domingo, 18 de noviembre de 2012

TRINO MÁRQUEZ, EL 16-D, PROTESTA VOTANDO.

Millones de los electores que votaron por Henrique Capriles tienen suficientes motivos para sentirse defraudados por los resultados del 7-0. Cuesta entender que haya sido reelecto Hugo Chávez, el peor Presidente que ha tenido el país desde Cipriano Castro.

La nación está hundida en un caos de anarquía, ineficiencia, corrupción y desidia nunca visto, factores agravados porque la gigantesca masa de recursos petroleros que han fluido hacia el país en la última década, habrían sido suficientes para colocarnos en una plataforma de lanzamiento hacia los primeros lugares entre las sociedades más próspera del continente y del mundo. No ha sido así.
Ese volumen de petrodólares ha servido para enriquecer a unos cuantos boliburgueses, formar una inmensa clientela oficialista, fortalecer la tiranía cubana y permitir el crecimiento económico de Nicaragua y Bolivia. Dentro de nuestro territorio lo que se ve es inseguridad personal, inflación, escasez de productos básicos, informalidad, caos urbano, falta de medicamentos, colapso de la infraestructura. No es sencillo entender cómo con este panorama pudo haber triunfado el comandante y, además, lograrlo sin que exista un fraude electrónico de por medio.
Tampoco resulta sencillo explicarles a los votantes que la oposición subestimó la capacidad de movilización y acarreo del PSUV, la profundidad de la hegemonía alcanzada por el aparato comunicacional del régimen, el dominio casi absoluto que el oficialismo ejerce en las ciudades más pequeñas y en los centros rurales, la enorme capacidad de gasto del Estado clientelar (el más rico de América Latina) y los aberrantes beneficios que proporciona el ventajismo abusivo, sin límites ni contrapesos, que practica el teniente coronel, apoyado en la complicidad del CNE.
La trama de todos estos factores condujo al fracaso del 7-0. Ante este descalabro numerosos electores han reaccionado emocionalmente, como ocurre cuando se pierde a un ser querido. Los votantes entraron en un período de duelo, en el cual se mezclan la decepción, la rabia y la impotencia. El peligro de esta reacción es que puede conducir a la desmoralización y la parálisis. Esta es precisamente la respuesta que busca el gobierno.
El desánimo de los opositores es un formidable aliado del chavismo para las elecciones del 16-D. Lograr el triunfo por la vía del forfait, de la ausencia de los electores de los centros de votación, es ideal para Chávez y sus candidatos. Sin ningún costo para ellos, podrían obtener la legitimidad de origen de los paracaidistas que aspiran a ser gobernadores y diputados regionales, y conseguirían mantener los comicios como norma democrática, alimentando la ficción de la participación ciudadana,.
Los duelos hay que vivirlos. La negación del sufrimiento es dañina sea cual sea la pérdida de que se trate. Pero de los duelos hay que salir porque pueden transformarse en patologías letales para el alma y el cuerpo. El organismo puede enfermarse y el alma envenenarse. El dolor tiene que ir abriéndole espacio a las ganas de vivir de nuevo, sin dejar de evocar lo que desapareció, pero sí convirtiendo el recuerdo en energía para corregir errores y vivir mejor.
Los sectores democráticos deben encarar las elecciones regionales del 16-D con el propósito de cerrar las grietas detectadas en los comicios pasados, mejorar los mecanismos de supervisión que fallaron, denunciar los desmanes del régimen en connivencia con el CNE, y obtener nuevas gobernaciones donde sabemos que es posible lograrlo. Luego del doloroso traspié hay que recobrar el pragmatismo y la sensatez. Con el voto de los electores democráticos es factible triunfar en los estados que actualmente cuentan con mandatarios opositores y sumar, además, Anzoátegui, Mérida, Lara y Bolívar. En todas esas entidades nuestros aspirantes son mejores que los escogidos por Chávez, cuentan con equipos más eficientes y programas de gobierno concebidos para profundizar la descentralización, mantener la democracia, defender la propiedad privada, mejorar los servicios públicos y la infraestructura. Los escogidos por el dedo atómico del caudillo, en cambio, buscarán acabar con la descentralización, implantar el comunismo y el Estado Comunal, y, por esta vía, transferirle aún más poder al autócrata.
Protesta contra los abusos, el ventajismo, el CNE: vota el 16-D.
trino.marquez@gmail.com

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