PENÚLTIMO CAPÍTULO
En esta columna se han tratado los efectos
políticos de la salud del presidente Chávez sin especular sobre sus dolencias.
Una razón es que no hay detalles disponibles, ni información médica como para
discutir sobre diagnósticos. Otra razón es que todo es demasiado transparente.
Si se asume la postura más conservadora, la de tomar como válido lo que dicen
personas que quieren bien a Chávez como Ernesto Villegas, Nicolás Maduro, Heinz
Dieterich, Evo Morales, José Mujica, la conclusión es una: el Presidente no
volverá a sus funciones así su vida no esté comprometida.
La ausencia permanente de Chávez de la
Presidencia es el escenario de más probabilidad que se tiene por delante. Desde
hace meses sostuvimos que ésta era la variable política más importante. El
impacto nacional e internacional del desvanecimiento de un liderazgo tan
poderoso es inestimable.
Frente a esta situación todos los factores
políticos del país se han desorganizado. Ni el chavismo tiene una conducta
homogénea ni los opositores tampoco. Chávez logró después de varios años ser el
articulador de un sistema político e institucional que no puede sobrevivir la
ausencia de su eje sin asombrosos cambios. He sostenido que es como si de
repente el centro de gravedad de un sistema colapsara y planetas, satélites,
asteroides y demás cuerpos celestes perdieran sus órbitas. "¡Chávez vete
ya!" y "¡Uh!, ¡Ah!, ¡Chávez no se va!" han sido los gritos de
guerra de los bandos enfrentados. Eso se acabó.
Estos cambios han comenzado a generar
diferentes actitudes políticas. Una notable es la conversión de los ateos; unos
tarajallos cultivados en el agnosticismo militante ahora se ven prosternados en
arrebatos místicos. La oración se ha convertido en una expresión común ante la
situación de gravedad de Chávez, pero fundamentalmente como acto político. Esas
congregaciones extáticas son la forma de vincular la religiosidad popular con
la exaltación del líder en su encrucijada vital.
Hay un tema importante aquí sobre el papel de
la oración religiosa. Es absolutamente natural que las autoridades
eclesiásticas oren por la salud del Presidente como lo hacen por la de
cualquier ser humano, más aún por la significación e impacto que tiene aquél en
la vida del país. Sin embargo, noto un poquitín exagerado la actitud de
dirigentes que en vez de guardar el discreto silencio que las circunstancias
aconsejan en términos del ser humano envuelto, también hacen inconveniente
ejercicio de exhibicionismo al proclamar sus rezos por el Presidente. Es de
convenir que todo aquél que quiera rezar lo haga pero de la manera de quienes
realmente intentan comunicarse con Dios, en forma privada, discreta, sin esas
ostentaciones que no son creíbles. Es de sospechar de quien hace de su
privadísima fe religiosa y de los actos que la acompañan un acto de propaganda:
recuerdan a Chávez en sus frecuentes arranques píos.
EL GRAN COMPONEDOR.
El chavismo ha sido una corriente política en
desarrollo. Sus fuentes nutrientes son diversas: el sector militar de izquierda
representado por el propio Chávez que abrevó en las posiciones de Douglas Bravo
y de varios dirigentes de la izquierda insurreccional; el sector militar no
comunista representado en su momento por los comandantes Jesús Urdaneta
Hernández y Francisco Arias Cárdenas, entre otros, y que rompió tempranamente
con el proceso (con el conocido regreso de Arias Cárdenas); un sector de
izquierda civil que se distanció del golpe de estado de 1992, pero que después
asumió que Chávez podía ser el que llevara al poder a una izquierda mil veces
derrotada; una franja de la burguesía que creyó que el comandante golpista
sería el instrumento para deshacerse de AD y COPEI sin que el cambio se llevara
a esa burguesía en los cachos; la izquierda internacional que después de la
derrota estratégica de la revolución continental inspirada por Fidel Castro,
volvió a encontrar una causa y un líder; y por supuesto los cubanos que ya no
tuvieron que seguir haciéndole carantoñas a Carlos Andrés Pérez, Carlos Salinas
de Gortari, César Gaviria y Felipe González, para un retorno más o menos suave
a la comunidad latinoamericana.
Chávez generó un liderazgo petrolero que pudo
articular esa vasta alianza de intereses diferenciados y hasta divergentes. Al
caudillo se le observa normalmente como el atrabiliario que ha sido; pero, en
términos de esa convergencia de intereses, su conducta muestra a un gran
componedor: pasaba a retiro, los resucitaba, los volvía a enterrar, los sacaba;
un instrumento importante fue colocarlos como "candidatos" a
gobernaciones. Así ocurrió con Elías Jaua, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello,
entre los más importantes. En ocasiones esas candidaturas han cumplido el papel
de cavas para enfriar ambiciones y curar torpezas.
El Gran Componedor ya no está en condiciones
de armar juego. De allí el papel de la cúpula cubana. No se crea que los que le
hablan al venezolano son un Fidel chocho y Raúl Castro. Todo el Buró Político
del Partido Comunista de Cuba está centrado en el intento de manejar la crisis
venezolana y no se puede subestimar a equipos dirigentes que tienen más de
medio siglo pegados al corte y que lograron controlar política y psicológicamente
al Presidente.
Sin embargo, los cubanos tienen limitaciones.
Tienen sus generales y oficiales en Fuerte Tiuna, tienen algunas fichas en el
PSUV, pero ya no pueden actuar como con Chávez activo, al que no se le podía
chistar dentro del chavismo. El PC cubano quiere controlar pero no puede porque
el instrumento fundamental de su intervención en Venezuela, el caudillo, no
está en condiciones.
En este marco es inevitable que las facciones
tomen sus caminos e intenten el mayor control posible. Hay dos evidentes
representadas por Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, pero no son las únicas.
Ellos personalmente pueden entenderse, pero las fuerzas que representan tienen
cursos divergentes. Y si, como parece, Cabello se convierte en Presidente en
funciones, la demora electoral podría favorecer la consolidación de su poder.
¿Habrá sido ésta una consecuencia no intencionada o era parte del designio
secreto de Chávez? Nunca se sabrá.
LA
DISIDENCIA.
Éste podría ser el escenario más complejo
para los demócratas después de los eventos de 2002. ¿Son suficientes las
fuerzas de los partidos agrupados en la MUD? ¿Puede ampliarse la MUD? ¿Se puede
crear un Frente Nacional que la incluya y se amplíe para que tenga más sentido
social? Para las elecciones que vendrán, ¿es Capriles el candidato? Si no,
¿cuál? ¿Se puede participar con las condiciones que el 7-O y el 16-D? ¿Puede
ser más difícil derrotar a Nicolás Maduro, cubierto con el manto de Chávez, que
al propio Chávez? Preguntas que requieren serenidad para responderlas que no
tienen los altaneros e intolerantes.
www.tiempodepalabra.com
Twitter @carlosblancog
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