Hemos vivido catorce años de estrés, de
agobio permanente, de violencia e inseguridad creciente, de mentiras,
blasfemias, persecución y acoso, de maltrato físico y mental. Hemos vivido la
división artificial pero profundamente dolorosa de nuestra población, la
destrucción creciente de nuestro sistema democrático, de nuestra soberanía, de
nuestra libertad de expresión, de nuestra economía, de nuestro país.
Pero el 14 de abril ganamos las elecciones,
somos mayoría, el pais es otro. Perdimos el miedo y tenemos un líder a la
cabeza de los partidos democráticos que conforman la Mesa de la Unidad. Tanto
ganamos las elecciones, que los enchufados han evitado a toda costa poner en
evidencia el fraude electoral que cometieron negándose a la auditoría
solicitada ante el CNE por Henrique Capriles Radonsky. No hay otra forma de
entender la negativa del CNE, mas cuando hay precedentes de auditorías realizadas a personajes del PSUV por el CNE
en los mismos términos a los solicitados por Capriles.
La violencia desatada en todo el país y en
particular en la Asamblea Nacional, la persecución de los empleados públicos
que pudieron haber votado por Capriles y la criminalización de la disidencia,
son sólo muestras de lo que son capaces de hacer para mantenerse en el poder,
de lo que son capaces de hacer para desviar la atención de los temas del día a
día: inflación, desabastecimiento, inseguridad, fallas en el suministro de
energía eléctrica y un sin número de problemas de todos conocidos.
Las dificultades de todos los días pueden
nublar nuestro entendimiento y pueden hacernos difícil el darnos cuenta que
estamos atravesando por un pésimo pero transitorio momento; que, por ahora,
estamos sufriendo los embates de la mentira, es decir, de los aferrados al
poder; que la base de apoyo sobre la que se asienta el gobierno se resquebraja
al ser percibido como ilegítimo a los ojos de la mayoría que votó por Capriles,
así como para un porcentaje importante y creciente de quienes votaron por
Maduro, es decir, un porcentaje cercano al 70% de la población del país; que la
legitimidad, aunque así lo deseen, no se puede alcanzar ni imponer por la
fuerza ni por la represión y que al evadir la auditoría el gobierno solo
retrasa, agrava, complica y hace más difícil la solución de la crisis política
que reina en el país desde el 14 de abril; que la verdad no tardará por
imponerse; que la reunificación de los venezolanos esta más cerca de lo que
imaginamos; que el rescate de la democracia y de la dignidad patria no tardará
en hacerse realidad y que en pocos años volveremos a ser el país que soñamos:
un país donde podamos vivir felices de nuevo, donde la inseguridad sea un
cuento del pasado, donde la inversión privada nacional y extranjera, la
creación de empleos de calidad, la disminución del desempleo, nuestro esfuerzo
productivo y el control de la inflación nos devuelvan la calidad de vida
perdida.
Tenemos que mantener clara la meta y el
propósito que nos motiva a pesar de los nubarrones del día a día, tenemos que
mantener la confianza en el liderazgo muy bien ganado de Henrique Capriles y de
los miembros de la Mesa de la Unidad. Ellos irán guiando este proceso y
nosotros tenemos que brindarles todo nuestro apoyo, mantenernos activos y
guardar muy firmemente en nuestro corazón la convicción de que lograremos en
tiempo prudencial rescatar la democracia y el futuro de bienestar y felicidad
que deseamos para nuestra patria.
Arturo Ramos Caldera
aramosc@citruslab.com
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