lunes, 25 de febrero de 2013

OSWALDO ÁLVAREZ PAZ, LA HORA DE LA VERDAD, DESDE EL PUENTE

La verdad tiene su hora. No hay secretos eternos. Lo que se sabe y lo que se sospecha es de tal gravedad, que Venezuela tiene que prepararse para asumir las consecuencias de las verdades que asoman en el presente inmediato. Estamos demasiado condicionados por la vocación del oficialismo hacia el disimulo y la mentira.
Por nuestra formación y trayectoria somos dados a buscar entendimientos sobre la base del diálogo abierto y sincero. En lo personal desde la época de presidente del Centro de Estudiantes de Derecho, de la Federación de Centros Universitarios o como miembro del Consejo Universitario de la Universidad del Zulia, único centro de estudios superiores que en la primera mitad de la década de los sesenta quedó fuera del control “extremista” –MIR y PCV- apóstoles de la revolución cubana- esa fue nuestra conducta. Pero ello  nunca excluyó la confrontación recia, el combate sin tregua contra adversarios siempre muy respetados en lo personal. Entre ellos conservo grandes amigos hasta ahora, a pesar de la naturaleza de la lucha. Igual cosa podemos afirmar durante  cinco períodos constitucionales en la Cámara de Diputados, la cual me toco hasta presidirla en los setenta. En COPEI ha sido lo mismo. Como deportista activo igual, cuando lo fui.
Digo estas cosas porque me preocupa cierta exageración en los llamados al diálogo y a la búsqueda de entendimientos con quienes trabajan para eliminar la democracia, consolidar la dictadura comunista que construyen retadora y cobardemente, entregar la Soberanía nacional a Cuba, negociar apoyos políticos internacionales sobre la base del soborno y el despilfarro de nuestros recursos y convertir al hampa común, hoy crimen organizado, en instrumento para  el miedo y el terror ciudadano. El control absoluto de todas las ramas del poder público, incluido el poder electoral, está cerrando las vías institucionales para luchar en igualdad de condiciones y las iniciativas de acuerdos. Incluso las humanitarias basadas en la justicia, son objeto de burlas insólitas.
El problema trasciende a Chávez. Moribundo, grave o sano, la consolidación de la dictadura no se detiene. Civiles y militares hemos jurado “sostener y defender, cumplir y hacer cumplir, la Constitución y leyes de la República”. ¿O no? El sol brillará de nuevo sobre Venezuela.
oalvarezpaz@gmail.com 

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