martes, 20 de noviembre de 2012

ALBERTO JIMÉNEZ URE, NUESTROS HUMANOS E INMUTABLES DERECHOS


 «Profunda, sostenida y alevosamente no he lastimado al Vulgo Ignorante: observándolo cómo, aun sin el pretexto de su indocta inteligencia, le obsede profesar culto a forajidos»
 Ninguna persona quiere vivir miserablemente, experimentar penurias económicas o físicas, estar sometido a leyes oprobiosas que coarten [erosionen] sus inalienables derechos: que son profusamente divulgados y conocidos hasta por los iletrados y que se han admitido como naturales, inembargables e indiscutibles [de reconocimiento universal] para los [fatohomos] quienes conformamos la Humanidad.
Nadie nace signado para enfrentarse a miembros de su especie por motivaciones raciales, a causas de doctrinas [políticas, religiosas] que impulsan el segregacionismo, la exclusión de unos en beneficio de [mafias] cofradías de gobernantes y sus inescrupulosos adhesos.
Nadie nace para propiciar o aprobar el genocidio en sus numerosas facetas, la persecución u hostigamiento contra quienes no inclinan su cerviz frente a la tiranía institucionalizada de sediciosos resguardados por tropas de enfermos mentales a la espera de una orden para matar. Nadie nace para ser un déspota o ser sometido a un espécimen obviamente desnaturalizado como el tirano.
Los Derechos Humanos no tienen límites, no son «secuestrables» o «bienes sujetos a confiscación», «interdictos», «tregua», «trueque» o «extradición». Son naturales, inmutables, intransferibles e inmanentes al Ser Humano, a cualquier entidad pensante que pueble el planeta, próximo o equidistante de nuestra realidad y tiempo.
Nadie puede arrogarse una enteléquica, transcósmica, virtual y absurda «Ordenanza Divina» para monitorear los pensamientos,  creencias y comportamientos de los ciudadanos apacibles que respetan los derechos individuales Del Otro que igual anhela vivir en la paz.
Mucho menos quien emplea intimidatoria y hostilmente las armas letales, los soldados y recursos financieros [que determinada comunidad, tras fallida decisión, le hubiese confiado para que resguardara la vida de todos los ciudadanos y mantuviese en funcionamiento las instituciones del Estado].
La Moral Aprobatoria no es presea de trifulcas, el trofeo que sólo tiene el derecho a exhibir quien ha participado «exitosamente» en una riña con ventajosa alevosía provocada contra indefensos.
Todo Ser Humano tiene el derecho a pensar lo que le plazca, a procurarse un trabajo digno para sobrevivir, a la satisfacción de sus necesidades básicas, a no ser perseguido, encarcelado o asesinado por disentir. Todos merecemos ser [por nuestra condición de humanos] médicamente auxiliados y tenemos el derecho a no ser despedidos de nuestros trabajos por razones políticas. 
Todos tenemos [tenemos, tenemos, tenemos... ad infinitum,  Derechos Naturales, inmutables
urescritor@hotmail.com
jimenezure@hotmail.com
@UREscritor)

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