El
ciberespacio, el twitter y los medios de comunicación están plagados de
interesantes, y no tan interesantes, análisis y opiniones sobre lo sucedido
ayer.
En
efecto, hay mucho que procesar y que decir, aunque hay cosas que, desde mi
punto de vista, son incuestionables y sobre las que no pienso abundar.
La
primera de ellas es la consolidación del liderazgo político de Henrique
Capriles y su discurso de primeras horas de la madrugada es la mejor muestra
del crecimiento y consolidación del mismo.
La
segunda, es el despertar de las redes organizadas del movimiento opositor, que
incluyen desde una mejor organización de la MUD y de las estruturas partidistas
-las viejas, las no tan viejas y las nuevas- que hicieron la diferencia en el
cuidado de los votos y en la participación de un importante grupo de
Observadores Internacionales y que garantizaron testigos y logística para el
desarrollo del proceso, así como varias declaraciones serias y oportunas en
momentos clave; hasta una organización relámpago y voluntaria de los ciudadanos
no militantes, en torno a sus familias y grupos de relación directa, para
cuidar centros, acompañar a la logística de testigos y votantes y garantizar el
traslado de las personas a votar. Creo que por fin estamos entendiendo que la
ciudadanía política no se restringe solamente a tener opinión propia y poder
expresarla, sino a organizarnos y trabajar, juntos y cotidianamente, para
construir una mejor Venezuela.
Y
la tercera, es que se afinó el dibujo de la distribución de Venezuela de
acuerdo a sus preferencias políticas, ratificando que estamos divididos en dos
opciones que se miran de tú a tú, y que una de ellas, no cesa de crecer.
Pero
a lo que si me quiero referir con un poco más de detalle, es a que ayer se
perfiló más claramente el contenido y mensaje de cada una de esas dos opciones:
la opción de una Venezuela del progreso, de la paz y del reencuentro, pero con
firmeza, seriedad y vocación de rescate institucional vs la de una Venezuela de
la machimberra, la amenaza, el amedrentamiento, la división, la violencia y el
manipuleo. Y quiero contrastar esta dimensión de lo sucedido, porque coincido
con quiénes opinan que la reconstrucción de Venezuela, pasa obligatoriamente
por la reconstrucción de un espacio de encuentro y convivencia entre sus
habitantes, aunque, a la luz de lo sucedido ayer, es natural que mucha gente no
vea ni esta tarea como factible, ni que ayer se amplió la ventana de
oportunidad que tenemos para ello.
Y,
para no perder la costumbre, puedo imaginar a todo el que llegado este punto
dice: ¿y qué hace Olga escribiendo en
este tono, en lugar de estar caceroleando o en la calle? Pues debo decir que la
proclamación ilegítima me interrumpió, pero después de escucharla disciplinadamente,
retomo la escritura y sí, se amplió la ventana de oportunidad para la
reconstrucción de un espacio de encuentro y convivencia en Venezuela. ¿A qué me
refiero con ésto?
El
contraste de las dos opciones en Venezuela, se expresó en los discursos, pero
fundamentalmente en la narrativa que se puede leer en algunas intervenciones y
especialmente en las prácticas utilizadas. Además, la expresión de esas
opciones se puede apreciar también en diversos niveles, que son los mismos en
los que debemos analizar si se puede y cómo construir el espacio de encuentro y
convivencia en el país.
Sin
la pretensión de hacer una taxonomía al respecto, podemos identificar 3 niveles
de relación entre las partes: el alto liderazgo político, la vanguardia activa
y la ciudadanía en general.
Voy
a comenzar por el nivel de relación entre el liderazgo político de una y otra
opción. Fueron muy claros los discursos de la madrugada, el del candidato del
gobierno, el de Henrique Capriles y el del alto mando militar.
El
centro del discurso de candidato del gobierno, fue el mantenimiento de la
división como política desde el Estado, de la separación entre los “malos” y
los “buenos”, la típica visión maniquea de la política y la exclusión obligada
de la mitad del país, en consecuencia. Para este candidato, no importa la
cantidad de quiénes no favorecemos su opción política, porque para él la
minúscula diferencia señalada por el CNE en su conteo, se lee como una “amplia”
mayoría que tiene todo el derecho del mundo a imponer a la minoría su proyecto
y su punto de vista. Eso aderezado de cursilería y amenazas que no son novedad
en su discurso, indica una precaria o inexistente visión de lo que significa
vivir en democracia. (Les confieso que pensé que iba a tener que modificar
alguna letra de este párrafo después de escuchar a Nicolás en la “proclamación
ilegítima”, pero más de lo mismo, aderezado con lo que ya vivimos ayer, el
apuro por “darle visos de institucionalidad” a algo que es ilegítimo y una
expresión de la copia a su ídolo, la vocación por “reescribir” la historia).
Por
su parte, el alto mando militar, quién constitucionalmente, así como el CNE
(que triste el papelito de Tibisay hoy, por cierto), le corresponde mantener su
imparcialidad y garantizar el reino de la institucionalidad, obligatoriamente
tiene que incluirse como parte del liderazgo político de una de las dos
opciones, porque desde hace tiempo, pero cada vez con más fuerza, se ha
expresado abiertamente como seguidor de uno de los dos grupos.
Su
vocería incluyó dos elementos que vale la pena mencionar: el primero es la
absoluta contradicción al decir que haría respetar la voluntad del pueblo,
pero, acto seguido, proclamando y felicitando el “triunfo” del candidato del
gobierno; y el segundo fueron las “clases” sobre democracia que intentaron
impartirnos. Es obvio que en eso, como país, no hemos cambiado nadita, porque
siempre en nuestra Fuerza Armada, hay un grupo de efectivos que tienen vocación
de “hermano mayor” de los ciudadanos, en cuanto a la construcción de la vida
democrática del país, pero que en el fondo se creen con el poder y la moral
para decidir nuestro destino. El problema de siempre agudizado porque, en este
caso, no tienen mucha idea de lo que significa una vida en democracia. Creo que
no les vendría mal tomar unas clasecitas con Elías Pino, por ejemplo.
Tanto
el candidato del gobierno como los militares, en sus intervenciones, hicieron
referencia a la Constitución, incluso blandieron el librito azul. No obstante,
parece que no les queda claro que sabemos que no basta con mencionarla o blandirla
como bandera, hay que cumplirla para poder comenzar a hablar de ella y de
institucionalidad.
En
contraste con esos discursos, el del candidato Hernique Capriles fue apegado a
la institucionalidad y firme, sin remilgos ni cursilerías, retando al poder a
jugar de verdad dentro de la democracia.
Pero
en ese nivel, el del liderazgo, no sólo apreciamos la actuación y los discursos
de los candidatos y el alto mando, sino también otros voceros. Ayer, los
voceros del Comando Simón Bolívar y de la MUD, en su mayoría hicieron muy bien
su trabajo con intervenciones oportunas, sensatas y bien argumentadas. Fue así
ayer, pero también en los días precedentes en los que destacó por su seriedad y
contenido, el acto de los Artistas en apoyo a Henrique Capriles, en el que hubo
impecables intervenciones, entre las que destacan las de Elías Pino y Leonardo
Padrón.
Eso
no es precisamente lo que podemos decir de los voceros del gobierno y el alto
mando que llenaron de insultos y amenazas sus intervenciones durante el tiempo
de campaña. Los militares declarando su adscripción a una opción política
específica, lo cual, como ya mencioné y todos sabemos, es violatorio de la
Constitución y los civiles, con múltiples y descaradas intervenciones haciendo
campaña durante el proceso electoral y fraguando amenazas abiertas y
soterradas, hasta con chistecitos tristes como el de una ministro que, más que
un chiste, constituye una apología a la violencia. (Aquí les dejo esta captura
de pantalla para los que no sepan a qué me refiero)
Antes
de pasar al segundo y tercer nivel de esta relación, debo agregar que, en este
momento, se está iniciando una nueva violación, por parte del liderazgo del
grupo del gobierno, de la institucionalidad del país, al forzar y apurar la
proclamación de su candidato como presidente electo. Una clara maniobra por
tratar de imponer a la machimberra un resultado electoral dudoso, pretendiendo
ganar con fuera de las urnas unas elecciones altamente cuestionadas. (algunos
agregados que encontrarán entre paréntesis los acabo de poner a propósito de la
”proclamación ilegítima”)
El
segundo nivel sobre el que quiero hacer algunas apreciaciones, es al que
denomino la vanguardia activa. Se trata de un nivel intermedio de relación
entre los dos grupos, que se da entre los exponentes de los activistas,
militantes o no, de ambos sectores.
En este nivel, por un lado tenemos a los
voluntarios, cientos de miles de personas que participaron como testigos que
cuidaron las mesas, grupos organizados que trabajaron en la logística de los
centros, en las salas situacionales organizando
el apoyo y recopilando las denuncias, movilizadores de sus grupos de familiares
y amigos o de desconocidos y por el otro, a los malandros de oficio, armados,
paseándose a pié o en moto, encapuchados o no, amedrentando a la gente para que
no se quedara sin votar, pero obligándola a marcar la cara de un candidato.
En
este segundo nivel es importante aclarar que hay voluntarios que actúan de
buena fe en los grupos que apoyan al candidato del gobierno, pero,
lamentablemente, en ese ámbito, son una minoría, porque entre ellos predominan
los “activistas a sueldo” y los “malandros de oficio”, que pueden ser pagados o
no, pero que están armados y se divierten cumpliendo su labor de amedrentar.
En
este nivel vivimos las más claras expresiones de diferencia entre las prácticas
de ambas opciones, porque, por una parte tuvimos el placer de apreciar la
entrega y madurez de muchos, su dedicación a pesar del temor que podían sentir
por cumplir con su voluntariado en situaciones de riesgo, de tensión o
simplemente adversas; y por la otra, vivimos la saña y agresión de los
violentos, tratando de conservar el espacio político del grupo de gobierno, en
las calles y con amedrentamiento.
Vimos
grupos de motorizados pasando a amedrentar desde tempranas horas por los
centros electorales, vimos personeros del gobierno plantados en algunos centros
obligando a los ciudadanos a practicar un “voto asistido”, vimos a los
malandros amenazar, disparar, agredir. Muchos son los casos, las denuncias, los
videos, los relatos y las fotos que nos quedaron de ello. Vimos como también, esas
prácticas aumentaban en la medida que avanzaba el día y se acercaban los
escrutinios, pero vimos como se arreciaron a la hora del conteo y los cierres
de mesa, cuando se agredieron a testigos para sacarlos de los centros y evitar
que se hicieran las auditorías. No se trató de hechos aislados, sino de una
práctica orquestada y organizada desde el poder.
En
este nivel hay muchas cosas que decir, pero quiero hacer referencia a tres que
creo deben prender más nuestras alarmas: la primera es la agresión a las
personas que estaban presentes a la hora del cierre de los centros y que, como
en el caso del Liceo Bicentenario de Turmero del Estado Aragua, sacaron a tiro
limpio.
La
segunda es la, sin precedentes, agresión a la sede donde estaba funcionando la
Red de Observación Electoral que coordina Asamblea de Educación. En ese caso
específico, llegaron 20 motorizados armados, a agredir a los voluntarios que
allí prestaban su colaboración recibiendo y procesando el desarrollo del
proceso electoral en una muestra de centros, en los que la Red despliega sus
Observadores y documentando las irregularidades que se producían a lo largo del
proceso. Una Red de Observadores acreditada por el CNE con una larga tradición
cumpliendo esa función en nuestros procesos electorales. Allí llegaron,
amenazaron, golpearon a uno de los que trató de oponerse a su agresión,
rompieron y robaron equipos. No pudieron paralizar el trabajo de la Observación
Electoral, porque se encontraron con un grupo de gente que no más salieron los
malandros por la puerta, con mucha indignación y temor, pero con mucho más
entereza y carácter, se reintegraron a sus funciones, recuperaron la estructura
de la operación y continuaron cumpliendo con su trabajo. Quiero aquí expresar
mi agradecimiento y reconocimiento a todos ellos. Aquí pueden leer una reseña
de lo sucedido.
Y
la tercera, es a la unidad “cívico-militar” que tanto ha sido cacareada por
esta gobierno como parte estructurante de su propuesta política y que ayer se
expresó, lamentablemente, con el apoyo irrestricto de algunos grupos de
militares y milicianos a los actos de agresión a amedrentamiento de los
malandros, aunque estuvieran encapuchados. Esta actuación, además de ilegal, es
inadmisible en cualquier país que se denomine democrático, porque no es más que
la expresión de la puesta de las armas al servicio de una parcialidad política
y condena a todo el que no se identifique a la imposibilidad de participación.
¿Esta
es la única cara que tiene para mostrar la tan cacareada unidad cívico-militar?
Este
nivel obviamente, contrasta por la naturaleza de sus prácticas. No resulta
fácil el encuentro y en algunos casos, lo posible, tendrá espacio cuando se
recobre la institucionalidad y las cosas se llamen y se traten por sus nombres.
Y
finalmente, hay un tercer nivel, el más importante, el nivel de relación
ciudadano-ciudadano que es dónde estoy segura que podemos fraguar con mucha más
firmeza nuestro espacio de encuentro, éste es, aunque no lo parezca, el más
importante, el que permite reconstruir los puentes para la convivencia de
verdad, pero además, es el que podemos trabajar directa y cotidianamente. Este,
en el que se puede concentrar el mayor desconcierto y la molestia, es el nivel
en el que tenemos la mayor ventana de oportunidad para el reencuentro con el
otro.
Y
para reencontrarnos, no tenemos que ignorar las cosas que nos separan o nos
enfrentan políticamente. No, por el contrario, tenemos que reconocernos
diferentes, pero también identificar las coincidencias y trabajar a partir de
ellas. Podemos estar ejerciendo nuestro derecho a la protesta, exigiendo la
auditoría del 100% de los votos como estamos convocados para hacerlo en estos
días, pero debemos hacerlo dialogando con el otro, expresando nuestras razones
y debatiendo argumentos.
Ese
es parte de nuestro trabajo ahora. Así como hablamos de convencer al que
pensaba diferente y conquistar votos de los que apoyaban al gobierno pero eran
sus críticos en estas elecciones, nos corresponde ahora, conversar con todos
los que tengamos cerca y podamos explicarles por qué no se puede ignorar el
resultado de estas elecciones y qué tipo de dinámica debería promoverse desde
el poder para construir un país en el que entremos todos.
En
este nivel, aunque provoque, no podemos dejarnos llevar por las pasiones y
seguirle el juego a los violentos, encabezados en su discurso por el candidato
del gobierno (así lo seguiré llamando hasta que se terminen de realizar las
auditorías) En éste, estamos todos como ciudadanos y por ello estamos llamados
a ubicar a nuestros familiares, amigos y conocidos que piensan diferente y que
ayer expresaron su voluntad con o sin presiones y conversar con ellos sobre lo
sucedido, sobre los resultados y sobre la intención del gobierno de legitimar,
por la vía de la imposición, un resultado electoral sobre el que ellos mismos
tienen dudas e invitarlos a participar con nosotros.
En
éste nivel, podemos, con nuestras prácticas democráticas desmontar poco a poco
la dinámica de la mentira, del miedo y la violencia como política de Estado y
acompañar a nuestro liderazgo en la tarea que se propuso, con la que
coincidimos y en la que aún se mantiene.
En
este nivel, de tú a tú, tenemos una ventana de oportunidad que aprovechar.
oiramoss@gmail.com
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