Con la designación del tirano Raúl Castro al
frente de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC), la
región quita toda esperanza de pronta Libertad al pueblo cubano. Es
incomprensible que se elija a un dictador para representar a países que,
supuestamente, tienen gobiernos con vocación democrática.
Más de cincuenta años de dictadura consolidan
así la condición de infrahumanos que Latinoamérica le atribuye a los nacidos
cubanos que no conocen otra cosa que la vida de corral, que siguiendo a Orwell
es decir: en la granja de los cerdos. Todos los discursos con que los
presidentes latinoamericanos elogian la democracia quedan en nada cuando,
avalando una dictadura, condenan a los cubanos a continuar privados de derechos
universales, como elegir su propio gobierno, formar partidos políticos, entrar
y salir del país, contar con prensa libre, decidir la educación de sus hijos,
etcétera, etcétera y la larga lista de etcéteras con que la dictadura tutela la
vida pública y privada de los hombres y mujeres en la Isla de Martí. A los
cubanos, con más de medio siglo de miedo sistemático calado en los huesos, los
gobiernos latinoamericanos les están diciendo ahora que deben seguir viviendo,
bajo la tutela de los hermanos Castro.
Claudicación democrática de América Latina y
el Caribe: el dictador Raúl Castro preside la CELAC.
Oprobiosa mancha para todas las democracias
latinoamericanas, y particularmente triste en el caso de la Argentina, porque
aquí vencimos con las armas en la mano a los esbirros de la dictadura cubana
que quisieron imponernos su mal llamada "Revolución"; un régimen de
vida, si es que puede llamarse vida a la subsistencia bajo un sistema
totalitario, en el que la obediencia ciega al "amado líder" resume
todo el rol destinado al pueblo.
Dictador Raúl Castro, presidente de la CELAC.
La extrema hipocresía del gobierno de
Cristina Fernández ya no queda al descubierto, pasea su desnudez con desenfado
en la evidencia clara que, cuando aquí se desgarran las vestiduras por una
dictadura que dejó de existir hace casi treinta años no es por convicción sino
por el negocio de los derechos humanos. Si la Presidente tuviera un mínimo de
convicción democrática no se abrazaría con dictadores, ni prestaría el país a
la humillación de integrar un espacio dirigido por un tirano que representa una
de las dictaduras más antiguas y rancias de las que sobreviven en el mundo
actual.
Risas de las familias gobernantes en Cuba y
Argentina.
Latinoamérica le ha mostrado al mundo que
sigue siendo esa región pintoresca, y atrasada, de bananas y dictadores al
gusto de Woody Allen.
plumaderecha@yahoo.com.ar
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