“Se puede confiar en las malas personas, no
cambian jamás” .W. Faulkner
El reto de Carabobo está en asumir el
16D una decisión con consecuencias futuras, buenas o de mucha gravedad. A veces
uno piensa que es fácil ponernos de acuerdo hacia dónde dirigir el rumbo. Pero
no, cada día se hace más difícil el acuerdo.
Los carabobeños tenemos la
capacidad política de llevar nuevamente al Capitolio a “El Pollo”, con fuerza
social y política, con gente que quiere que tengamos un futuro mejor que el de
caer en las garras chavistas, lamentablemente las absurdas contradicciones
humanas pretenden enrarecer las elecciones del 16D.
Carabobo no quiere un gobierno militarista,
entendiendo éste como la actividad que va más allá de los límites de lo
militar, la supremacía unilateral sobre la institucionalidad civil. Con la
ocupación militarista de las gobernaciones se quiere instaurar un grupo
funcional de militares sumisos al presidente y no afectos a las regiones, ni a
la democracia. Tras 14 años de una deriva hacia el desastre, nos topamos con la
peculiar y lamentable idiosincrasia de algunos personajes que quieren entregar
el estado a ese desastre. Una elección errónea, puede significar la ruina para
Carabobo, especialmente en momentos en que sabemos que el próximo sexenio será
el más drástico y dramático en la historia política del país.
Requerimos sindéresis política, tesón
y pragmatismo para sobreponernos a circunstancias difíciles y superar los
impulsos puramente emocionales, los resentimientos y odios, para evitar otra
experiencia militarista como la ya sufrida con un militar, paracaidista
político, sumiso a un capataz e inexperto en políticas públicas
Los criterios para votar rojo están
muy alejados de los conceptos de excelencia, mérito, esfuerzo y principios
sólidos; sólo dependen de afinidades personales, carencia de espíritu crítico,
conducta oportunista o flexibilidad para cambiar de criterio por bajas
pasiones. El silencio ante al abuso y la indigna adulación, se consideran
también méritos para ganarse la confianza de unos candidatos que sustituyen el
debate de ideas por el reparto de favores y peroles.
No podemos permitir que venza el
militarismo. Los carabobeños rechazamos las candidaturas con sentido
militarista/totalitario. Ahora más que nunca en las candidaturas cobran
importancia los actos, la trayectoria personal y profesional del candidato, los
cuales deben ser expuestos abiertamente al escrutinio público.
Debemos ser reacios a votar para
gobernador por alguna persona que nunca haya desempeñado una función de
responsabilidad en el mundo de las políticas públicas. Al fin y al cabo, las
cualidades de los candidatos se infieren mucho mejor de sus actos y su pasado, que de unas vacías siglas o unos
aprendidos y entrenados discursos empalagosos.
ffacchinb@gmail.com
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