Nunca llegué a pensar que la capital de
Venezuela fuera La Habana. O que quien gobernara el vecino país fuera Raúl
Castro. Mucho menos que los voceros de la salud del presidente Chávez fueran
Cristina Kirchner o Evo Morales. No sé si hay nacionalismo en Venezuela, pero
sin ser venezolano siento gran indignación por esa cesión de soberanía sin
precedentes en el continente. Es una vergüenza lo que hoy pasa en el hermano
país.
Lo grave no es que hoy Venezuela sea la
marioneta de la nomenklatura cubana que quiere defender a toda costa esos 4.000
millones de dólares anuales de regalo que le da Hugo Chávez. Lo grave es cómo
va a acabar esto, pues los venezolanos hoy tienen claro que Chávez no regresa a
gobernar. Hay distintos escenarios, ninguno bueno, y los más probables terminan
en violencia y toma militar del poder. Veamos.
El primer escenario es el regreso de Chávez
para renunciar. Maduro toma el poder y no hay elecciones. Un golpe de Estado de
facto que confirma lo sucedido el 10 de enero pasado. Los cubanos quieren este
escenario, pues saben que la otra gran fuerza del chavismo, el presidente de la
Asamblea, Diosdado Cabello, tiene fuerza en los militares (fue uno de ellos) y
resiente el poder cubano. Santos acepta este gobierno de facto como la
canciller ya lo hizo esta semana con su amigable visita.
El segundo escenario es el legal, si se puede
hablar de legalidad en Venezuela. Cabello asume el poder y llama a elecciones
que Maduro debe ganar. Sin embargo, los cubanos no quieren esta incertidumbre,
pues Maduro no es carismático y de pronto pierde. Claro, si pierde, posibilidad
remota, a la oposición le tocaría arreglar el lío económico y se echaría encima
la inestabilidad que se da con las reformas que se deben dar y malgastaría
rápidamente su favorabilidad política.
Desafortunadamente, hoy la oposición está
dividida, está derrotada, está desmotivada y calló, con excepciones, durante el
golpe del 10 de enero cuando se dio una pseudosucesión totalmente ilegal. En el
escenario de unas nuevas elecciones no veremos esa unidad y ese ambiente
optimista que tuvo la oposición en las elecciones presidenciales pasadas cuando
lograron más del 40 por ciento de los votos.
Todos estos escenarios se dan bajo el
supuesto de la grave crisis económica y fiscal que lleva necesariamente a unos
ajustes brutales en el corto plazo de los intereses de Cuba que necesita de ese
subsidio y de los militares involucrados en el narcotráfico que necesitan
arreglar su situación legal internacional e interna que hoy es precaria, pues
depende exclusivamente del favor de un Hugo Chávez moribundo.
Este último elemento lleva al más probable
escenario para Venezuela. Con crisis económica, con ajustes y con una
inseguridad rampante se genera una inestabilidad que lleva a los militares a
tomarse el poder. ¿Cuáles? ¿Los institucionales o los chavistas que están involucrados
en el negocio del narcotráfico? Los segundos tienen mucho más que ganar en este
escenario sangriento.
Una parte importante de la cúpula militar,
empezando por el ministro de Defensa, está involucrada con el narcotráfico y
una Venezuela revuelta como la que se ve venir es el escenario propicio para el
siguiente negocio. Estos militares se toman el poder a sangre y fuego.
Estabilizan el país, asumen el costo político de las reformas, les dan duro a
los criminales y como contraprestación piden un arreglo con los Estados Unidos
en su tema de narcotráfico para devolver rápidamente el país por un sendero
democrático.
Ningún escenario es bueno. Todos implican
caos y violencia. Ese es el precio de los caudillos. Su salida del poder genera
un vacío que deja más problemas que soluciones. ¿Está Colombia preparada para
esto? No lo creo, pues Santos ya se jugó por un bando y tiene poco margen de
maniobra. Qué triste futuro inmediato el de Venezuela.
@fsantoscal
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