jueves, 14 de febrero de 2013

ALBERTO JIMÉNEZ URE, EL «CÁLIZ SAGRADO» DEL PRIORATO DESPÓTICO

«Con o sin charreteras, un paria jamás resguardaría a ninguna patria. Nunca su juramento de cumplir y hacer cumplir una constitución y leyes parecerá cosa diferente a una picaresca puesta en escena teatral, con patéticos espectadores convocados para ridículamente ovacionarlo cual si se tratase de un o una pontífice»
Durante varias décadas, en Ultimomundano el Priorato Despótico buscó, con tozuda persistencia, su «Santo Grial» representado por la riqueza fácil e ilícita: la que, fortuitamente, le proveería el petróleo, el cual, al cabo, le ha servido para afianzarse en el Poder Político Transnacional.
El «Priorato» sabía que, con la botija llena, podría torcer la Historia y desestimar las leyes territoriales e internacionales mediante el soborno, chantaje y la masiva intimidación mercenaria. Amenazas focalizadas en despachos de presuntamente autónomos poderes: el Parlamentario, Ejecutivo, Judicial, Moral, Electoral y Ciudadano. Que ninguno es, en realidad, popular, y cuyo funcionariado suele experimentar infinito escozor cuando es obligado a satisfacer las necesidades de los humildes o cumplir con sus obligaciones.
Por lo expuesto, no asombra mirar a quienes integran la cúpula del «Priorato» en actitud extremadamente soberbia y ofensiva. Ellos pretenden que, a ningún opositor o adherente, le quede dudas respecto a sus malas intenciones. 
Por nada modestas sumas de próceres impresos imperiales, tienen a favor de sus delictivas conductas a las fuerzas «armadas» que igual «desalmadas» de varios países. Lastres uniformados, henchidos y apertrechados, que sienten regusto por exhibirse como sirvientes de sus pretores. Hombres y mujeres al mando de tropas, proclives a cometer e incapaces de discernir nada que no sea el status de corte oligárquico que le confieren las billetardas remuneraciones.
Son los «Defensores de la Fe», cierto, pero «por el Dólar». Con o sin uniformes verde-olivas o rojos de falaz casulla obispal, no son custodios de alguna patria, credo o ciudadano que presumió ejercer su «soberanía» eligiéndolos para administrar los respectivos tesoros de las naciones. Paria al mando no boga por ninguna patria: e, intelectualmente, sólo distingue entre un billetardo de baja o alta denominación, entre un lingote de oro y uno de plomo, su peso, valor, y las formas de hurtarlos. Ante la inmoral y oprobiosa gestión gubernamental que esa casta de malvivientes protagoniza, el (a) «testado» que se atreva a encararla con la Razón Inmutable será marcado para ser judicial o militarmente tenido por objetivo, sujeto de persecución y finalmente encarcelado.
El «maná», como lo llamaban los aborígenes, es aceitoso al tacto y vista, de origen orgánico, empero es también volátil y su sobrevenida fetidez se asocia al modo como es manipulado por gobernantes inescrupulosos: que obran al amparo de la obscuridad, que no del nada antropomórfico y apetecible combustible: «Santo Grial» del Priorato Despótico de Ultimomundano nada «socialista» que busca socializar o comulgar con el tyrannum arquetípico del Mundo.
jimenezure@hotmail.com
@jurescritor

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