jueves, 27 de diciembre de 2012

LUIS UGALDE, PEOR EL REMEDIO

La comuna es la base de la democracia, nos dicen el sentido común y Tocqueville (en la Democracia en América): “Las instituciones comunales son a la libertad lo que las escuelas primarias vienen a ser a la ciencia; la ponen al alcance del pueblo; le hacen paladear su uso pacífico y lo habitúan a servirse de ella” (Tocqueville). Otra cosa muy distinta es cargar sobre la comuna el control y responsabilidad de toda actividad política y productiva de la sociedad, condenándola al fracaso (los soviets) y así legitimar la dictadura centralista.
Marx no participó en la Comuna de París (1871), pero luego la cantó y contribuyó a mitificarla. En la París descabezada de la guerra franco-prusiana los trabajadores y vecinos se autogobernaron con la Comuna durante un par de meses, hasta que fueron aplastados militarmente... Experiencia emocionante de gobierno de izquierda, que l en 1917 Lenin lo presenta mitificado con los “remedios infalibles” contra el estado burgués, como son la sustitución del ejército por el pueblo armado, elección y destitución directa de los comisionados y dirigentes, trabajo voluntario no profesionalizado y sin división de poderes ejecutivo, legislativo y judicial… Pero una vez tomado el poder, el asambleísmo comunal de los soviets no tenía capacidad de gobernar el país, ni ganar la guerra civil, ni hacer funcionar la economía en ruinas. Para eso estaban la “vanguardia lúcida” del proletariado el disciplinado partido bolchevique, su Comité Central y en definitiva la dictadura del Jefe del partido. Ahora Lenin dice que la revolución es el poder de los soviets y la “electrificación” de la nación; por electrificación se entiende la industrialización, la producción de las empresas, la modernización, con gobierno eficaz y ejército invencible: todo ello requiere capacidades especializadas que no están dadas por el mero hecho de ser proletario o proclamarse revolucionario. El poder, además de dominio, significa capacidad especializada. Un gobierno incapaz y asambleísta irremediablemente va al fracaso. Es la historia de 70 años con todo concentrado en el partido único y su Estado, sin pluralismo ni crítica posible, con todas las empresas y servicios en manos de una inmensa burocracia corrupta e ineficaz, sometida al jefe único.
Burocratismo ineficaz y corrupto agravado en Venezuela por la ilusión de que aquí no hace falta productividad - ni ciudadana ni económica-, porque ya somos ricos. Basta repartir. Si no hace falta productividad, tampoco educación productiva, sino que nos pongan “donde haiga”, a cambio de voto y complicidad con quien nos mantiene.
En eso andamos. Pero hay revolucionarios molestos con el desastre y el país también. A Francisco Rivero Álvarez, a quien no tengo el gusto de conocer, le alarma ver (Correo del Orinoco 1º-12-12) que los vicios del “estado burgués”, se cuelan incluso en las “misiones revolucionarias” y cómo se fue “transformando progresivamente lo que inicialmente era colaboración revolucionaria con las misiones con una módica remuneración, en un nuevo cuerpo burocrático, casi que similar al de los ministerios tradicionales. La comuna de París, que fue el embrión de la praxis marxista, nos legó que en el nuevo Estado comunal no pueden ni deben existir sueldos ni bonos. Todo el trabajo debe ser voluntario y la revocatoria inmediata de cualquier comisionado debe ser regla de oro. Igualmente debe ir sustituyendo a ritmo rápido a contratistas y funcionarios inspectores de alcaldías y gobernaciones, que son la sífilis corruptora de cualquier Revolución socialista” (….) Suena bonito pero ese remedio es peor que la enfermedad: Una comuna puede tomar empresas, escuelas, cuarteles y tribunales, pero no puede producir “electricidad”, ni ciencia, ni organización exitosa, pues requieren especialización, grandes esfuerzos, estímulos a la creatividad plural. La emocionante ingenuidad comunitarista y comunista, luego de los primeros meses, lleva al fracaso estrepitoso y a la pobreza, como lo vemos ya en no pocas comunas y “fundos zamoranos”.
El gobierno está enredado y el país también. Sólo hay salida con acuerdos básicos para sumar y multiplicar todas las capacidades profesionales de diversos colores, desatar los estímulos creativos y avivar las motivaciones morales y las exigencias institucionales y leyes hacia metas productivas con ética solidaria de alta producción ciudadana y económica. Aterricemos.
lugalde@ucab.edu.ve

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