martes, 25 de diciembre de 2012

CARLOS BLANCO, ANTE LA NUEVA DERROTA, TIEMPO DE PALABRA

ANTE LA NUEVA DERROTA
La derrota es monumental. Nunca nada es definitivo, pero es un inmenso descalabro. Las causas son múltiples; cada cual arribará a una interpretación y de los contrastes emergerá algo compartido.
Algunas explicaciones son menos afortunadas que otras. La conducta predominante en la oposición para incrementar su porcentaje de votos ha sido la de tratar de conquistar al chavismo "light". A este sector que vota en forma militante y convencida por Chávez y sus candidatos, la mayor parte de la oposición le habla -como debe ser- con prudencia; no lo insulta, le habla pasito, le argumenta por qué es mejor la oposición que su caudillo, le ofrece algo preferible pero no radicalmente diferente. Se puede discrepar de esta aproximación pero es la que domina. Sorpresivamente este tratamiento educado y casi diplomático con el chavismo se torna furia incontenible con los que se abstuvieron. Con estos no hay buenos modales sino insultos. Se les atribuye el fracaso; son la hez de la tierra. Si a los chavistas moderados se les juzga equivocados, a los abstencionistas se les acusa de traidores; a aquéllos se les pasa la mano y a éstos se les injuria. La tontería frenética se desmanda en contra de los abstencionistas sin intentar comprender su actitud, sobre todo cuando no existen sectores organizados que la promuevan.
ELUCIDACIONES.
Dos grandes familias de explicaciones pueden converger hacia estos resultados. La primera considera el régimen chavista más que un modo de gobernar sería un sistema afianzado aunque no inmune. Los sistemas sociales viven ciclos de instauración, expansión, consolidación, crisis, eventual decadencia y muerte. Estos procesos pueden ser acelerados o demorados pero no decididos a voluntad. La salud de Chávez ha creado una situación en la cual el régimen actual no puede continuar; sin embargo, ese régimen podría ser sustituido por la oposición democrática o por el chavismo sin Chávez: el chavismo a secas. Esta primera explicación implicaría que las fuerzas democráticas, aun actuando correctamente, podrían acelerar el fin del imperio rojo pero no decretarlo.
La otra explicación es más contingente y se refiere a las consecuencias de las visiones equivocadas que habrían dominado la conducta opositora. Estos yerros serían atribuibles a la dirección política existente al no haber caracterizado en forma correcta al régimen y, por lo tanto, no habría tenido capacidad de enfrentarlo. No es falta de coraje o valor cívico sino de entender cómo se reemplaza un régimen autoritario en el siglo XXI. Claro que saben que Chávez es un autócrata y claro que saben que hay trampas, fraudes, "triquiñuelas" (palabra admitida en el diccionario opositor desde que Henrique Capriles la pronunció) y todo tipo de ventajismo, pero considera que paso a paso, mediante la acumulación de fuerza una elección tras otra, llegará el momento en que la mayoría no sería escamoteada. El asunto es que no necesariamente se acumula fuerza de un evento a otro; no se va siempre de menos a más, como la autocomplacencia vio las elecciones del 7-O (aumentamos y seguiremos aumentando). No era verdad: se descendió otra vez. Los incrementos se volvieron decrementos.
Es posible que las dos explicaciones sean compatibles. Un sistema que todavía tiene vigores (y estertores) junto a una dirección democrática desacertada; lo primero no depende de la voluntad, lo segundo sí. En este aspecto resulta alentadora la existencia de un equipo de análisis de la MUD, encabezado por Arístides Hospedales y destacados intelectuales y analistas. Tuve la oportunidad de asistir a una reunión con ellos y encontré allí un espíritu crítico y autocrítico encomiable. No puedo hablar por sus integrantes pero si se les toma en cuenta las cosas pudieran cambiar.
PREJUICIOS.
En el campo opositor se consideró que las candidaturas decididas por "el dedo" de Chávez eran por definición impopulares o, al menos, debían serlo. 
No necesariamente como quedó demostrado en casi todos los casos; precisamente porque en un régimen personalista lo que importa para las fuerzas que sostienen al autócrata es la reproducción de su dominación personal. 
El hecho de que los candidatos rojos llevaran la impronta de la decisión del caudillo, investidos del toque mágico de su representación intransferible, en vez de debilitarlos tal vez los fortaleció.
Habría que analizar también cada estado. Aunque arropados por la ola escarlata que propinó esta derrota, hay unos reveses que tienen raíces regionales adicionales. En varios estados existen signos de agotamiento de la propuesta opositora. Manejos grupales, sectarios, cupulares, que no movilizaron a los demócratas en la magnitud requerida para vencer. El ventajismo del gobierno fue exacerbado con cierta fatiga con las fórmulas allí presentadas. ¿Será posible que en algunos estados el cansancio con los dirigentes opositores locales sea mayor que el que tienen con Chávez en el plano nacional? ¿Será que el chantaje que puso en marcha el PSUV funcionó, según el cual si querías un estado que tuviera recursos debías elegir el candidato de Chávez? ¿Ambas explicaciones o sólo una?
LA CANDIDATURA.
Viene una elección presidencial si es que no prosperan las maniobras para impedirlas debido a las rencillas internas entre los grupos cubano y militar del oficialismo.Habrá un cuadro de extrema complejidad. Hay quienes piensan que ese asunto está resuelto con Capriles, lo cual no es tan obvio. Debo decir que he votado por Capriles muchas veces: dos para alcalde, dos para gobernador y una para presidente; la única vez que no voté por él no podía hacerlo porque se presentó como candidato de Copei en el Zulia. Dicho esto, no descarto que tenga una opción indudable para volver a ser candidato presidencial; pero debe verse con cuidado el asunto. Acaba de ser elegido gobernador de Miranda y la pregunta es si alguien puede ir y venir de un cargo de elección popular a su antojo (de paso, estuve de acuerdo con su candidatura a gobernador porque estimé que era quien mejor garantizaba la victoria en el estado).
Sin embargo, el problema más importante para la oposición en nuevas presidenciales es si concurre en idénticas condiciones electorales o lucha por transformarlas. La denuncia que ha hecho Andrés Velásquez en Bolívar ha permitido que por primera vez y en forma amplia los opositores admitan abiertamente la existencia del fraude. Así lo han llamado.
El problema esencial no es el candidato sino la estrategia, y la pregunta es si con una estrategia impugnadora, que aspire a ser exitosa, debe ser el mismo candidato. También habría que preguntar si existen condiciones para que la exclusión que se impusieron hacia sectores el 7-O puedan dar paso a una unidad más amplia.
Todas estas decisiones requieren estadistas... Favor presentarse.
www.tiempodepalabra.com
Twitter @carlosblancog

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1 comentario:

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