domingo, 11 de noviembre de 2012

JORGE CAJÍAS, LOS HELADOS COPPELIA DE CHAVEZ

Una madrugada de enero de 1966 saliendo del hotel Habana Libre, antes Habana Hilton, Fidel Castro medio "prendido", luego de presidir un congreso internacional, se quedó contemplando la esquina diagonal opuesta donde funcionaba un centro recreativo llamado Nocturnal. Allí había estado el hospital Reina Mercedes construido en 1886 y demolido en 1954 para dar paso a un rascacielos de 50 pisos que nunca se erigió. En un arrebato Fidel hizo llamar al arquitecto Mario Girona y lo obligó a diseñar "la heladería más grande del mundo". "Pero Comandante balbuceó Girona- no existen referencias de heladerías tan inmensas como la que usted quiere". La mirada gélida de Fidel fue la respuesta al arquitecto que en tiempo récord construyó la Heladería Coppelia, abierta al público el 4 de junio de 1966. El día de su inauguración se ofreció un menú de 26 sabores y 24 combinaciones, y se vendieron más de 3 mil tinitas de helado durante las doce horas que estuvo abierta, con colas de varias cuadras.

Desde entonces se dieron cita en ese lugar cientos de figuras prominentes del mundo comunista, incluyendo intelectuales. Más tarde aterrizaron también Carlos El Chacal, Gaddafi, Marulanda y todos aquellos identificados con la izquierda mundial. El que no hubiese comido un helado Coppelia -cuyo signo son dos piernas de mujer, en honor al Ballet Nacional de Cuba- no podía haber dicho que era revolucionario ni mucho menos haber estado en La Habana.

Con la llegada del "período especial" -crisis económica que aún perdura en Cuba- que sobrevino por la suspensión de la ayuda soviética y la caída de los gobiernos comunistas de Europa Oriental, el helado se convirtió en un lujo en una isla que arde de calor, con una calidad que mermó y resulta aborrecible. Hoy Coppelia es signo de decadencia en donde solo existen dos o tres sabores y por falta de leche, el helado es aguado e insípido, con excelencia de inframundo.

En 1994, entre extenuados caminantes, estudiantes, trabajadores, jineteras, pingueros, gays, travestis y lesbianas, que pululan a toda hora y hacen cola en la  conocida Catedral del Helado, previamente espantados por los agentes del G2 cubano, una comitiva de Mercedes Benz blindados se acercó en forma repentina a Helados Coppelia. De los carros descendieron Fidel Castro y un exmilitar venezolano conocido como Hugo Chávez. De la nada surgieron diversos  sabores de helados y de excelente calidad inexistentes minutos antes, que fueron degustados con voracidad increíble. "Cuando llegue al poder en Venezuela pondremos también una Heladería Coppelia", prometió Chávez.

En octubre de 2012 en Consejo de ministros Chávez saboreó en cadena nacional los supuestos helados Coppelia producidos en la Planta Alfredo Maneiro del estado Falcón. En noviembre, en cadena nacional también, Chávez se quejaba amargamente porque no se habían producido los helados y cuando pidió explicaciones le dijeron que una máquina se había dañado y no había materia prima. "Que cada quien asuma su responsabilidad. Cuando sea mía que me fusilen", dijo enfurecido golpeando la mesa, no entendiendo que es víctima de la alucinación de unos helados Coppelia que solo existen en la imaginación de un gobierno cuya divisa es la ineficiencia e ineficacia.

@jcajias

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