lunes, 29 de octubre de 2012

LUIS BETANCOURT OTEYZA, EL FRAUDE ELECTRONICO,

“No busco saber las respuestas, busco comprender las preguntas” Confucio
Aunque no soy ni pretendo ser un técnico electoral, sí me precio de conocer a algunos muy competentes y valientes, que no se resignan con seguir la corriente sino que se empeñan en buscar la verdad de nuestro “sistema de elecciones”. 


El viernes anterior al 7-O, mientras esperaba la visita de unos amigos, casi distraído me encontré con una entrevista en Globovisión de la periodista Patricia Junot de CNN a Tibisay Lucena, flamante presidente del CNE, y me llamó poderosamente la atención las veces que Lucena enumeraba la cantidad de “software” que la oposición había revisado, diseñados y previstos para la votación del domingo. Aquella profusión de máquinas y sistemas inventados para que los venezolanos ingresáramos a los centros de votación, nos filtraran por nuestra huella y escogiéramos al candidato de nuestra preferencia me prendió una alarma hasta ese momento no identificada. 

Unos días atrás, gracias a un amable anfitrión, había estado en una reunión, muy amplia y vario pinta, donde escuchamos al rector Vicente Díaz intentar explicar los pasos y la justificación de algunas de esas enrevesadas máquinas, compradas a altísimos precios, en dólares, que nos iban a instalar como alcabalas obligadas para poder votar; allí también me llamó la atención que algunos conspicuos representantes de sectores opositores oyeran estas descripciones con una aceptación casi plácida, mientras que otros, como yo, no nos gustaba lo que oíamos. 

Todo esto me fue creando una sensación de peligro que conjuraba el optimismo asentado en el ánimo gracias a las manifestaciones de apoyo que explotaban por la campaña que encabezaba Henrique Capriles con un esfuerzo físico casi inhumano y que, a mi maniática manera de que querer ver las cosas, se me mostraba como una rebelión muy decidida, cívica pero  resuelta, de un pueblo harto de Chávez y el chavismo. Detrás de Capriles marchaban todas las clases sociales sin distinción: empleados públicos, profesionales, técnicos, estudiantes, obreros, curas, desempleados, madres y abuelos, etc. Se podía apostar que la mayoría se había desatado contra la corrupción, la ineficacia, la inseguridad y el insulto prepotente del Tirano; la votación se ofrecía como una mera formalidad: el país se había rebelado, se repetía otro 23 de enero de 1958 cuando todos celebraron el fin de la anterior dictadura.  No ocurrió así.

La noche del 7-O nos anunciaron una calculada derrota, rápidamente aceptada por la dirigencia opositora, y la frustración se impuso a la esperanza. Comenzaba una sesión de explicaciones sobre las razones de la derrota cada cual más inverosímil pero contundente. Se aduce, entre otras fábulas, que una maquinaria roja, que ya hubieran querido los nazis, movilizó en dos horas a millón y medio de electores remolones con la ayuda de motos, camiones, autobuses y hasta guardias nacionales; que las Fuerzas de Defensa de Israel son un atajo de torpes comparados con las huestes de Jorge Rodríguez; que a última hora aparecían votos rojos cuales cucarachas y chiripas como si en la Sala de Totalización del CNE los votos entran por oleadas uniformes. Y así fue aceptado por la MUD y Capriles.

Sin embargo, hubo un hecho sin parangón en nuestra historia y es que esa noche, al día siguiente, y creo que hasta ahora, Venezuela se puso de luto, triste; nadie ha festejado una victoria y muchos no creen en la derrota. En barrios populares, en las zonas foráneas y rurales, en las ciudades y sus urbanizaciones de toda clase, el pueblo se sabe y se siente burlado, no se traga esas explicaciones, no las cree ¿Por qué? Esta es una pregunta importante que debe ser respondida por la dirigencia social, y no solamente la política; cual pastores, los que tienen voz deben pensar y hablar con la verdad, dejar atrás mitos y mentiras convenientes que quieren ser repetidas hasta convertirlas en verdad.

El pueblo de Venezuela es un pueblo bueno pero no es un pueblo tonto, nuestra raíz llanera nos ha enseñado a no contradecir pero sin creer. Hacen mal los que desprecian su instinto y su temple. El pueblo quiere oír la verdad que intuye y no la engañifa que se le quiere vender con envoltura de conveniencia.

Todas las explicaciones increíbles ensayadas para hacer tragar al elector esas ruedas de molino sólo buscan enmascarar la verdad: votamos con un sistema electoral perverso, diseñado por el chavismo para controlar el Poder.

No es verdad que el Registro Electoral ha sido revisado –“auditado”, se dice- y depurado por nuestras universidades, como se afirma machaconamente en programas amigos de la televisión. El número de votantes no concuerda con el crecimiento de la población. En el REP hay muertos, doble cedulados y hasta fantasmas con un mismo apellido, por decir lo menos. Allí hay una “reserva” a la que echar mano. El REP debe ser público y de acceso a todos pero no lo es, sólo se les da a los partidos y grupos de oposición los nombres y las cédulas, mas no las direcciones, y así no es posible comprobar esos supuestos votantes. La ley dice que el REP es público pero el CNE no la acata.

A lo anterior hay que sumar que votamos con máquinas electrónicas, que reciben los votos, los mezclan, los transmiten y los cuentan sin control de los votantes. Un sistema impuesto por un CNE parcializado y electo sin respeto a la ley y la Constitución, totalmente sumiso al chavismo: todos sus miembros fueron postulados y electos por el chavismo. Ese sistema electrónico ha sido descartado, por inseguro, por la gran mayoría de los países democráticos y en las localidades donde se ensaya está controlado estrictamente por organismos ajenos al sistema electoral que los instala. Sin intenciones de parecer irónico, puedo destacar que Argentina, Bolivia y Ecuador (ALBA) están tentados a ensayar el voto electrónico mientras Alemania, Italia, Holanda y Japón lo han descartado después de ensayarlo por inseguro. Cuba espera la muerte de Fidel a ver qué hace.

Ahora bien, si todo lo anterior es verdad ¿Qué hacer? Tenemos unos neofascistas de ocasión que no les gusta que se hable de esto; una especie de nueva Inquisición a la que les respondemos como Galileo: “Eppur si muove” (y sin embargo se mueve, la tierra alrededor del sol). Otros preferimos confiar en el pueblo y decirles la verdad para que con ella retomen su rebeldía natural, histórica. Las elecciones pueden ser un camino de liberación si así se las entiende y si no se traicionan ¡Ya basta!

betaluis@gmail.com

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