Cuando a la oposición se le tilda alegremente
y sin empacho alguno de fascista, como ha venido ocurriendo en los últimos
tiempos, uno se ve en la imperiosa necesidad de aclarar algunos conceptos
emitidos por panfletistas del régimen, que pretenden hacer creer a la opinión
pública que su revolución socialista, marxista, bolivariana, y por ende
comunista, está enmarcada en las
necesidades de las políticas sociales que amerita el país.
Comenzaremos por referir que el difunto eX Presidente fue un fiel ejecutor de lo que su asesor y mentor en
cuestiones ideológicas Norberto Ceresole,
puso en marcha al inicio de la llamada revolución bolivariana, para
llevarla a cabo y que hasta ese momento aún no se denominaba Socialista del
Siglo XXI. El sociólogo sureño tuvo marcada influencia en los inicios del
gobierno con su llamada noción de
Caudillo+Ejército+Pueblo, que por cierto
ya había sido esbozada dentro del chavismo por J.R. Núñez Tenorio.
Ceresole sostenía la tesis de que “el modelo
venezolano no se parecía a nada de lo conocido, aunque nos recuerda una
historia propia, que generalmente hemos negado por nuestra anterior adscripción
y subordinación ante los tabúes del pensamiento occidental-racionalista
(marxismo incluido). Se diferencia del «modelo democrático» -tanto liberal como
neo-liberal- porque dentro del orden popular (mandato) está implícita — con
claridad meridiana — la idea de que el poder debe permanecer concentrado,
unificado y centralizado (el pueblo elige a una persona que es automáticamente
proyectada al plano de la metapolítica) y no a una «idea» o «institución»”
(sic)
Muchos se preguntarán: ¿ Y que tiene que ver
Ceresole con el fascismo?. Ciertamente que nada. Salvo la similitud de sus
dogmas filosóficos en los que prevalecía el Estado cívico-militar que a la
larga marcaría una tendencia que hasta el día de hoy se observa en el gobierno
chavista, que va ya para los 15 años, con el nazismo que trata de la ideología
oficial del NSDAP (Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes)
comúnmente conocido como Partido Nazi, cuyo fundamento no tuvo excesiva
elaboración teórica, apropiándose, en gran medida, de las ideas fascistas según
las cuales el Estado, para reservar su cohesión y unidad, debía de ser
totalitario.
La admiración por la fuerza bruta y el culto
al jefe único fueron otras dos nuevas aportaciones del nazismo. La situación
social y económica de Alemania después de la Primera Guerra Mundial y el
oportunismo de Hitler hicieron el resto. Hitler y el Partido Nazi lograron un
apoyo popular de gran magnitud como para animar a Alemania a lanzarse a la
conquista de Europa, y en consecuencia a la Segunda Guerra Mundial. Algo así
–salvando las distancias - como la pretensión del chavismo de que con “la
espada de Bolívar que camina por América Latina”, ganar adeptos a su causa, en
los pueblos favorecidos con las dádivas generadas por los ingentes recursos
generados por el petróleo venezolano.
Conviene advertir que desde sectores de
izquierda el nazismo ha sido denunciado como un producto inevitable del
capitalismo y, sobre todo, como fruto de las tendencias imperialistas de los
Estados más fuertes. Según estas impresiones, el germen capitalista que
impregna la sociedad hace posible expresiones de este tipo amenacen
cíclicamente a la humanidad, y quizás por ello escuchamos a diario por boca de
los dirigentes del oficialismo, que todos los males que aquejan a los
venezolanos, son producto del capitalismo salvaje impuesto por el imperio de
los Estados Unidos. Es algo así como si a cada uno de los militantes del PSUV le
hubiesen dotado de un “pendrive”, que lo colocan en su cerebro cada vez que
necesitan despotricar contra quienes los adversan
Quienes pretenden hacer creer que la
oposición es fascista, están arando en el mar, puesto que no lo lograrán por
cuanto el pueblo está totalmente claro con su conciencia nacionalista y piensa
en si misma como sujeto de relaciones sociales, institucionales, históricas,
políticas, culturales y, en general, de todas las manifestaciones de la
convivencia humana. Está consciente además de su protagonismo en los procesos
históricos, sociales, políticos, culturales y otros, en el marco y concepto de soberanía, legitimidad,
supervivencia, economía y autodefensa, y por último despojada totalmente de prejuicios
étnicos, religiosos y de cualquier otra naturaleza.
En esencia, la oposición no comulga con la
teoría fascista de que la desigualdad de clases es natural y provechosa; que
las elites dirigentes son las que deben gobernar; que las libertades
individuales no son derechos, sino concesiones que hace el Estado, siempre y
cuando no sean perjudiciales; que el pacifismo no es sino una muestra de
debilidad y que es necesaria la creación de un orden social jerárquico, entre
otros puntos. Así actúo el fascismo y Mussolini fue su más fiel exponente.
He allí la diferencia entre una oposición
nacionalista y un régimen fascista.
Como solía decir el difunto Ex Presidente y ahora imitado por su devenido inquilino del Palacio de Miraflores: ¡ El que
tenga oídos que oiga y el que tenga ojos que vea”
Miembro fundador del Colegio Nacional de
Periodistas (CNP-122)
careduagui@yahoo.com // @_toquedediana
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