“La abstención no significa en absoluto que los escaños vayan a quedar vacíos”
Abstrayéndome con mucho, pero mucho
esfuerzo de las peleas por el tema Voto vs Abstención decidí más bien poner el
foco en la trayectoria de nuestra forma de votar para verlo desde otro ángulo.
Para ello hube de ir más allá de la
fórmula legal venezolana que define el voto en una frase tan escueta como
imprecisa que reza “el voto es la expresión de la voluntad del elector”.
Navegué los infinitos recursos de la
web buscando conceptos de “voto” hasta que entre muchos, me topé y escogí esta
tragicómica definición de Ambrose Bierce en su mordaz “Diccionario del Diablo”.
Dice así “Voto: s. Instrumento y símbolo de la facultad del hombre libre de
hacer de sí mismo un tonto y de su país una ruina”.
Wow! Si no supiera a ciencia cierta
que Bierce es un gringo-gringuísimo del siglo XIX podría pensarse que es un
criollito que vive hoy en día en la Escalera 36, portal 4-A de alguno de
nuestros barrios o… quién sabe, hasta calificaría para vocero estrella de
Esdata.
Espoleada por este concepto que
condensa de manera magistral la verdadera historia de la práctica del voto en
Venezuela, decidí rastrear cómo convertimos nuestro país en una ruina…a través
del voto. Pero permítanme hacer una aclaratoria importante. A la palabra “voto”
le añadiré el adjetivo “inútil” y la cosa cogerá otros derroteros. Un voto
inútil presupone la existencia de un voto útil. Pero de ése hablaremos en la
próxima entrega. Al fin y al cabo, para hacer un artículo sobre el “voto útil”
en Venezuela casi nos bastarían los 140 caracteres de un tweet.
Hablemos pues de ese Voto Inútil que
ha caracterizado nuestra historia electoral.
Para ello lo primero que hemos de
hacer es reconocer que a los venezolanos no nos gusta asumir culpas. Eso jamás!
Tanto es así que hasta cantamos aquel estribillo “Yo no fui, fue Teté, pégale,
pégale que ella fue”. Nadie lo ejemplifica mejor que la revolución que después
de 15 años -o el equivalente de CAP+Luis Herrera+Lusinchi- sigue echándole la
culpa a la Cuarta…vamos, ni más ni menos que aquello del ”yo no fui, fue Teté…”
Lo malo es que les voy a pedir el
incómodo desasosiego personal para reconocer cuántas veces hemos sido “Yonofui”
y cuántas le echamos la culpa a Teté como practicantes de ese Voto Inútil que
nos tiene en este predicamento.
Quizás le sorprenda verse retratado en
alguna de estas variedades que extraje de nuestra historia reciente. Eso
sí…como esto lo está leyendo a solas con su compu, puede ser completamente
honesto y tomar en consecuencia una decisión acorde. Estos y así han sido
nuestros “votos inútiles”
* El voto nulo: una posición
principista que nunca fue más allá de una anécdota personal o una catarsis: lo
rayé, lo rompí, me lo comí…(a una querida amiga la detuvieron en una ocasión
por comérselo…literalmente…ni les cuento el numerito para sacarla)
* El voto castigo (el favorito y más
practicado hasta 1998): A un gobierno adeco seguía uno copeyano y vuelta a los
adecos; practicando esa modalidad de voto castigo por ejemplo, en 1993 el
respingadísimo Country Club votó en masa por Aristóbulo para castigar a Claudio
Fermín; en el 98 el país votó por el golpista Chávez para castigar al mismo
Caldera que lo indultó y a quien poco antes los venezolanos llevaron al poder
felicísimos de ser llamados chiripero (cosas veredes Sancho…)
* El voto del copartidario: No es un
voto razonado. El elector vota por el candidato de su partido y la lealtad está
por encima de otras consideraciones. Es un voto de obediencia y está
estrictamente identificado con los intereses del líder o el partido, más nunca
y para nada, ay! con los intereses locales o de la nación. Como diría mi papá
con su acento eslavo… Jao! Jao!
* El voto emotivo: El liderazgo es el
que despierta, organiza y estimula a los grupos y sus intereses. El detalle es
que con este tipo de voto la democracia queda reducida a la competencia por el
liderazgo carismático –que no por el servicio al ciudadano como debería ser- y
el líder se constituye en el eje del proceso político. Pasó con Caldera ante el
congreso después del golpe, pasó –y sigue pasando- con Chávez y su “por ahora”
y recientemente con su (calculada?) enfermedad. En estos casos la emoción
puntual, que no el análisis objetivo, motoriza el voto. Y si además le añaden
un “jingle” pegajosito (uh-ah) y mucha propaganda, el mandado está hecho para
generar el “voto consumista” donde el votante no expresa su voluntad ni ejerce
el voto con intención política sino actúa como un consumidor, manipulado por la
propaganda y la emoción.
* El voto del miedo: Hasta 1998 este
voto era más o menos discreto. En el poder había cierto pudor. De 2002 a esta
parte, con un gobierno muy hábil en explotar nuestra natural tendencia al voto
inútil, ha ido creciendo exponencialmente en la medida que Chávez ha ido
engullendo, expropiando y acaparando el monopolio de todas las fuentes de
empleo, industria y producción. Es la nueva y perversa modalidad en la que se
vota por miedo a represalias, pérdida de empleos, pérdida de beneficios, de
contratos o retaliaciones varias. Para algunos analistas en este renglón cabe
también el llamado “voto clientelar”.
* MOROCHAS / KINO: No amigos míos,
esto no es un voto, es una fórmula que conduce, ni más ni menos, que a
inutilizar el posible voto útil. El nombrecito simpaticón solo busca ocultar el
objetivo real que no es otra cosa que decirle al elector “no piense…no
piense…no piense”.
Y finalmente El voto oportunista: Este
es el tipo de voto que signa al elector venezolano de 2004 a 2012 y ha sido
determinante en la permanencia de la Revolución. Esta definición exige que la
lean un par de veces. Dice así: “Es igual al beneficio derivado de la
aplicación del programa electoral del partido con el que simpatizas,
multiplicado por la probabilidad de que éste programa se aplique”. En otras
palabras, un simpatizante de PJ, AD, u otro, vota por el PSUV porque, pese a
que su programa/desempeño no le resulta tan atractivo, la probabilidad de que
éste se aplique es muy superior a la que tiene PJ, AD u otro partido con el que
simpatice pero no ostenta el poder.
El inicio de esta modalidad arrancó en
2004: un incierto Referendo Revocatorio vs. las nacientes Misiones. El gobierno
entendió cabalmente la riqueza de esta veta (algunos la llaman “esperanza”) y
no ha hecho otra cosa que explotarla procurándose votos oportunistas. El zénit de
esta práctica quedó plasmado el reciente 7-O.
Ese es el resumen sucinto de cómo se
ha ejercido el voto en nuestro país.
Pero no conformes con eso, generamos y
practicamos otra fórmula aún más peligrosa y sobre todo más ineficiente
vinculada con el voto castigo: la abstención.
Ahhhh…y aquí hemos llegado al meollo
del asunto.
Definamos entonces Abstención: “Es la
no-participación de los ciudadanos en los procesos electorales en los que tiene
derecho a votar. Abstencionista es aquel que, estando en capacidad de votar, de
manera voluntaria, decide no hacerlo. Por apatía o como protesta contra las
opciones electorales en disputa“.
Dicho a lo Bierce -o a lo Esdata si
prefiere- “…la facultad del hombre libre de hacer de sí mismo un tonto y de su
país una ruina.”
Sin ir muy lejos, la abstención de
2005 nos puso, entre muchas otras calamidades, a este CNE a quien -menudo
desquicie!- esos mismos abstencionistas exigen condiciones, su renuncia y la
conformación de un CNE equilibrado. (Disculpen…las carcajadas me ahogan…mi
nietecita de año y medio tiene más sindéresis cuando habla con su lengüita de
trapo a sus peluches).
Fuera de mucha parafernalia
pseudo-científica, de muchos-deliberadamente- incomprensibles charts con rayas
azules y rojas, apelando al 350 o a La Haya y teniendo como voceros algunos
personajes cuyos intereses son de oscuridades inconfesables, hay una verdad que
aplasta a los abstencionistas porque jamás la podrán refutar:
“La abstención no significa en
absoluto que los escaños vayan a quedar vacíos”
Ouch!
Me pongo como el irritante pajarito de
Twistos machacando la frase y picoteándole en la cabeza hasta que cale: La
abstención no significa en absoluto que los escaños vayan a quedar vacíos… La
abstención no significa en absoluto que los escaños vayan a quedar vacíos… La
abstención no significa en absoluto que los escaños vayan a quedar vacíos…
Como cumpliendo una fatalidad griega,
Venezuela ha practicado todas las combinaciones variables de VOTO INUTIL. Ha
combinado el Voto Castigo+ Voto Emotivo; el Voto Oportunista +Voto
Copartidario; Voto Miedo + Voto Consumista.
Pero la abstención es el epítome del
Voto Inútil. Sus vocerías –analízalo a solas- te arrinconan y espolean
estrictamente el componente paralizante de tu justificada rabia, tu miedo y tu
frustración.
Lo que no te dicen es que si votas
puedes ganar…si no votas, ya perdiste.
@olgak26
Olga Krnjajsky
olgak26@gmail.com
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