En el Campus de la Literatura
Latinoamericana, ninguna discusión académica ha sido más corrosiva y perversa
que la relacionada con la «Poesía».
Atribuyo a la más letal de las ignorancias,
esa de perezoso, que en redor de su
nacimiento y desarrollo numerosos críticos todavía saquen su foete al instante
de [pre] y [so] juzgar la creación poética en general. Lo indiscutible es que
su «parto» está históricamente ligado a la irrupción de la escritura
jeroglífica, hacia el Año 2600 a. de C., y denotó las necesidades, luchas,
creencias religiosas y aflicciones de los intelectualmente más dotados
pobladores del Antiguo Egipto. Trascendió Seykilos, un (canto) epitafio:
«Brilla,/mientras estés vivo,/no estés triste/porque la vida es por cierto
corta,/y el tiempo exige su retribución» (1)
La necesidad del Ser Pensante de realizar
ceremonias religiosas, de hacer música, de fraternidad, de vivir libre y amar
pese a las imperdonables confrontaciones que la Historia registra, lo
estigmatizan. Es inteligible que sus primeros escritos hayan sido elegíacos,
líricos y épicos. ¿Qué características tiene el Poema de Gilgamesh (1), por
ejemplo, la más vetusta epopeya de la cual se tenga registro?. Leamos dos
fragmentos: «Si caigo, habré conquistado la fama./La gente dirá: ¡Gilgamesh
cayó luchando contra el fiero Humbaba!/Estoy decidido a penetrar en el bosque
de los cedros,/hasta ahora es feliz mi corazón:/oigo este canto, veo una
flor/quiero fundar toda mi gloria» [Tablilla III, columna IV] «¿A dónde vas,
Gilgamesh?/La vida que buscas/nunca la encontrarás» [Tablilla X, columna I]
El contenido de esas tablillas prueba que los
primeros poetas fueron proclives a la reflexión filosófica que, en nuestra
realidad y tiempo, fundamenta mi (¿equívoca?) tesis según la cual la más
auténtica creación literaria está obligada a beber de la Filosofía (2) Empero
los críticos, las poetisas y poetas contemporáneos suelen apriorísticamente
querellarse contra las lecturas filosóficas: olvidándose que virtus amatur, y
se encofran en la expresión vacía y bucólica cuando no estúpida. Se les funden
los sesos al intentar convertir frases tontas en poemas tras frotar sus (de
presuntos magos) «cubos de cristal» que le dan apariencia de prestidigitadores
(3). Para ellos, la Poesía no es una disciplina respetable sino una coartada.
Desde el nacimiento de la Poesía (Lat.
«Poesis», Aristóteles) el desahogo político tuvo una indiscutible importancia.
Gilgamesh fue un «tyrannus» babilónico de Sumeria, en el territorio que hoy se
conoce como Irak (nombre que procede del vocablo hebreo Erech, en la Biblia
taxativo) Erech fue la ciudad de Mesopotamia que igual llamaron Uruk (sumerio
Unug) Así que, venerables amigas y amigos, no teman al pugilato intelectual que
sirve de resistencia pacífica ante la iniquidad de algunos hombres «tronados»
al mando, fenomenología que cesa. Recuerden que «fugere politicus vitium virtus
est».
Durante los siglos VII-IV a. de C., los
intelectuales griegos versificaron sus reflexiones y se produjo, sin
interdictos, la consagración de ese objeto de la discordia. Muchos textos
filosóficos fueron escritos en versos y tenían rasgos tanto épicos como
metafísicos. La guerra por la dominación entre poblaciones fijaba esos cantos,
esas formulaciones. Calino de EFESO (650 a. de C.) escribió: […] «Que todos
avancen empuñando la espada y albergando detrás del escudo un corazón valeroso,
apenas se trabe el combate/Porque no está en el destino del Hombre escapar a la
muerte, ni aunque su estirpe viniera de los dioses…».
En muchos de los casos, aquellos escritores
vertían un auténtico lirismo y así lo legó Safo de MITILENE: «Las estrellas en
torno a la bella luna también oscurecen su rutilante aura al tiempo que ella
con plenitud alumbra sobre toda la tierra…» (600 a. de C.) Empédocles (n.
Agrigento, 490 y murió en 430 a.C.) formuló en versos sus postulados
filosóficos: «¡Seres pueriles! Porque no piensan profundamente/quienes creen
con firmeza que puede nacer lo que no existía/o que las cosas perecen por
entero, destruyéndose completamente» (Muerte vengadora)
Ya en el curso de la Era Post Cristo,
hallamos poetas como Omar Khayyam (Persia, 1040-1123) que se mantuvieron
firmemente adheridos a la enunciación poética con rasgos filosóficos: «Recuerda
siempre a los desheredados del destino/gimientes en el infortunio/Recuerda tus
múltiples deficiencias./No le niegues tu afecto a los bebedores./Serena tu
corazón, busca la paz» (LXXVI de Rubáiyát, edición de «Erato» a cargo del extraordinario
poeta venezolano Lubio CARDOZO. Mérida, 2004)
También es admirable el griego Konstantino
KAVAFIS (Alejandría, 1833. Murió en 1933), quien ofrendó a sus antepasados
mediante sus textos poéticos: «Sucederá ahora esto, y después aquello;/y tal
será, en un año o dos (así lo creo),/el aspecto de nuestros actos, tal su
forma./ Ningún temor por un mañana demasiado remoto./Siempre por lo mejor
decidiremos./Y cuanto más intentemos, más arruinaremos,/destruiremos, hasta
desembocar/en el caos. Y así habrá de terminarse» (La intervención de los
dioses. Poesía completa. Hiperión, Madrid, 1978. P. 201)
La Poesía fue una necesidad extrema de
enunciación de ideas en la presocrática y antigua Grecia. Es uno de los mayores
y maravillosos alumbramientos de los seres intelectualmente superiores o
racionales, quienes, fundamentándose en lo que yo defino Razón Suficiente e
Inmutable y ávidos de ideas que dilucidaran su presencia en el Universo, igual
engendrarían al resto de las Bellas Artes para consagrar el Imperio de la
Cognición. No se rigió por metodologías o exigencias de pontífices de
claustrofalaces, fue libertaria y ojalá que así prosiga.
NOTAS.-
(1) Hallada en Turquía (1883) y desapareció
en el curso del llamado Holocausto de Asia Menor (1922). Hoy está en el Museo
Nacional de Dinamarca.
(2) Entre 1300 y 1000 a. C. (data de la
Biblioteca de Asurbanipal) fue escrito en babilonio, un dialecto del Idioma
Acadio, sólo hablado y escrito por mujeres y hombres cultos. Fue Grotefend quien descifró la escritura cuneiforme persa,
luego de una apuesta de dinero y cervezas alemanas.
(3) Siempre recuerdo a un antólogo que,
iracundo, me dijo: mientras yo sea quien lo decida, jamás incluiré en ninguna
selección a un poeta que se haya atrevido a escribir cosas como la siguiente:
«Camarón que se duerme se lo lleva la corriente»
jimenezure@hotmail.com
@jurescritor
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