Aquellos que por su insensatez hagan perder
gobernaciones habrá que señalarlos públicamente como malos hijos de la patria.
Dentro de pocos días estaremos asistiendo a
otro acto electoral, dentro de este carnaval de elecciones a que nos ha
sometido esta “revolución bolivariana socialista”. En esta oportunidad se nos
convoca para elegir a los gobernadores de estado y los diputados a los consejos
legislativos regionales. Si no se conocen en detalle los intríngulis que han
rodeado todos los procesos electorales realizados a partir de 1999, es difícil
aceptar que esta proliferación de elecciones diste mucho de ser paradigma de
una verdadera democracia. Pero quienes lo hemos sufrido, padecido, si podemos
señalar que nada tienen que ver con procesos democráticos trasparentes,
pulcros, imparciales. Valga decir que se ha usado esta regla de oro de la
democracia para burlarse de ella, justificar atropellos y aparentar ante la
comunidad internacional.
Para poner algunos ejemplos baste recordar
que nunca se ha tenido un árbitro electoral integrado de forma imparcial, con
independencia y autonomía del poder ejecutivo. La normativa electoral aplicada
ha estado siempre sesgada hacia el gobierno y su partido. El ventajismo
electoral de parte de los contendores partidarios del gobierno y su partido es
grosero, escandaloso, inmoral y hace casi nugatoria la posibilidad de éxito
electoral de una fórmula diferente. Su costo es, por decir lo menos, un
despilfarro de recursos si se toman en cuenta otras necesidades del país, y
podríamos señalar que la presunción de corrupción ha estado siempre presente.
Sin embargo la oposición democrática siempre ha estado dispuesta a participar
en esos eventos, jugar con esas reglas, con excepción de las elecciones
legislativas de 2005 que resultaron en un lamentable error. Se han obtenido algunos
resultados electorales favorables, tildados de pírricos y de otras escatologías
por el teniente coronel felón, y que además las consecuencias de esos
resultados fueron anulados en la práctica o no tomados en cuenta. Reforma de la
Constitución, atribuciones y funciones de gobernadores y alcaldes, son ejemplos
de ello.
Aun así y con todo esto, el mensaje siempre
ha sido el de acudir a cada proceso electoral convocado. Tratando de desmontar
las trampas y denunciando el ventajismo grosero, aun a sabiendas que serían
pocos los resultados obtenidos, pero siempre mejorando los números electorales,
aumentando el caudal de votos, de proceso en proceso, es decir sumando
voluntades en contra de esta mal llamada democracia mejor llamado gobierno
totalitario, castro comunista. El pasado 7 de octubre casi siete millones de
venezolanos no se dejaron comprar su conciencia y valientemente sufragaron por
la propuesta democrática y los propios capitostes del régimen saben que muchos,
muchísimos, de sus votantes lo hicieron bajo amenazas, engaños y presiones. Y
en las mima circunstancias nos aprestaremos para este 16 de diciembre a acudir
a sufragar nuevamente por los candidatos de la oposición democrática y defender
esos votos. No importa que ya estén listos los decretos de las comunas que
suplantarán las funciones de los gobernadores y entierro de la
descentralización. Pero hay que ponérselas bien difícil. Hay que ganar el mayor
número de gobernaciones. Si no inventamos, si no prevalecen intereses grupales,
particulares y mezquinos, deberíamos mantener las gobernaciones que actualmente
están regentadas por gente de la oposición democrática: Amazonas, Carabobo,
Miranda, Nueva Esparta, Táchira y Zulia. Consolidar Lara y Monagas y con alta
posibilidad de lograr triunfos en Anzoátegui, Bolívar y Mérida. ¿Exceso de
optimismo? No creo. Los candidatos del gobierno son puestos a dedo, en contra
de la propia voluntad de los electores rojitos, y muchos “navegaos”, fracasados
en otros cargos y los repitientes tienen una pésima hoja de servicio. Claro que
los dineros de todos los venezolanos están, de una forma vergonzosa, a la orden
de ellos, pero su portaviones parece que esta haciendo aguas. Además me resisto
a aceptar que nuestro pueblo continúe dejándose engañar con falsas promesas y
cantos de sirenas. El encantador de serpientes, el ventrílocuo felón, esta en
cámara hiperbárica, oxigenándose en el mar de la felicidad, mientras aquí
palpamos el deterioro total del país. Es hora de acudir al llamado de la
patria. No hay excusas. Todo a votar y a votar bien.
Iolaizola@hotmail.com
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