Después de un corto y necesario espacio de reflexión y análisis luego del desastre político del 7-0, emergen lenta e inexorablemente algunos conceptos que iluminan el camino a seguir en pos de una restauración constitucional aún esquiva.
Entre tales conceptos destaca el de Resistencia democrática activa, que bien resume el conjunto de acciones políticas organizadas, tendentes a la defenestración de regímenes tiránicos a través de la confrontación no violenta. Ya en años recientes tal tratativa fue ensayada en nuestro país con limitado éxito, pero ante el fracaso rotundo de la tesis de la cohabitación, la resistencia democrática activa se nos antoja la más plausible a nuestra realidad actual.
Entre los inconvenientes que esperan a quienes la propugnamos sobresalen los cultores del clientelismo criollo, típico de toda sociedad rentista dominada por el Estado, sin embargo al considerar en rigor la expectativa del presente camino, tales cultores verán perder gradualmente la fuerza de su argumento. Resulta obvio que el Comando Venezuela es el más preclaro representante de tal tendencia, a quien no podemos dejar de aplaudir la coherencia plena en su accionar. Cumplió lo que prometió, que por cierto no le resultó suficiente.
Otro de los grandes obstáculos para quienes asumimos la tesis de la confrontación legítima, lo constituyen los pacifistas radicales, dispuestos a ofrendarlo todo a cambio de la paz, así fuere ésta la de los sepulcros, olvidando que: "La verdadera paz, pues, es fruto de la justicia...". Mensaje de su Santidad Juan Pablo II para la celebración de la XXXV Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2002.
Y así otras tantas variantes, de quienes empeñados en vivir el espejismo de una libertad cada día más condicionada, indigna del ser humano, se opondrán febrilmente a cualquier camino constitucional distinto al de la actual cohabitación. Es su derecho. Como lo es el nuestro trabajar en lo adelante por una vía de restauración constitucional más ajustada a la realidad que un inocuo deseo de libertad.
Es así como no puede ser mera casualidad el éxito alcanzado en dos de los estados andinos: Táchira y Mérida, el pasado 07 de octubre, donde el liderazgo demócrata, ante la implacable arremetida del socialismo central optó por la confrontación ideológica, y con base en la diaria concientización ciudadana en torno a la desgracia implícita en el socialismo, alcanzaron para esa fecha la meta por tantos venezolanos deseada y por tan pocos lograda.
El reto es claro: Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia vs. la esclavitud socialista. La tolerancia y la displicencia ante las violaciones constitucionales y legales del socialismo en gobierno, tanto a diario como en tiempo electoral, tipificadas todas como ilícitos en el ordenamiento jurídico nacional, no rinde frutos más allá de seguras derrotas e inciertas victorias, siempre con alto costo para nuestra libertad y dignidad. Muchos ya aprendimos la lección. Propaguemos ahora esa gran verdad. ORA y LABORA.
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