domingo, 4 de noviembre de 2012

RAFAEL GALLEGOS, PETRÓLEO: LA DIGNIDAD MULTADA

“Yo provoqué el paro”, dijo el jefe de la “revolución”. A confesión de parte… pero  sus adláteres, no lo multan. Más bien, hicieron una  lista  de  186  culpables, tasaron  los “daños”  y  pretenden cobrárselos  a  todos  ellos  uno  a uno.  Y  en  una  especie  de streap tease de  terror,  como  si quisieran jugar con los miedos de sus familiares, van sacando la lista en el periódico.

Hoy te puede tocar a ti, parecieran imitar una vieja propaganda. La primera semana, una docena, la segunda otra docena. Y para más Inri, siempre “perdonan” a alguno. Como si esperaran que esos valientes petroleros se les humillaran y los llamaran para solicitar algún indulto a cambio de la dignidad.
Y hemos llegado a la palabra clave. Dignidad. Esa luz que enceguece a los autócratas.
Esa cualidad que hace a los hombres mirar directamente a los ojos de  todos sin ninguna vergüenza. Tal como pueden hacer estos valientes petroleros. Contrario a tanto brincón de talanqueras de valores.
Dignidad que enceguece y no permite sostener miradas a los que en beneficio propio han participado, o se han hecho los locos con este proyecto de destrucción nacional.
Dignidad como la de Diógenes el Cínico, que ante la oferta del todopoderoso Alejandro, le respondió: quítate que me tapas el Sol.
Dignidad como la expresada en el poema MERCADO, del bardo venezolano José Ramón Heredia:

-      Se venden estrellas ¡ Hay muchas !
¿Quién compra? Las hay de todos los tamaños!
¡ y cómo brillan! ¡Miradlas, arriba están!
¿Quién compra? Se venden estrellas !
(El millonario apresta el oído)
            Sigue estúpido!
para esto no sirve tu dinero
ese es mercado de poetas.

Porque la dignidad… es mercado de demócratas.

Los “revolucionarios” no multan a “yoprovoquéelparo”. Más bien condecoran a los responsables de la explosión de Amuay, a  los mantenedores de los puentes caídos, a los responsables de los muertos del 4F Y 27N. Ante un país atónito, se pagan y se dan los vueltos.
Y claro, no multan a los  autores del largo sabotaje gerencial, que ha convertido a la otrora modelo de industria petrolera venezolana, en una de las empresas petroleras más ineficientes del mundo.
Dos millones de barriles cuando deberíamos producir seis según, los mismísimos planes de la “revolución”. Y eso que han triplicado el personal. Pura improductividad.
Saquen la cuenta, todos los días producto del sabotaje gerencial, se dejan de producir cuatro millones de barriles en Venezuela. O sea. Ciento cuarenta mil millones de dólares al año. En diez años… multiplique.
 Si a esto agregamos la vergonzosa importación de gasolina; los daños a la infraestructura, a los yacimientos y el consecuente  marasmo de haber transformado una dinámica empresa petrolera, en un flácido emporio. ¿A quién le pasarán esa cuenta? ¿Quién es el saboteador?
Mañana los multadores de turno terminarán  con el típico corre- corre al son de me obligaron, o de yo no sabía, como sus iguales en todas las historias, cuando los regímenes se acaban. Porque, no lo duden… los regímenes, se acaban. 
La dignidad ciega a los totalitarismos. Los imputados del petróleo, no se doblan… y claro, los encandilan. 186 petroleros. Los condenan a pagar una multa impagable. Más de treinta millones de dólares per cápita.
¡Ni que fueran boliburgueses!
Qué orgullo sentirán siempre los hijos, nietos y bisnietos de los multados del petróleo. El mismo que hoy sentimos – y a mucha honra-  los hijos de los exiliados, presos, torturados y asesinados de la dictadura de Pérez Jiménez. La gloria de los imputados “crecerá con el tiempo como crece la sombra cuando el sol declina”. Y que orgullo que sean Gente del Petróleo.   
Ya que los “comuneros” del siglo XXI, o sea… vitrolas en el 2012, están en la onda de cobrar y pagar, deberían pagarnos a los 23.000 petroleros expulsados en el 2003, lo que nos deben, según la Ley. Ni siquiera han cancelado la caja de ahorros, las prestaciones, los fondos de pensiones. Es más, no nos dejan trabajar con el Estado, ni en petroleras dentro de Venezuela.  
Claro, nos pagarían si estuviéramos en democracia; pero los “revolucionarios”… no pagan.
Se atrevieron a botar  23.000 técnicos de la industria. Como sacar a los médicos de un hospital, o a los carniceros de un carnicería. ¿Están dispuestos a pagar por tamaña lobotomía empresarial en la empresa pivote, todavía, del país?
La historia se encargará de cobrarles. Mientras tanto los absuelve la historia oficial de los libros de primaria, la de Cuba comunista, la de los países panas. Pero al final, todas las autocracias van al mismo capítulo.
Pinochet, Videla, Fujimori. No los salvaron sus historias oficiales… y mucho menos sus países panas.
Mientras tanto, la ineficiencia, multa a la productividad. 

Cosas totalitarias, Sancho.


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