Pasada la sorpresa por la renuncia del Papa,
persiste el impacto por los
acontecimientos inéditos que ha desencadenado: un Obispo de Roma emérito, un
pontífice que asegura total obediencia a su sucesor, cardenales despidiendo al
Santo Padre en vida. Hace 600 años que ello no ocurría. El planeta en vilo
pendiente del epicentro espiritual de
Occidente, millones de católicos y no católicos siguiendo minuto a minuto las
evoluciones de lo que ocurre en la Santa Sede.
Para este mundo obsesionado con el poder no
es fácilmente digerible que alguien renuncie a él. Mucho menos comprensible que
lo haga libremente, por razones de
conciencia y bajo el manto de la oración. Nadie comprende nada si no es
creyente. No se puede medir el cielo por la tierra. Benedicto XVI ha dicho que
Dios le reveló su misión en adelante: orar por el bien de la Iglesia y por la
humanidad sufriente y desorientada. Eso lo entiende y lo difunde de manera
acertada la prensa católica; la prensa secular, específicamente aquella
irreverente, inescrupulosa y profundamente ignorante sobre estos asuntos,
aficionada a “montar ollas” y aferrada
al escándalo, esparce disparate tras disparate.
Los católicos tenemos el deber de proclamar
la verdad. Es preciso que conozcamos sobre la historia y los principales
conceptos, contenidos y términos de nuestra religión y nuestra Iglesia.
Debemos, en una coyuntura como esta,
acertar a definir qué es un Cónclave, diferenciar un cardenal de un
obispo, reconocer una ceremonia correctamente llevada.
Que seamos capaces de explicar qué significa
el “ministerio petrino”, entender por qué se le llama Santa Sede al lugar donde
reside el Papa, cómo se elige al sucesor de Pedro y de qué manera los
cardenales electores están asistidos por el Espíritu Santo. En cuanto a los
profesionales de la prensa, creyentes o no, tienen el deber, en aras de la
ética, de preguntar e indagar para evitar sandeces que banalicen y errores que
desinformen y confundan.
Saber y comprender, desde la perspectiva de
la fe, es lo que nos hará confiables a la hora de difundir, aclarar cualquier
imprecisión o desvirtuar la posible mala intención con que se traten estos
temas de cara a un mundo cada vez más tecnológico y a ratos terriblemente
desinformado sobre el fondo de los hechos sociales, políticos y religiosos. Es
responsabilidad de cada laico que profese esta religión informarse, proveerse de las herramientas
para acrecentar nuestra cultura católica, hoy siempre disponibles a través de
una gran variedad de medios y recursos.
Este tiempo maravilloso, lleno de
apasionantes sucesos que culminarán con la elección del próximo pontífice, nos
invita a un compromiso mayor. Es una bendición compartir estos días, vivir para
contar este momento histórico que nos reafirma en la misión trascendente de la
Iglesia que integramos. Es una excelente oportunidad que no debemos desaprovechar.-
www.conexionRCL.com
mackyar@gmail.com
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