro irrestricto respaldo a esa permanente lucha, que es la lucha de todos. La Constitución y las leyes de la República son asideros y garantes, así como el marco legal dentro del cual debe llevarse adelante esta causa.
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
careduagui@yahoo.com @_toquedediana

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