martes, 23 de abril de 2013

CARLOS E. AGUILERA A., LOS SOCIALISMOS DEL SIGLO XXI

 “¿Hay el socialismo del siglo XXI? ¿o los socialismos de este siglo?”  Heinz  Dieterich
La expresión “socialismo del siglo XXI” la introduce el sociólogo y escritor alemán
Heinz Dieterich Steffan
Heinz Dieterich Steffan, residente en México e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana de la capital mexicana, frase de la cual se apropio luego el difunto Presidente Chávez en el año 2005, cuando en el V Foro Social Mundial la pronunció vehementemente.
Después de la caída de los modelos socialistas de Europa del Este, según  Dieterich había que recuperar los valores del marxismo haciéndolos más viables en el desarrollo regional, con democracia participativa y protagónica y con organizaciones de base.
Para Dieterich, el proceso cubano tenía las virtualidades de su lealtad a los principios revolucionarios, pero con problemas de renovación de cuadros y una economía sin mayor posibilidad de recomponerse por varias circunstancias, entre estas el bloqueo del gobierno norteamericano, circunstancia  que Chávez–de 45 años de edad–  con la riqueza petrolera de Venezuela y un carisma extraordinario, asumió el rol protagónico.
El sociólogo y escritor alemán acompañó a Chávez hasta el año 2007 y se alejó señalando discrepancias que se produjeron por la profundización del caudillismo en Venezuela, por el abandono de principios ideológicos, y porque a las organizaciones de base se les privó de su razón de existir, evitando convertirse en expresión participativa, para deformarlas a lo actualmente son, grupos que deben movilizarse,  a fin de enfrentar a quienes confrontan con el poder,  ejercido en forma totalitaria.
Acusó Dieterich entonces la existencia de una burocracia en la sede del poder, es decir en Miraflores, con visos  de corrupción y de alejamiento de lo que debió ser la esencia del socialismo del siglo XXI, que a su juicio era conjugar igualdad con libertad.
Dieterich no dudó de que en las pasadas elecciones presidenciales del 14-F, Maduro  tenía la primera opción, pero al mismo tiempo expresaba que este es un “político convencional que nada tiene de revolucionario”.
Siempre los pueblos han expresado ante grandes circunstancias su solidaridad con el voto, y en el caso venezolano Maduro siendo Presidente encargado, para ese momento manejaba las cuentas del petróleo de Venezuela, lo cual le permitió ofrecer todo lo que se le ocurriera y eso en la coyuntura estaba por  encima de la realidad que vivía el país con escasez y el encarecimiento de bienes de servicio y de la gravísima inseguridad.
Pero, además, Maduro recogió el sincretismo religioso que en los últimos tiempos caracterizó al presidente Chávez, cuando había dejado atrás las frases del 2007, dirigidas a los obispos venezolanos: “Les recomiendo a los obispos que lean a Marx, a Lenin, que vayan a buscar la Biblia para que vean el Socialismo en sus líneas, en el viejo y nuevo testamento”.
Por eso, lo del “pajarito chiquitico” que le silbó a Maduro en el templo, recoge la simbología del bautismo de Jesús por Juan Bautista en el río Jordán, que relata el evangelista Marcos “mientras –Jesús– subía del agua, los cielos se abrieron y el Espíritu Santo descendió sobre él como paloma; y se escuchó una voz desde el cielo: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia”.
Un tuit de @piter_kant que se reprodujo en varios diarios del mundo en los días previos a las elecciones presidenciales venezolanas, expresa: “Los borrachos, los niños y Mujica siempre dicen la verdad”.
La referencia es porque en Latinoamérica aún existen gobernantes socialistas que fueron perseguidos, torturados y encarcelados, por dictaduras represivas y fascistas, que en el ejercicio de sus gobiernos defienden la libertad y el derecho de quienes discrepen con ellos a expresarse libremente, y respetan a las instituciones y los espacios de información y opinión,  pese a ser críticos de sus decisiones y acciones. Son ejemplos del socialismo del siglo XXI, como la expresidenta Bachelet en Chile, la presidenta Dilma Rousseff, de Brasil, –como su antecesor Lula–, y el presidente Mujica, de Uruguay.
Se dice que quien sufre en carne propia la represión y la cárcel y llega al poder, tiene dos posibilidades, o hacerle lo mismo a otros, o repudiar su práctica y gobernar en democracia y libertad. Esta última fue la opción de los gobernantes antes indicados.
En nuestro país, creemos  con fe y optimismo que vamos a salir de este laberinto, de lo cual estamos seguros  ocurrirá  pronto  y que podamos ver en el futuro cuando un fiscal o juez no se apegue a las intenciones del entorno gobernante; que no sea  tachado de corrupto, prevaricador o timorato; porque  lo contrario, necesariamente lo tendrá sometido al poder. Es necesario que quienes detentan en los actuales momentos el poder eliminen la soberbia y comprendan que sus espacios no serán eternos, y que  acaricien por el contrario la idea de que algún día tendrán el privilegio de caminar por las calles, sin sirenas y sin escoltas.
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana

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