PÁJARO
DE MAR POR TIERRA
Nicolás
Maduro elevó la discusión hasta los cielos, el lugar donde los pájaros hablan,
los unicornios pastan en campos de oro y las arepas son cuadradas. No hay que
despreciar esas habilidades, ni las de los pájaros (sobre todo los bravos) ni
las de Maduro porque, al fin y al cabo, pusieron al país a conversar sobre sus
inéditas destrezas auditivas. En un país donde el Ministro de la Defensa es un
activista rojo, los miembros del partido de gobierno tienen la clave de acceso
para 45 mil máquinas de votación, los gobernantes abusan hasta lo indecible en
las emisoras de radio y televisión estatales, y Tibisay jura que es imparcial,
es perfectamente posible que el candidato encargado pueda comunicarse con el
pájaro campana. Debe agradecer que la reencarnación no haya ocurrido en forma
del conejo de la suerte, el Bugs Bunny imperialista, o del enloquecido Chiguire
Bipolar que corretea por las páginas de Internet.
Tales
fantásticos acontecimientos que han hecho sonreír a medio mundo (la otra mitad
del mundo anda desternillada, en la Misión Carcajada Adentro) revelan la zona
de disolución en la que ha entrado Venezuela en estos días de campaña
electoral.
LOS
TEMAS ESENCIALES SON:
El caso se resume en que Henrique Capriles al lanzarse a fondo en el desafío por la presidencia ha puesto al gobierno a la defensiva. Y Capriles está a punto de encabezar una importante victoria política, aun si la victoria electoral debido al ventajismo, las trampas y el miedo, no lo acompañara. La campaña opositora por fin ha tenido la virtud de colocar una serie de temas en la agenda nacional, a pesar del escaso tiempo con el que se ha contado.
Los temas principales son:
1.Ataque
a fondo contra la entrega de la soberanía nacional a Cuba. El candidato ha
pasado a denunciar lo que significa que el abanderado del gobierno haya sido
escogido por su lealtad a los jefes cubanos y, peor aún, se haya comprometido a
seguir bajo su égida.
2.Denuncia
del papel de los mandos militares, en particular del oficial Molero Bellavia,
tanto en la sumisión a los dictados del gobierno cubano como por su condición
de inocultable activista rojo en clara, abierta y descarada violación de su
juramento como militar y de sus obligaciones constitucionales.
3.Capriles
ha denunciado lo que ha llamado "fraude institucional" a propósito de
la sentencia que le permitió a Maduro ocupar en forma ilegítima la Presidencia
(dijo Capriles: "Hoy, día de dolor, el TSJ, por lo visto la única
institución que trabajó hoy, produjo una sentencia de contenido político, un
fraude... Nosotros no vamos a permitir que el dolor que siente nuestro pueblo
sea la excusa para el fraude institucional"). De manera adicional hay que
señalar que fue la primera vez que el candidato usó de manera clara y
contundente la expresión "fraude".
4.Enfrentamiento
al Consejo Nacional Electoral porque éste permite el uso del aparato del Estado
de forma continuada, ventajista, ilegal y fraudulenta, para que el candidato
del oficialismo -y más recientemente del pajarito parlanchín- sea Presidente
electo por las buenas o por las malas.
5.Denuncia
de una evidencia de las prácticas viciosas consuetudinarias, pero que ahora
formula la oposición en su conjunto, al encontrarse con las manos en la masa a
funcionarios del gobierno con la clave de acceso a las máquinas de votación, lo
cual es un indicio de las "posesiones" rojas en términos del sistema
electoral. No es ni la primera, ni la única, ni la más grave evidencia de
tejemaneje por parte del oficialismo, pero es la que -¡por fin!- ha servido
para que los que creían en la pulcritud electoral denuncien las prácticas
fraudulentas.
UNIDAD,
CLARIDAD Y DECISIÓN.
Por
primera vez en mucho tiempo se comienza a producir una unidad que va más allá
de lo circunstancial; es la unidad en torno a la caracterización del régimen
presente. No es una democracia, como cierta ingenuidad opositora pensaba; no es
una democracia imperfecta y trastabillante, como otros menos ingenuos asumían;
no es tampoco una dictadura clásica como la de Marcos Pérez Jiménez o Rafael
Leonidas Trujillo. Es algo más complejo; es un neoautoritarismo que logra lo
que las dictaduras clásicas consiguen pero con métodos con los cuales la
comunidad internacional se hace la loca. No elimina los partidos, pero los
asfixia; no encierra a (todos) los dirigentes políticos, pero los enjuicia; no
cierra medios de comunicación independientes (salvo los seleccionados), pero
los compra, ahoga o somete; no siempre impide las elecciones sino que las
multiplica y a través del ventajismo y el fraude las gana.
Esa
caracterización común ha permitido entender estas elecciones dentro de un
contexto de lucha más amplio. Capriles fue sólo un candidato -aunque bueno-
para las elecciones del 7 de octubre; entonces cometió severos errores como los
de excluir a unos y manejarse como si la competencia con su rival hubiese sido
limpia ("no hubo fraude"); ahora Capriles es otro personaje, que sin
dejar de ser lo que básicamente es como ser humano, ha añadido una fuerte garra
a su presencia pública y ha desafiado al régimen, a Maduro y al CNE como quien
empeña todas su fuerzas sin cálculos ulteriores.
Ya no es sólo un compromiso de carácter personal en un esfuerzo inmenso ("dispuesto a dejar el pellejo") sino también político: sabe que se enfrenta a la máquina del Estado completa y lo asume.
Esta
actitud ha generado una unidad superior. Ahora los que denuncian fraudes no son
los radicales a los cuales los "moderados" acusaban de desestimular a
los electores para provocar en forma encubierta la abstención. Ha llegado el
momento en que se comprende que la lucha por condiciones electorales
democráticas puede ser estímulo para votar.
LA
ABSTENCIÓN.
Desde
luego el fenómeno de la abstención ronda tanto al oficialismo como a los
demócratas; a los primeros porque Maduro no es Chávez y no representa a todas
las facciones en pugna dentro del régimen; en el caso de la oposición porque se
viene de dos fuertes derrotas consecutivas y hay desencanto. Pero así como los
que se abstienen del lado del gobierno lo hacen por los errores de su
dirección; del mismo modo ocurre en la acera democrática; por lo que es
incorrecto tener como culpables a los que de este lado se abstienen. Si se
comprende esto, quedan pocos pero valiosos días para promover entusiasmo,
convicción y apoyo, y galvanizar aquellos legendarios 6.5 millones de votantes
del pasado octubre.
Contar 100% de los votos, auditar la tinta, exigir la salida de la Milicia del Plan República, eliminar las captahuellas, son planteamientos indispensables. Lo que se logre es ganancia neta. Luego, a votar. Si Capriles tuviera los votos comenzaría otro tiempo; si Maduro ganara como candidato del Estado fraudulento, su carencia de legitimidad se profundizaría.
www.tiempodepalabra.com
Twitter @carlosblancog
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