Este 14 de marzo, fue dado a conocer en la
Ciudad de México el Informe sobre Desarrollo Humano 2013, cuyo subtítulo es “El
ascenso del Sur: Progreso humano en un mundo diverso”. Este Informe es
elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
desde 1990, y evalúa en su edición actual la información sobre 187 países,
proporcionada por los organismos intergubernamentales de la ONU, considerando
rubros como esperanza de vida al nacer, años promedios de escolaridad, ingreso
nacional bruto per cápita, etc., a fin de producir el índice compuesto sobre
desarrollo humano (IDH), clasificando a los 187 países citados de mayor a menor
en su desarrollo humano.
Los hallazgos del informe son muchos, y
varios merecerían una discusión detallada y profunda, pero uno de ellos me
pareció rotundo e iluminador: El país latinoamericano con mayor IDH y tal vez
el único dentro de la clasificación del PNUD de “Desarrollo Humano Muy Alto”,
no es Cuba, como insistentemente señalan sus corifeos. Pero tampoco es
Venezuela, ni Ecuador, ni Bolivia o algún otro país seguidor del llamado
“nuevo” socialismo. No, ese lugar le corresponde al liberal Chile, merced a
consistentes y continuadas políticas de apertura, pro mercado y libre comercio.
Al respecto, cabe considerar que en la estimación que el PNUD realiza para
1980, Argentina y Uruguay rebasaban a Chile en IDH y que Venezuela y Cuba casi
le igualaban; hoy esos países están debajo.
No deja de ser notable que confiando en la
competencia y los mercados, Chile tenga un nivel de desarrollo humano muy
superior a países latinoamericanos que prefirieron confiar en el
intervencionismo del estado y el dirigismo de sus caudillos. Ello a un costo
económico muchísimo menor y, a diferencia de los países del “nuevo” socialismo,
respetando los procedimientos democráticos y la independencia y autonomía de
sociedad civil, medios de comunicación, universidades, partidos,
inversionistas, sindicatos, etc. Quizá países como Argentina, Venezuela o Cuba
(si uno cree absolutamente todos los datos del PNUD) tengan hoy un nivel de
vida menor pero algo comparable al de Chile, mas lo han hecho con mucho mayor
desperdicio, corrupción, represión, irrespeto de Derechos Humanos y
propiedades, polarización, dolor humano. A tamaño costo, cabe cuestionar si
realmente esos países tienen eso que se llama “desarrollo humano”. E incluso
por cuánto tiempo, como dejan ver las crisis económicas diarias que hoy viven
Argentina, Cuba, Venezuela…
En buena medida, las conclusiones del IDH
2013 tienen más parecido a los resultados de otros Índices que lo que los
analistas e intérpretes del PNUD aceptarían, tales como el Índice de Libertad
Económica del Fraser Institute, que muestran que mayor libertad conlleva mayor
bienestar. El crecimiento del IDH en países como Hong Kong, Corea del Sur,
Nueva Zelanda, Singapur y tantos otros da cuenta de que las libertades
fundamentales son los factores primordiales que explican y sustentan el
crecimiento económico a largo plazo. Los países que favorecen la libre elección
(la libertad económica y las libertades civiles y políticas) por sobre los
derechos sociales tienen más probabilidad de conseguir un crecimiento económico
sostenible y alcanzar muchas de las características distintivas del desarrollo
humano. Por el contrario, la búsqueda de derechos sociales mediante la
planificación central y una mayor coerción del Estado tienden a ser
contraproducentes a largo plazo.
Al respecto, no puede dejarse de observar que
hay una abundante interpretación ideológica de los datos del IDH por parte de
los analistas del PNUD. Así, desde el principio se leen cosas como “bienestar
social”, “mejora de la igualdad”, “estado desarrollista proactivo”, un “mundo
más justo e igualitario”, “políticas a favor de los pobres”, un Norte
caracterizado en crisis con “millones de personas desempleadas (…) y privadas
de beneficios”… desde mi punto de vista, demasiada ideología para un informe
que se asume no como un “conjunto específico de recomendaciones políticas” sino
como un esfuerzo para “implementar políticas pragmáticas”.
Por eso no extraña que en aras de alabar a un
supuesto estado filantrópico y justiciero, el Informe no hable del movimiento
de transfondo que explica realmente el crecimiento de los países del sur en los
últimos años. La causa de su avance en los últimos quince años es bien
conocida, excepto para el PNUD: la bonanza comercial para los países
exportadores de productos básicos, así como para las economías basadas en
producción manufacturera, gracias a la apertura y la liberalización en las
economías en desarrollo (particularmente China e India), el aumento de sus
clases medias y a la aceleración de la globalización. Además, durante esos casi
15 años, ha existido un amplio consenso en la práctica de que los gobiernos
administren sus cuentas de manera responsable: déficits pequeños, baja
inflación, programas de lucha contra la pobreza bien enfocados y temporales,
autonomía de bancos centrales, etc. Este trasfondo es lo que explica cómo los
países vienen convergiendo en niveles más elevados de desarrollo humano, y que
el Informe no reconoce o no lo hace explícitamente, aún cuando en algún momento
sus analistas aceptan que “el incremento de la apertura hacia el comercio
guarda una relación con el logro creciente del desarrollo humano en la mayoría
de los países en desarrollo”. A pesar de esa omisión (¿deliberada?), los logros
de países como Chile son un recordatrorio oportuno de dónde se encuentran las
prioridades reales.
Concluyo con un comentario sobre la situación
de Argentina, que aparece en el IDH 2013 como el segundo país latinoamericano
con mayor desarrollo humano. Es lamentable que el PNUD (y otros organismos de
la ONU, como la Cepal y tantos más) no establezcan un filtro de confiabilidad
en la información que usan y les proporcionan los gobiernos. Hoy es ampliamente
reconocido (menos para la ONU y sus organismos) que las estadísticas de
Argentina están hechas por “patoteros del mercado central o de barrabravas” y
no cuentan con la calidad y la credibilidad necesarias, desde el año 2007 cuando
el Gobierno Kirchner tomó la decisión de intervenir el Instituto Nacional de
Estadística y Censos (Indec), lo que podría explicar el súbito crecimiento del
IDH de Argentina a partir de esos años y que el PNUD no advierte. Es el caso de
Argentina, pero podría ser también el de otros países de la región. Si los
gobiernos de países como Ecuador, Venezuela, Cuba o Bolivia agreden
cotidianamente a medios y periodistas, ¿a qué otros excesos no llegarán con la
información estadística que mide sus logros y resultados?
@victorhbecerra
Víctor
H. Becerra
victor.becerra@mexico.fnst.org
http://wikikeando.wordpress.com/2013/03/19/no-cuba-no-venezuela-es-chile/
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