lunes, 1 de octubre de 2012

SOLEDAD MORILLO BELLOSO, EL LINCHAMIENTO DE UN BUENO.HAREMOS MAL EN CONVERTIR A JUAN CARLOS CALDERA EN EL MALVADO QUE NO ES

Yo me involucré en política cuando me harté de quejarme y entendí que o formaba parte de la solución o seguiría padeciendo mis rabias. Para no aburrirlos con un cuento largo, fue en 1999 cuando conocí a esos con quienes nacería Primero Justicia. A Julio lo conocía desde antes, pero poco. Con Blyde la historia fue mucho más interesante, pero la dejo para otro artículo. A PJ lo montamos con las uñas. Acostumbrada a trabajar por muchos años en oficinas elegantes, enfrentarme a espacios con escritorios horrendos y sillas de plástico fue todo un reto. Pero la motivación era enorme.
Entre esos con quienes hicimos equipo estaba Juan Carlos Caldera, para entonces un abogado joven, atildado y de lenguaje formal. Con él, como con los otros, tuve acuerdos y desacuerdos. En política, del debate -a veces acalorado- surgen las buenas ideas. Juan Carlos, mucho más conservador que yo, es ese tipo de hombres con quien jamás me hubiera casado pero con quien sin duda es muy interesante discutir sobre políticas públicas y sobre comunicación política, cual es mi especialidad. En esos muchos años en PJ hubo momentos difíciles y complejos, incluso horrorosos. Jamás vi a Juan Carlos tirar la toalla.
Cuando supe lo del reciente video, mi primer pensamiento fue que a Juan le habían tendido una emboscada. Me sentí culpable. Si yo hubiera estado en la posición que ocupé como director de Comunicaciones de PJ, esa reunión me hubiera sido consultada antes de ocurrir. Y nada de eso hubiera pasado. Yo le hubiera aconsejado a Juan Carlos no encontrarse con ese señor Ruperti.
Pero todo el asunto ocurrió y ahora hay que enfrentar las consecuencias. Ahora bien, haremos mal en convertir a Juan Carlos en el malvado que no es. Harán mal los factores políticos en resbalar en esta concha de mango y harán peor aún los electores del Mun. Sucre en no ponerse firmes en su decisión del 12 de febrero que convirtió a Caldera en su próximo alcalde. De lo contrario, la patética consecuencia será ver a un rojo rojito de nuevo desguazando a Petare, una serpiente de dos cabezas como William Ojeda, a quien precede su dilatada carrera camaleónica. Ah, y se habrá aplaudido a Ruperti, con lo cual se validará la teoría del absurdo. El linchamiento a Juan Carlos Caldera es una de esas acciones en las que una sociedad, como Saturno en el cuadro de Goya, se come a un buen hijo.
smorillobelloso@gmail.com

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